domingo, 13 de octubre de 2024

El cine mudo en Villena y Villena en el cine mudo (10)

Villena se apuntó muy pronto al cinematógrafo, dos locales teatrales se convirtieron en salas cinematográficas: el teatro Chapí y el teatro Artístico. En el teatro Chapí, el 3 de enero de 1897, se presentó el cinematógrafo.

Teatro-Circo Chapí

 En años anteriores a 1885 ya existían en Villena recintos estables de representación teatral,
pero no es hasta 1885 cuando se construyó el primer teatro con el nombre de Teatro-Circo Chapí. E
stuvo funcionando casi sin interrupción hasta el verano de 1908, año en que se demolió. El edificio estaba construido en madera, la subida a la entrada general era por dos escaleras de no más de un metro de ancho situadas a cada lado de la desembocadura del escenario. Los pasillos eran estrechos e incómodos que, junto a la mala distribución de los espacios, ocasionaban grandes incomodidades. 

El proceso de construcción del segundo Teatro Chapí duró desde 1914 a 1925, su creación surge como consecuencia
de la emoción de unos villenenses que asistieron a la representación de “La tempestad” de Ruperto Chapí en el Teatro circo de  Alicante en 1883, a la que acudió el compositor que incluso dirigió alguna de las piezas que se pudieron escuchar aquella noche. Esa misma obra fue representada en la inauguración del teatro de Villena en 1925. Funcionó como cine y como teatro indistintamente. 
En 1992 empezaron las primeras obras de rehabilitación que terminaron en 1999. Ahora Villena puede presumir de un teatro con una amplia y variada programación de espectáculos. También se programan visitas guiadas.

Precisamente este año, el 30 de agosto se celebró el 25 aniversario de su reinauguración con un Video mapping en su fachada El teatro Chapí.


El teatro Artístico

Paseo Chapí
El Teatro Artístico o Círculo Artístico inició su andadura en 1908. Estaba ubicado en el paseo de Chapí, la parte de Teatro daba al Raso (C/. Luciano López Ferrer) y el Casino al Paseo Chapí. Como relata 
Pedro Hernández Hurtado (Adiós al teatro artístico), este teatro combinó espectáculos teatrales, de varietés y proyecciones de películas mudas con letreros, con el explicador con puntero, con el pianista al que a gritos se instaba con el «¡Modesto! toca»Fueron famosas algunas quejas y denuncias por espectáculos inmorales y escándalos. Hay quien todavía cuenta que, siendo niño, una vecina le pagaba la entrada que costaba diez céntimos, «para que le leyera los letreros de las películas». 

 Supongo que las  películas basadas en las obras teatrales de Chapí, tuvieron en su patria chica mucho éxito, pero el público villenero se decantaba sobre todo por el cine americano, el melodrama y la comedia, el musical y el western con cientos de nombres de artistas míticos que se quedaron en la memoria (Eddie Polo, William Duncan, Tom Tyler). La influencia del cine de vaqueros fue tal que un grupo de amigos en 1927 creó la comparsa de Americanos que desfiló por primera vez el 5 de septiembre de 1928. En 1960 los Americanos se transformaron en Árabes (ahora Ballesteros, incluidos en el bando cristiano), ya que la comisión de Fiestas consideró un anacronismo que dentro de las fiestas de Moros y Cristianos desfilaran como si de una película del viejo oeste se tratase. 

El cine Avenida se construyó en 1949 en el solar del Teatro Artístico. En una solicitud al ayuntamiento del 25 de Marzo de 1949, se indica como reconstrucción del Artístico. 

Los otros cines del sonoro 

Interior cine Imperial 

A partir de los años cincuenta se vivió la época dorada en la que todo el mundo iba al cine. Villena tuvo cuatro cines comerciales: Teatro Chapí, Imperial (1958, probablemente el mejor cine de la provincia), Cervantes y Avenida que ya hemos citado. En las fiestas de septiembre se hacían proyecciones al aire libre en la puerta de Almansa, en la plaza de las Malvas y en la plaza de toros. Los cines estaban siempre llenos con colas interminables, algunos recuerdan aquellos días en los que se rompían las
Cine Imperial 
 puertas de los locales porque estos no tenían capacidad para tanta gente. 
Había que esperar a que salieran de una sesión para poder entrar a la siguiente. Pero llegó la crisis al sector cinematográfico, primero fue la televisión a color y luego el vídeo los que terminaron de rematar a las salas cinematográficas. En los ochenta los cines se cerraron para siempre.  

