He visto una película
islandesa sencilla y conmovedora: Corazón gigante. La recomiendo y además se puede utilizar en las clases de tutoría para
tratar el tema de las relaciones humanas, de la soledad y del deseo de amar y
ser correspondido y de lo que estas acarrean: acoso, acusación de pederastia, depresión, temor al ridículo, camaradería entre los marginados. La película va de
sorpresa en sorpresa. Fusi, el
protagonista, personaje inmenso tanto por su corpulencia física
como por su corazón bondadoso, roza la cuarentena, pero todavía es un
niño virgen, aferrado a las faldas egoístas de su madre, que juega con otros
niños. Este hombre que trabaja en un aeropuerto y nunca ha viajado, conoce a
una chica en una clase de baile, se enamora y en ese momento su horizonte se
amplia. Como fondo un ambiente gélido, hostil y, contra todo pronóstico,
esperanzado.
El ritmo es lento, sin
palabras casi, con destellos de humor y buena música. Destaca el primer plano de la mirada
brillante de animal herido del protagonista, con un corazón mil veces derribado, como las ballenas, como los elefantes. Salí conmocionada y encantada de cumplir
con devoción el rito semanal de ir al cine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario