domingo, 1 de abril de 2018

"Los coloraos y los moraos" de las procesiones de Murcia


La Semana Santa murciana es única por la vestimenta de algunos de sus nazarenos y por su forma propia de procesionar originaria del siglo XVIII que la diferencia de la influencia andaluza y del estilo castellano. Poco sabía yo de ella, excepto de la belleza de las tallas de Salzillo, hasta que mi prima Cinta inundó Facebook de imágenes de “los coloraos” que me impactaron. "Los coloraos" pertenecen a la Archicofradía de la Sangre (1411), una de las cuatro cofradías más antiguas, junto a la de Nuestro Padre Jesús Nazareno (1600); conocida popularmente como "los moraos o los salzillos",
Sin ánimo de ser irreverente, al ver las imágenes pensé que asistía a una parodia primaveral donde rechonchos cofrades, semejantes a gnomos, desfilan en alpargatas, cubren su cabeza con un capirote corto con forma de haba con dos cintas blancas tapándoles las orejas y visten una minifaldera túnica roja abultada en la tripa que deja ver sus enaguas y medias blancas y por cuyo cuello asoman anacronicamente las solapas de una americana con camisa y corbata. Todos se mueven al son de la música extraña observados por una multitud de gente sentada en un ambiente muy similar al de las fiestas de Moros y Cristianos. Así que pregunté e investigué. Me enteré de que estos extraños Papá Noel, provistos de tirabuzones casi judíos, con un capirote como los reos de muerte y alpargatas de labriego, llevan debajo de su abultada túnica caramelos y otros regalos (incluso monas de pascua) con los que obsequian a los espectadores. Se cree que su origen está en que la mayoría procedían de la huerta y traían consigo su comida o cena para reponer fuerzas, viandas que acabaron compartiendo. Otros creen que su origen se remonta a las ofrendas penitenciales que los nazarenos más ricos realizaban para expiación de sus pecados.
El folleto Murcia en primavera explica muy bien su indumentaria: el capuz (forma murciana de llamar al capirote) corto y romo que no tiene la forma cónica habitual del resto de España y deja el rostro al descubierto, y que las cintas de seda a ambos lados que hoy tienen una función decorativa antes servían para ajustarlo a la barbilla. Además, los estantes (portadores de los pasos) llevan la túnica recogida en la cintura formando un buche (o "sená", como se dice en Murcia) que le deja la túnica ligeramente por debajo de la rodilla y que deja ver las  enaguas almidonadas que le dan vuelo a la túnica. Finalmente calzan esparteñas huertanas, cubriendo las piernas con medias de repizco, muchas de ellas bordadas. Los  mayordomos (los que dirigen la procesión) de origen aristocrático se caracterizan por tener puntillas blancas de encaje en la bocamanga y cuello de la túnica, clara influencia barroca.  Junto a ellos aparecen los nazarenos penitentes que desfilan delante de los pasos formando dos filas, llevan túnica hasta los pies, van sin puntillas, con la cara tapada y portan una o varias cruces, o un farol o cirio.
La procesión cuenta así mismo con un tipo de acompañamiento musical único, llamado la burla, y que suele ir tras los pasos que representan los momentos más trágicos de la pasión (Cristo flagelado o coronado de espinas, o caído en su camino al calvario). Los grupos de burla se componen de tambores destemplados y unas trompetas alargadas llamadas carros-bocina. Esta música, propia y única de la Semana Santa de Murcia, se cree originaria del siglo XVII.


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