Cine Avenida

Mi abuela Carmen vivía cerca de El Paseo y recuerdo con deleite las tardes mágicas que he pasado en verano en esas hermosas salas, sobre todo en las del cine Avenida que nos pillaba más cercaHabía que ir pronto a la primera sesión para coger sitio en las butacas que estaban fuera del alcance del "gallinero", como se llamaba al piso de arriba para no ser bombardeados por las pipas, altramuces y torraos que tiraban los más jóvenes como diversión. La música de las películas no nos impedía escuchar los aplausos, gritos y "paterío" (pateo) de los espectadores, así como el llanto de los niños pequeños. En mi mente se quedó grabada, tendría seis o siete años, la película Pelusa, un éxito del momento con Marujita Díaz, en un cine abarrotado con sillas en los laterales donde el público, envuelto en un silencio absoluto, lloraba emocionado. A partir de ese momento he llorado mucho en el cine, no lo puedo evitar, sobre todo con las películas de Marisol. En ese patio de butacas, me dije que de mayor quería tener una profesión que consistiera en ver películas todo el día. No sabía que ya estaba inventada: crítico de cine.

Documental mudo sobre Villena (1930)

He encontrado esta curiosa y pequeña joya del cine: Documental mudo sobre la ciudad alicantina de Villena, rodado en torno a 1930, que no ofrece ningún dato acerca de su autoría. Incluye imágenes de la ciudad y sus lugares más emblemáticos, de las fiestas patronales y de sus habitantes paseando y en actividades de ocio. Restaurada por la Filmoteca de CulturArts IVAC en 2012. Más información: ivac.gva.es/restauraciones/index.php/sample-page/no-ficcion/villena.


The end. Aquí se acaba la serie sobre el cine mudo. La vida y el cine sueños son:

Cine, cine, cine,
más cine por favor,
que todo en la vida es cine
y los sueños,
cine son.

         L.E. Aute

jueves, 10 de octubre de 2024

Las pioneras del cine mudo (9)

Entre 1912 y 1919, Universal Studios contaba con 11 directoras y  170 películas.

Las décadas del cine mudo dejaron no solo grandes actrices, sino también un buen número de cineastas y guionistas femeninas olvidadas que desarrollaron interesantísimas carreras. Una misma persona podía escribir el guion de una cinta, encargarse de las luces y salir de extra. Ese contexto informal dio la oportunidad a que muchas mujeres actrices o guionistas se pusieran a liderar rodajes o a crear pequeñas productoras. En cambio, desaparecen cuando el celuloide se convierte en un negocio con una financiación potente en el que es posible ganar mucho dinero. Es ahí cuando se impone una mayor división del trabajo que implica también una división por géneros. Capitalismo y patriarcado van de la mano y, en la gran pantalla, eso supuso la expulsión de las mujeres de puestos de poder.

Entre ellas destacan: Mabel Normand, Dorothy Davenport Reid, Cleo Madison, Marion E. Wong, Nell Shipman, Ruth Ann Baldwin, Lita Lawrence, Madeline Brandeis y Olga Preobrazhenskaia.

La primera directora de cine que realizó una película de ficción en 1895 fue la francesa Alice GuyEl hada de las coles. En 1905 filmó las dos primeras películas realizadas por una directora en España:  Voyage en Espagne o La malagueña y el torero, y La pasión o la vida de Cristo, la que podría considerarse como la primera superproducción de la historia, con una duración de treinta minutos y para la que se usaron veinticinco decorados y más de trescientos extras, algo excepcional para la época.

Las pioneras españolas

Elena Jordi, Musidora, Helena Cortesina y Rosario Pi

Elena Jordi, actriz y empresaria, es considerada la primera directora de cine española por su trabajo en la película muda ‘Thaïs’, estrenada en 1918, pero su película se perdió y no se conserva ninguna copia, solo tenemos conocimiento de la misma a través de las reseñas que aparecieron en la prensa, como ocurre por desgracia con gran parte del cine mudo. 

Julio Romero de Torres, Musidora

Jeanne Roquesconocida artísticamente como Musidora, fue una actriz, directora, escritora, productora y realizadora francesa, especialmente conocida por su papel de Irma Vep en la película Les Vampires (1915). La actriz estuvo cinco años en suelo español, tres de sus películas abordan su paso por España: Une aventure de Musidora en EspagneSoleil et ombre (1922) y La tierra de los toros (1924), de las que fue guionista, directora, productora e intérprete. Incluso fue retratada por Julio Romero de Torres.


