viernes, 18 de enero de 2019

Horario esclavo de las dependientas de comercio


Completo el artículo de El País, Mujer, joven y dependienta, la empleada pobre de Madrid.

M.L. tiene veinticinco años, habla inglés perfectamente y tiene dos carreras, una de grado superior y otra de grado medio. Siempre ha sacado muy buenas notas y se esfuerza en todo lo que hace. No ha encontrado trabajo en lo suyo, el diseño y la moda, y como vive en Madrid, lejos de su familia, no le ha quedado otra que buscar trabajo en lo que sea. Lo encontró en una pequeña tienda de ropa y complementos en el centro de Madrid. Tiene un contrato de cuatro meses por 37 horas a la semana y su sueldo no llega a los mil euros, de los cuales más de cuatrocientos se van en pagar la habitación del piso compartido en el que vive, si le restamos el dinero de la comida, el transporte y el ocio, apenas tiene un remanente de 150 euros al mes para imprevistos y viajes. Pero lo peor son sus condiciones de trabajo cercanas a la esclavitud, sólo tiene un día libre a la semana que es el domingo, aunque un domingo al mes trabaja, y su horario es variable de una semana a otra, nunca más de seis horas al día seguidas en turnos de mañana y de tarde, a veces con tres horas de hueco. Resultado: no hace otra cosa que trabajar, no puede hacer planes, ni estudiar, ni tener una vida propia. Abre, cierra y limpia, es raro el día en que no invierte más de veinte minutos, que regala a la empresa, en cerrar. Durante su jornada no puede salir de la tienda ni a tomarse un café. Y lo peor: una cámara de seguridad vigila constantemente a las dos empleadas, han recibido llamadas de sus jefes diciendo que no se apoyen en los mostradores porque da mala imagen.

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