Los pueblos mediterráneos hemos heredado la costumbre de los
grecorromanos de aliñar la comida con vinagre, equiparable al humor ácido con el que sazonamos la vida. Este condimento era el italum
acetum o italicum acetum. Así pues, esta expresión latina, no se refiere al vinagre procedente de Italia como parece, sino a un
dicho agudo, una observación mordaz o una sentencia inapelable sobre el prójimo
que dejaba un regusto amargo en la boca. La expresión, típica de la sátira
en el teatro y también de uso común, constituía un reflejo del ingenio romano agudo y mordaz, preparado para la ocurrencia, que, como un espejo, mostraba a cada uno quién era y no se detenía ante amigos.
Pero con gracia y delicadeza. El vinagre itálico y la sal ática querían condimentar, no
amargar.
La risa no debe sembrar calamidad,
porque sería inhumano!
¡La risa no puede ser criminal,
porque se trocará en odio!
¡La risa no puede ser criminal,
porque se trocará en odio!
M. T. Cicero. De orat. I
No hay comentarios:
Publicar un comentario