Helena Cortesina 
En 1921, la valenciana Helena Cortesina produjo, dirigió y protagonizó Flor de España o la leyenda de un torero, una película de la que tan solo se conserva un fotograma. También fue la primera mujer que montó una productora de cine en el país, de acuerdo a la información que tenemos hasta la fecha.

Catorce años después Rosario Pi  fundó junto a dos compañeros la primera productora de sonoro en España, Star Films. Dirigió El gato montés (1935) y Molinos de viento (1937). Hubo que esperar casi 20 hasta que Ana Mariscal dirigiera su primer largometraje en 1953. 

Para saber más 

https://caspervek.com/index.php/es/films-4/9-films/98-mujeres-cine-mudo

Juan Antonio Bermúdez, Las que abrieron camino. Directoras pioneras del cine español 

https://valenciaplaza.com/si-tambien-hubo-mujeres-dirigiendo-cine-mudo-no-tampoco-las-conoces-hasta-ahora

La vida recuperada de Cortesina, la primera cineasta española 

domingo, 6 de octubre de 2024

Los escritores y el cine mudo: Blasco Ibáñez y Buñuel (8)

 El cine había nacido y se estaba desarrollando a su alrededor pero ni los escritores de la generación del 98 ni la mayoría de los autores literarios de comienzos del siglo XX mostraron gran interés por el nuevo arte. Más bien lo trataban con desprecio. Unamuno, por ejemplo, se negaba a permitir que llevaran sus novelas a la pantalla. “Si etimológicamente “película” significa “pellejo” –decía– “peliculear” una obra literaria no sería otra cosa que “despellejarla”. Machado definía el cine como “un invento de Satanás para aburrir al género humano” y Pío Baroja echaba pestes de las adaptaciones que se hacían de sus obras. Hubo, sin embargo, algunas excepciones. Dramaturgos como Eduardo Marquina, Joaquín Dicenta o Adriá Gual escribieron argumentos originales para la pantalla o adaptaron sus propias obras. 

Ricardo Baroja

Un caso curioso es el de Ricardo Baroja Nessi, el hermano mayor de Pío Baroja, participó como actor en el cine unas veces para ayudar a sus amigos y otras por dinero para llevar un buen nivel de vida. En el libro Gente del 98 trazó su propia semblanza de escritor, pintor, grabador y activo miembro de las tertulias literarias. Su primera colaboración la hizo en un film de su amigo el arquitecto vasco Nemesio M. Sobrevila El sexto sentido que no es otra cosa que la cámara cinematográfica. La película solamente se proyectó en sesiones privadas debido a su carácter vanguardista y de ensayo, lo que le permitía decir al aprendiz de actor que su amigo se empeñaba en perder el peculio familiar filmando películas. Posteriormente intervino en Zalacaín el aventurero, interpretando a Tellagorri, papel más importante que el de la película anterior. Al perder un ojo en un accidente de coche, abandonó el grabado por la pintura y se dedicó más a la literatura. Contrasta su opinión con la de sus amigos cineastas, defensores del cine como arte: Yo, la verdad, a riesgo de incurrir en la indignación de una inmensa mayoría de gentes me atrevo a decir que el cine, a veces agradable y entretenido, tiene escasas cualidades de las artes gráficas, de la literatura y de la música. Se detiene después el escritor en una consideración arbitraria y sin base por la que es condición de toda obra artística su posibilidad de repetición; ¿quién es capaz de ver tres veces seguidas la misma película? Creo que nadie. 

Blasco Ibañez 

La excepción fue el escritor valenciano Blasco Ibáñez que encontró en el cine un medio que le facilitó fama y reconocimiento mundial. El éxito que tuvieron las primeras versiones de “Los cuatro jinetes del Apocalipsis” y “Sangre y arena” hicieron que se rodaran otras muchas películas basadas en sus obras sobre todo en la etapa muda: “Los enemigos de la mujer”, “El torrente”, que fue la primera película americana de Greta Garbo, “Mare Nostrum” o “La tierra de todos”, de nuevo con la Garbo en su reparto. En España también se rodaron numerosas adaptaciones de novelas de Blasco Ibáñez. La primera, en 1913, fue “Tonto de la huerta”, basada en su cuento “Demonio”.

