miércoles, 25 de diciembre de 2013

Hoy triunfo

Ante el espejo se atildó y se atusó el bigote a lo Carl Gable, después se dirigió a la cocina y cogió una viagra. “Esta noche triunfo”. Tenía 90 años y no lo aparentaba, o por lo menos así lo creía él y todas las que se arrimaban a su rolex de oro. De mediana estatura, con hechuras de galán antiguo y voz atiplada, saludaba militarmente y se deshacía en elogios cuando veía aparecer una hembra. La vocación de donjuán la tuvo siempre; pero los tiempos de la dictadura y un matrimonio aburrido con una mujer de escasa salud, que no le dio hijos, le ataron corto. En la transición, ya viudo, se hizo asiduo a ciertos bares y raro era el día que no pegaba la hebra con una sudamericana de buen ver, con necesidad de dinero y moral distraída. Hasta lo intentó con la mujer de su mejor amigo de la que estaba enamorado desde los treinta años cuando la vio amamantar a su hijo. A medida que fue cumpliendo años, junto a los piropos recurría a regalar joyas.
Vaya que si triunfó, dos días después se lo llevaron en olor de multitudes en una ambulancia. Dos dominicanas espectaculares se le habían acercado, él las invitó a unas copas y luego dejó de recordar. Un policía le comunicó que le habían dormido con Rohypnol, un anestésico quirúrgico de actividad hipnótica y sedante. En un cajero le sacaron todo el dinero que pudieron y luego fueron a su casa donde tropezó con la alfombra y cayó desmayado mientras le desvalijaban. Su sobrino, alarmado por su ausencia,  lo encontró y avisó a urgencias. Maltrecho y dolorido se dijo en el hospital: “Esta es la última vez”. Un  mes después volvió a las andadas. Sangre y figura hasta la sepultura. 

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