Los profesores no dejamos nunca de serlo. Mientras yo les
explicaba a mis colegas jubilados el relato de Elsa Bornemann Mil grullas y la
actividad tan interesante que hice con mis alumnos en clase, Juan Bautista
realizaba con movimientos sabios y precisos una grulla en papel verde. ¡Cuánta belleza puede salir de unas manos delicadas! Hoy he
recibido esta hermosa reflexión sobre la figura mítica de la grulla en la
cultura nipona.
LAS MIL GRULLAS
La grulla es la figura más famosa y más
mítica de la papiroflexia mundial (lo que llaman origami en japonés). Tiene un
origen tradicional, lleva siglos haciéndose en Japón. Igual que la pajarita en
España, otra figura mítica para nosotros, tradicional y ya citada por
escritores desde hace siglos. La grulla se difundió por todo el mundo a lo
largo del siglo XX, como se difundió toda la papiroflexia tradicional de cada
zona al resto del mundo.
Había en Japón una leyenda según la cual
plegar una grulla produce un efecto beneficioso, se cumple un deseo del
corazón, y regalarlas es transmitir un deseo. Estas grullas se pueden colgar del
techo insertadas en un hilo, como las cuentas de un collar, en un grupo de
cinco, número básico en la cultura japonesa. No en vano tenemos cinco dedos.
Nosotros al comprar vasos, platos o huevos, los compramos de seis en seis, el 6
es un número básico en nuestra cultura. En Japón es el número 5.
Pero si se doblan mil grullas, se
consigue un deseo importante, como la curación de una enfermedad o una larga
vida. Las mil grullas se van insertando en hilos, y las ristras se apilan o se
cuelgan juntas, en número par, por ejemplo 50 de 20 grullas, o 40 de 25,
formando un tapiz multicolor, que recibe el nombre se "senbazuru", lo
que significa exactamente "mil grullas". Es un valioso presente para
un recién nacido, o para un profesor hospitalizado, realizado colectivamente por
los alumnos. (En Japón es muy valorada la profesión de maestro. Toda la
población, excepto los profesores, está obligada por tradición a inclinar la
cabeza ante el Emperador).
La realización colectiva es una actividad
muy emotiva. La noche posterior al tsunami de marzo de 2011, en la casa de Japón
en Madrid se juntaron docenas de aficionados para plegar grullas durante horas.
Es un acto teñido de espiritualidad, algo parecido al rezo en las religiones
mediterráneas.
En 1945 Sadako Sasaki, una niña de dos
años, que vivía cerca de Hiroshima, sufrió los efectos de la radiación de la
bomba atómica. Diez años después, como muchas otras personas, y más los niños,
desarrolló una leucemia maligna. Sadako en el hospital comenzó a plegar
grullas, esperando llegar a 1000, y esperando su curación. Lo difícil era
conseguir el papel, utilizaba envoltorios de todo tipo, sus amigos le traían
papel, pero solo consiguió 644. Sus compañeras de colegio completaron las 1000
grullas y la enterraron con ellas. La historia de Sadako se difundió mucho y se
hizo muy popular, hoy diríamos viral, y ha dado pie a documentales, cuentos, e
incluso hay un monumento a Sadako en el parque de Hiroshima. Hoy día, más de
sesenta años después de su muerte, siguen llegando cada día a la tumba de
Sadako grullas realizadas por escolares de todo el mundo.
La grulla se ha convertido, a partir de
esta historia, en un símbolo de la paz mundial, en un referente para los
movimientos pacifistas. Cada vez que plegamos una grulla estamos contribuyendo
un poquito a la paz mundial. Y si la regalamos, estamos transmitiendo un deseo,
un sentimiento de solidaridad, de hermandad entre los seres humanos.
Realizar una grulla es muy fácil, solo son
diecisiete pliegues. Hoy con vídeos, o mejor con un amigo al lado que te dirija,
es muy fácil. Busca un cuadrado de papel, y... anímate.
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