Para Vicente Blasco Ibáñez el cine fue la nueva Odisea de los tiempos modernos: "Puede uno, gracias al cinematógrafo, ser aplaudido en la misma noche en todas las regiones del globo... esto es tentador y conseguirlo, representaría la conquista más enorme y victoriosa que puede coronar una existencia". Gracias a la gran pantalla, su obra ha dado la vuelta al mundo y ha seducido los públicos más diversos. 

Buñuel 

El cine mudo fue el refugio con el surrealismo y el dadaísmo como principales idiomas estilísticos, en el que artistas como Marcel Duchamp, Fernand Léger, Man Ray o Luis Buñuel se rebelaron contra la explosión de Hollywood reinante en los años 20 del siglo pasado.

 Un perro andaluz (1929), un mediometraje franco-español mudo, es todo un clásico del cine, una obra de culto fruto de la poderosa imaginación de dos jóvenes -Buñuel tenía 29 años y Dalí 25- poseedores de un talento tan singular como genial. Las dos primeras obras de Buñuel están repletas de imágenes deudoras de la pintura surrealista e imposibles de borrar de la retina: los esqueletos de dos obispos en unas rocas del mar, el burro sobre el piano, la mano y las hormigas, el berrinche del aristócrata que destruye su propia casa… Con Un perro andaluz y La edad de oro, Luis Buñuel se ganó un lugar entre los mejores directores de todos los tiempos. A pesar de tratarse de dos joyas del cine mudo, su musicalización siempre ha sido fundamental, como el propio Buñuel ya indicara.

El 1908, cuando era un niño, descubrió el cine en un local llamado ‘Farrucini’ en Zaragoza. Se trataba de una barraca cubierta por una lona en el que el público se sentaba en bancos. Las primeras imágenes animadas que vio fueron las de un cerdo que cantaba envuelto en una bufanda de varios colores, mientras que gracias a un fonógrafo colocado detrás de la pantalla se escuchaba una canción. Era una película a color, pintada fotograma a fotograma. “Por aquel entonces el cine no era más que una atracción de feria, un simple descubrimiento de técnica”, comenta el director en su libro autobiográfico Mi último suspiro. Años más tarde, tampoco olvidó cómo le impresionó el primer travelling que vio en la gran pantalla avanzando hacia él: una cara que se volvía cada vez más grande con la sensación de que fuera a tragarse a los espectadores. 

De la relación del cine en general con la literatura ya me encargué en una entrada anterior: Cine y literatura/ Literatura y cine

Para saber más 

Rafael Utrera, Modernismo y 98 frente a Cinematógrafo 

miércoles, 2 de octubre de 2024

El insólito éxito de la zarzuela en la pantalla muda (7)

 La zarzuela española, cuyo último momento de apogeo y esplendor tiene lugar a finales del siglo XIX, con Ruperto ChapíTomás BretónEmilio ArrietaFrancisco Asenjo Barbieri o Federico Chueca, presenta notables puntos de contacto con otras formas de teatro musical europeo. Pero era el llamado género chico, un subgénero de la zarzuela  en un acto, el que abriría las puertas a un público popular al producir sesiones de menor duración que hacían el espectáculo más barato y accesible. Ese mismo público llenó las salas del cine mudo. 

Sabemos que el cine no era silencioso, que se acompañaba de música externa, que se adaptó a teatros, pero lo verdaderamente extraño y paradójico es que en la década de los veinte se pusieran de moda en España las adaptaciones para la pantalla muda de conocidas zarzuelas y de revistas musicales sobre todo en la producción madrileña. Los pioneros del negocio del cine vieron que su carácter popular atraería a un mayor público. Este no acudía al cine a contemplar algo desconocido, sino a disfrutar en una experiencia colectiva que solicitaba la participación directa de este público en los pasajes famosos, coreados ante la aparición en pantalla de las letras de las canciones más populares bajo el soporte del acompañamiento musical de la orquesta del salón. Todas estas zarzuelas o dramas líricos llevados a la pantalla contaron con una partitura musical, por lo general adaptada del original teatral. Era un espectáculo total, en el que la música, el drama, los sainetes, el baile folclórico, los ambientes costumbristas y los temas de actualidad se entremezclaban en piezas con personalidad propia. Llegó a ser tan popular que se hicieron numerosas adaptaciones cinematográficas.  De forma paralela, se desarrolla la incipiente industria cinematográfica, junto a un debate en torno a lo que era o debía ser el cine nacional. Ante el empuje del cine americano, alemán y francés, la producción española respondió con las herramientas del folclorismo y la tradición 

Segundo de Chomón pasa por ser el primer cultivador de este subgénero. Ya en 1910 había adaptado tres conocidas zarzuelas al cinematógrafo para la producción catalana: Los guapos, El puñao de rosas y Las tentaciones de San Antonio, a la que seguirían Carceleras (1911) y La Chavala (A. Marro, 1914).

La producción madrileña comenzó a exhibir, tras el afortunado éxito de La Verbena de la  Paloma (1921La España trágica (1922), una desenfrenada profusión de zarzuelas, cuyos libretos se adscriben al sainete, melodramas rurales y films sobre el universo taurino. La primera adaptación cinematográfica de La Verbena de la Palomadirigida por José Buchsfue estrenada en el Circo Price de Madrid. La película contó con el apoyo del mismo Tomás Bretón, quien adaptó la música para que una orquesta en vivo acompañara la proyección, de ella solo se conserva una copia incompleta de la cinta de aproximadamente 55 minutos. En relación con el éxito de la cinta, la revista El Cine opinaba: "El cine y la música se han aliado en esta ocasión para proporcionar un éxito largo y duradero al arte español".

En los años veinte se realizaron películas basadas en las obras teatrales de Chapí, la mayoría se realizaron tras su fallecimiento, en 1909: La bruja (1923), Rosario la cortijera (1923), La chavala (1925) y El rey que rabió (1929); aunque sí se pueden establecer algunos puntos de conexión entre el autor y el cinematógrafo. El gran éxito se consiguió con La Revoltosa, dirigida por Florián Rey, que había abandonado su carrera como actor y al que llamaban “Lubitsch con cachirulo” y protagonizada por Juan de Orduña (1924) quien ya como director realizaría una nueva versión en 1969. Con libreto de José López Silva y Carlos Fernández Shaw y música compuesta por el maestro Ruperto Chapí, la zarzuela fue representada por primera vez el 25 de noviembre de 1897 en el teatro Apolo de Madrid.


sábado, 28 de septiembre de 2024

Un sainete, una revista y un tango sobre el cinematógrafo (6)

Utilizar el cine como asunto o como parte del espectáculo teatral no tenía más finalidad que la de atraer espectadores, o aliarse con el competidor que a la larga provocará una nueva crisis teatral.

Sainete de Ramón López-Montenegro 

Buscando en internet me he encontrado con un polifacético escritor: Ramón López-Montenegro y de Frías-Salazar (Zaragoza, 1877-Alfaro,1936) cuya existencia desconocía. Fue también periodista, actor, cantante lírico, dibujante y político. Publicó en los mejores periódicos de El País Vasco y Aragón, en Madrid colaboró con Blanco y Negro, ABC. Leyendo su biografía descubrimos que era una persona extraordinaria y un trabajador incansable

Merece la pena leer ¡¡Al cine!!, Caricatura madrileña, escrita por Ramón López-Montenegro, que también compuso su música. Fue estrenada por la compañía de Loreto Prado y Enrique Chicote, la noche del 22 de marzo de 1907, en el Gran Teatro de Madrid. El sainete, una parodia cómica del desarrollo de una función, nos sirve como referencia para saber cómo era el público y el espacio de las barracas y los explicadores. Así anima al público el castizo charlatán:

"¡Al cine! ¡Al cine! ¡Aquí está la más grande, la más potente, la más asombrosa creación de los modernos espectáculos! ¡Sí, señoras y caballeros, sí! A pesar de que hay lenguas vespertinas que nos están poniendo a chupar de un burro, nada puede la envidia contra el cine. El teatro ha tenido que pasar por las horcas claudinas y rendirse ante la película. No se puede comparar el cinematógrafo con el teatro. Al cine viene el doble, el trípode, el cuadrúpedo número de espectadores. Y no así como quiera, sino que vienen damas de alto cuplet y caballeros con más orgullo que don Rodrigo en el arca. Los empresarios de zarzuela, todavía no han vuelto de su apocalipsis al ver el excremento que está tomando el cine; y, aunque todos ellos se empeñan en tomar el rábano por las orejas, y sacamos defectos, y decir que el día menos pensao la vamos a diñar, ya vendrá el tío Paco con la baraja y ellos serán los que se mueran sin decir este ni oeste. ¡Animo, señores! ¡Aquí no hay chistes verdes como en La vida es sueño, Loyengrín, y otras obras sicalípticas de Sorolla o Mariano Benlliure! ¡Aquí no se cantan cuplés indecentes, como en el Juan José o en Sansón y la lila! ¡Aquí no pican las pulgas como en los teatros! ¡Ande la película! ¡Al cine! ¡Al cine!".

La revista el Cinematógrafo Nacional


Cinematógrafo Nacional,
con texto de Guillermo 
Perrín y Miguel de Palacios y música de Jerónimo Giménez, es una revista cómico-lírica en la que se abordan satíricamente cuestiones políticas del momento. A modo de ejemplo, en el cuadro segundo el decorado nos muestra el congreso de los diputados convertido en un gran cinematógrafo; delante de las columnas se ha instalado un gran órgano y al lado de los leones dos despachos de billetes. 

Existen otras zarzuelas y revistas que tienen al cine como protagonista: El cine de Embajadores, de 1909 o La última película (1913) de Luis Larra y Ossorio, el tercer hijo de Mariano de Larra y Cristina Ossorio.


 


 

José Serrano, Tango del cinematógrafo 

En la zarzuela La gente seria, aparece el divertido Tango del cinematógrafo del maestro Serrano (1907):  (Llévame al cine,… mamá,… matógrafo)

 

Coro Llévame al Cine, mamá.
Saturnino   Mamá.
Coro Mamá.
Saturnino  Mamá.
Coro Matógrafo.
Que eso de la oscuridá.
Saturnino     ¡Aaa!
Coro Me gusta una atrocidá.
Saturnino ¡Aaa!
Coro Y hay unas peli-culi...
Saturnino        Culi.
Coro      Culi.
Saturnino        Culi.
Coro        Culitas
tan dislocantes
y espeluznantes
que es una barbarídá.
Saturnino Diablillo solista.
Niño Llévame al Cine, mamá.
Coro Mamá.
Niño Mamá.
Coro Mamá.
Niño Matógrafo,
etc., etc.
Saturnino Por Dios, mamá,
llévame al Cine
que alguno habrá
que se me arrime.
Si vamos hoy
ya tú verás.
Todos Qué peli-culi,
qué peli-culi,
qué peli-culi-culás.
Saturnino Solé...
     Solé...
     Soledá, si vas al Cine,
     sola... sola...
     dímelo por un Contine,
     mira que yendo juntos,
     nena, no hay ná mejor.
     Anda, Solé, vente al Cine,
     que allí te espero yo.
Todos Solé...
Solé...
Soledá, si vas al Cine,
etc., etc.
Llévame al Cine, mamá,
etc., etc.
Llévame al Cine.
Llévame al Cine.
Llévame al Cine y verás
que peli-culi
que peli-culi
que peli-culi culás.
Culas.
Culás.
Culás.
Llévame al Cine, mamá.


miércoles, 18 de septiembre de 2024

Oficios perdidos del cine mudo (Vida en sombras) 5

Recreación de un explicador 

“Callaron todos, tirios y troyanos, quiero decir, pendientes estaban todos los que el retablo miraban de la boca del declarador de sus maravillas…”.

Miguel de Cervantes

El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
II parte. Capítulo 26


El cinematógrafo no tenía capacidad de grabar imágen y sonido al mismo tiempo. Pero el cine silente no era tan mudo, las imágenes hablaban por sí solas y el sonido de las películas se hacía en directo con música que tocaba un pianista y con un explicador que iba contando a la gente lo que pasaba en la película, ya que entre el público se encontraban con frecuencia analfabetos que no sabían leer los carteles que se intercalaban. Además, en la sala de proyección, la falta de sonido de la película se suplía con la algarabía de un público animoso, donde se comentaba, se reía sin discreción y se abucheaba. Algo que cambió radicalmente cuando llegó el cine sonoro, que, paradojas de la vida, provocó que el público quedara mudo.

Con la sustitución del cine mudo por el cine sonoro se perdieron una serie de oficios que fueron muy interesantes en su época. Vamos a recordarlos. 

El escritor de títulos, el epigrafista

Dado que el cine mudo no podía servirse de audio sincronizado con la imagen para presentar los diálogos, se añadían cuadros de texto para aclarar la situación a la audiencia o para mostrar conversaciones importantes. Los intertítulos (o títulos, como se los llamaba en esa época) se convirtieron en elementos gráficos en sí mismos que ofrecían ilustraciones y decoraciones abstractas con comentarios sobre la acción. El escritor de títulos era un profesional del cine mudo que a menudo era mencionado en los créditos al igual que el guionista.

Los explicadores, voceadores, comentaristas o charlatanes

Los explicadores, situados a un lado de la pantalla o detrás de ella, comentaban las escenas y el argumento de forma muy exagerada y dramática, hacían chistes e, incluso, hablaban con el público y respondían a sus comentarios. Esta figura podía actuar también como charlatán o aclamador que anunciaba el contenido del espectáculo, voceando en la puerta del local con la finalidad de atraer al público. Eran el equivalente a los comentaristas deportivos de la radio y la televisión cuando narran un partido de fútbol o una corrida de toros. Como dice Daniel Sánchez Salas venían a ser “un médium entre el público y la película”. Su misión era conseguir que los espectadores disfrutaran de la película para hacerles sentir las emociones y estados de ánimo que se contaban en la pantalla: risa, dolor, miedo, intriga… También utilizaban un puntero para señalar en la pantalla y todo tipo de cachivaches para hacer efectos de sonido; por ejemplo, cáscaras de coco para imitar los cascos de los caballos o bocinas para hacer los ladridos de los perros como se hacía en la radio. Llegaron a convertirse en personajes muy famosos y populares. Se hacían concursos para elegir a los mejores y, muchas veces, la gente iba a ver las películas por el explicador. Sus nombres se ponían, junto al de los actores, en los carteles de las películas. Las explicaciones de este personaje eran necesarias por la ausencia de rótulos en la mayor parte de la producción, por la duración cada vez mayor del metraje de la película, y por la truculencia de los enrevesados argumentos. 

Se distinguen hasta 6 clases de comentaristas: el propietario del local, que pretendía brindar una experiencia cinematográfica más entendedora y, de este modo, promocionar su cine; los actores amateurs que intentaban doblar los actores con la ayuda de un director que hacía las acotaciones para que entraran cuando era necesario; los actores profesionales que, doblándose a ellos mismos o a los actores de las cintas; los pianistas o músicos que, a pesar de que no era tan común, explicaban algún detalle sobre la película acompañándolo con música disminuyendo o intensificando la melodía según convenía; los explicadores no profesionales, que acostumbraban a traducir los letreros o leerlos literalmente para que el público analfabeto estuviera al caso de las frases escritas; y, finalmente, los explicadores profesionales, que eran expresamente enviados por las distribuidoras coincidiendo con los estrenos, comentaban el film a partir de un guion muy elaborado, hablaban de cara al público y estaban de pie junto a la pantalla, a veces apaciguando el alboroto del público.

En Madrid destacaron dos comentaristas profesionales: el escritor y periodista Tomás Borràs*, que trabajó en el cine de sus padres en el parque del Retiro alrededor de 1910, y Federico Mediante Nocedaun escritor pionero de la novela policíaca en España que ejerció este oficio. La época de esplendor de los comentaristas fue entre 1904 y 1910, empiezan a desaparecer a medida que los intertítulos tienen más presencia en el cine mudo.

Lástima que apenas queden rastros de este arte oral y efímero. A modo de ejemplo, el director de cine Eduardo García Maroto, reproduce al comienzo de sus memorias el discurso de un explicador al que asegura haber oído en su infancia, comentando una película dramática: 

“El violador, espantado por su deleznable delito y repugnante acción huye cobardemente; pero el padre de la inocente víctima sale en su persecución dispuesto a cargárselo. El violador tuerce por la calle 23; el padre le sigue raudo por la calle 22, en una carrera ‘macanuda’. Ahora entra en la plaza de la Libertad y, ya a tiro, el padre saca una Colt y dispara. El violador cae muerto; la víctima ha sido vengada. ¡Qué el Altísimo perdone al criminal!”

 (13-12-1.928) Federico Mediante Noceda
Azorínen los años cincuenta y sesenta, se convirtió en un espectador que se deleitaba viendo sesiones dobles en los cines próximos a su casa. Recuerda en el capítulo titulado “Dos peligros” de El efímero cine (1955), un nombre propio, Julio Salcedo “Juliano”, cuando en películas cortas y mudas animaba los cines “con su ingenioso arte de ventrílocuo”. 


Daniel Sánchez Salas, 
La figura del explicador en los inicios del cine mudo

https://criticalia.com/articulo/el-explicador-del-cine-mudo-personaje-en-el-sonoro


Eduardo Pérez, "el explica" (1931)





















Música en vivo y sonido: el pianista 

La música servía para romper el hielo y para dar vida a las imágenes. Sin embargo, estas músicas no se ponían en principio para acompañar a la acción, sino para disminuir el ruido que producían las bobinas de las cintas que todavía no estaban separadas del público. Poco después es cuando se plantea el elegir los temas musicales en función de lo que se está viendo en la pantalla. El cine silente se valió de música instrumental propia del romanticismo para procurar que este nuevo arte fuera desde sus comienzos bien aceptado por las clases altas y aristocráticas que escuchaban aquella música. Se utilizaban piezas del repertorio clásico que representaban determinados clichés y que aún se utilizan en los dibujos animados: la nana de Brahms para el sueño, la Obertura de Guillermo Tell de Rossini para una persecución, la marcha fúnebre de Chopin para la muerte, los arpegios para el agua… Después de 1910 se alternaban la música clásica y la ligera.

En sus comienzos, la música del cine mudo consistía en improvisaciones en directo
interpretadas por un pianista u organista. 
Normalmente los pueblos pequeños contaban con un piano para acompañar las proyecciones, pero las grandes ciudades tenían su propio órgano o incluso una orquesta capaz de producir efectos sonoros. La música trataba de representar los sucesos que ocurrían en pantalla de una manera exagerada y poco sutil.​ Quien decidía donde aparecían estas sutilezas era el pianista o el director y, en el mejor de los casos, el pianista podía visionar la película para tener una mejor idea de dónde y cómo realizarlas. Se solían utilizar ritmos rápidos para persecuciones, sonidos graves en momentos misteriosos y melodías románticas para escenas de amor. 

Photoplay, partitura
Una vez que los largometrajes se hicieron habituales, la música fue recopilada en la llamada Música de Photoplay para acompañar a los films, lo que suponía una importante fuente de empleo para los músicos hasta la llegada del cine sonoro. Esta labor era realizada por el pianista, el organista, el director de orquesta o el estudio mismo, que enviaban una "partitura" de la música que debía acompañar la película. Desde que Joseph Carl Breil hiciera una composición original para la película de David W. Griffith El nacimiento de una nación, (1915) se volvió relativamente común para las películas llegar a las salas de exhibición con partituras originales especialmente creadas para la ocasión.

El actor Ben Turpin junto a un fotoplayer.


En Estados Unidos se volvió muy popular la máquina del Photoplayer, máquina de sonidos similar a una pianola, pianos que podían automatizarse a través de papeles perforados para que repitieran una melodía de forma constante, sin necesidad de intérprete. Murió por el mismo motivo por el que lo hizo el cine mudo: por la llegada del audio. 

El siguiente vídeo lo explica muy bien, no te lo pierdas:




El pianista ha inspirado a algunos escritores, Ángel Rodríguez Cabezas escribió un relato breves con el título El pianista del cine mudo, que nos muestra la evolución del cine mudo al sonoro. El libro del mismo título recoge otros relatos de diferente temática.

Por último, incluyo un vídeo sobre el ambiente que había en la sala de proyección en esos años, el inicio de la película Vida en sombras, dirigida por Lorenzo Llobet Gracia en 1948 e interpretada por Fernando Fernán Gómez y María Dolores Pradera. Vida en Sombras tiene como protagonista a Carlos, un hombre cuya vida ha estado siempre vinculada al mundo del cine: nació prematuramente en una barraca de feria donde sus padres asistían a una proyección de cortos de los Lumière. En la película aparecen numerosos planos de salas de cine o de proyecciones de todo tipo: las barracas de feria del principio en que se exhiben filmes cortos como curiosidad con un explicador narrando las historias, las caóticas salas de la era muda y finalmente los grandes cines con sus cómodos palcos. Incluso en cierto momento la cámara de Llobet-Gràcia se eleva hasta la cabina de proyección y se queda unos segundos contemplándola, como extasiado ante el milagro de la proyección cinematográfica.


* Fue el impulsor de una norma que marcaría el destino del cine en nuestro país: «Queda prohibida la proyección cinematográfica en otro idioma que no sea el español. El doblaje deberá realizarse en estudios españoles que radiquen en territorio nacional y por personal español«. En 1931 se dobló la primera película al castellano.