miércoles, 13 de septiembre de 2023

Elisa de Armas: Yo tampoco me llamo Ulises (100 microrrelatos)

Gracias a mi amigo Guillermo, he conocido a la escritora sevillana Elisa de Armas que se ha ganado la vida como profesora de Lengua y Literatura en la enseñanza secundaria. Buscando claves para enseñar a redactar a sus alumnos, se inscribió en un taller de narrativa y allí se inició su pasión por el microrrelato. 


En La cara explica su proceso creativo en el campo de la minificción. Para ella escribir es encontrar lo que no sabes que estás buscando:

Con el adiestramiento necesario, cazar microrrelatos se convierte en un hábito insoslayable. Suelen esconderse en los rostros de los transeúntes, en los de los pasajeros de los trenes, en las muchedumbres que se manifiestan, en las fotografías de prensa, en los cuadros de las exposiciones, en los libros de historia, en los de poemas. Cuando se logra capturar alguno hay que evitar disecarlo o perforar su cuerpo grácil con un alfiler que lo inmovilice; para que conserven su hálito, el escritor aficionado aprenderá de los maestros, los que fueron y son capaces de ofrecérnoslos frescos, palpitantes, capaces de destilar humor, emoción, revelaciones. La realidad, que hoy día desconfía de estructuras literarias complejas y artificiales, está presente en ellos tal como es, fragmentaria, polimórfica, dotada de perspectivas contradictorias y complementarias, enriquecida por infinitos puntos de vista; escribimos microrrelatos para no traicionarla. Y en pos de esta fidelidad decidirá el autor en cada caso si debe abrir puertas a lo íntimo o a lo desconocido; si utiliza la sorpresa para hacerse, y con él al lector, sensible al misterio o a la aventura de lo cotidiano; si prefiere golpear las conciencias o dar al receptor un toque en el hombro que lo vincule al instante gozoso de la lectura.


Los cien microrrelatos incluidos en Yo tampoco me llamo Ulises, su último libro, son un ejemplo de intertextualidad, parten de obras canónicas de la literatura como la Biblia, la mitología o el Quijote, o bien se inspiran en la historia, la pintura y el cine. Con la atención al ritmo y a la palabra precisa que estas pequeñas piezas exigen, los clásicos son así reinterpretados para acercarlos a la época actual a través de una mirada a veces cruel, a veces tierna, a veces irónica, pero siempre compasiva con la naturaleza humana.

Aquí os dejo dos muestras como aperitivo del libro. 



Para saber más

martes, 5 de septiembre de 2023

El ‘kintsugi’, el valor de lo imperfecto

El kintsugi (carpintería de oro) es la práctica japonesa de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Se remonta al siglo XV, plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Esta técnica ha acabado convirtiéndose en una filosofía de vida, evoca el desgaste del tiempo sobre las cosas físicas. Frente a las adversidades y errores, hay que saber recuperarse y sobrellevar las cicatrices. Saber valorar nuestras imperfecciones nos aporta una serenidad objetiva. Asumamos nuestra fragilidad, apreciémonos como somos: rotos o nuevos, únicos, irreemplazables, en permanente cambio. 



lunes, 4 de septiembre de 2023

Plat esportillat, plat etern * (plato desportillado, plato eterno)


En mi casa y en todas las del entorno, era imposible poner una mesa en la que vasos, platos y cubiertos fueran iguales. El ajuar de las bodas siempre se componía de vajilla, cubertería y cristalería completas para unos doce comensales que se utilizaba solo en las fiestas para evitar su deterioro. La vajilla de diario se iba rompiendo o descascarillado por el uso y se sustituía tanto por piezas similares como dispares. Pasaba lo mismo que con los adornos del árbol de Navidad, al final todos eran desiguales de distintos colores. Sólo los ricos se permitían el lujo de reponer o cambiar piezas todos los años, como hacen las embajadas y consulados de España que dedican 240.000 euros para mejorar el ajuar (mejor no hacer cálculos de lo que supone el presupuesto total). Supongo que esa es la razón por la que nos molesta tanto que nos toque el plato imperfecto o la copa con una pequeña muesca, nos hace sentir más pobres y desgraciados de lo que ya somos. 

Vajilla Duralex de Cuéntame

A mediados del siglo pasado llegó el Duralex que convertía casi en eternos a platos y vasos, si antes no habían estallado en mil pedazos o pasado por el lavavajillas que hacía que se volviesen opacos por la cal. De la vajilla de muy buena porcelana de mi abuela Carmen solo heredamos los platos que estaban desportillados que, desterrados, se utilizaban sólo en la cocina. De ahí viene el dicho de mi madre en un valenciano macarrónico: "plat esportillat*, plat etern" (plato desportillado, plato eterno) que ahora utilizo para animar a los amigos de mi edad que hemos empezado a caernos y desportillarnos. La vajilla de Duralex de color ámbar de los años 70, llamada Cuéntame por mis sobrinos, sigue intacta en el pueblo. Por eso me encanta la nueva moda del reciclaje de los utensilios domésticos que nos permite reutilizar objetos preciados y desparejados para mezclar con otros, todo un ejemplo de mestizaje en nuestras mesas. Se acabó la homogeneidad, viva lo heterogéneo.

También recuerdo el disgusto que se llevaba mi madre cuando algún objeto de valor se rompía. Para que no sufriera intentábamos pegarlo y ponerlo de tal manera que no se notase; si no era posible, inmediatamente lo tirábamos a la basura; muerto el perro, se acabó la rabia. No lo hacíamos porque pensáramos que atrajese las desgracias. Desconocíamos el 'kintsugi', técnica centenaria de Japón que consiste en reparar las piezas de cerámica rotas, toda una filosofía que nos enseña a buscar la belleza en las cicatrices que nos deja la vida.

El bar y restaurante Josefita, sucursal de La Gloria ambos en Malasaña, hace un homenaje a Duralex con los platos que cuelgan de las paredes antes de que la empresa cerrara. Lo que a su abuela le parecía cutre, a ella le transporta a su casa y le transmite calidez. 


* RAE, Desportillar: deteriorar o maltratar algo, quitándole parte del canto o boca y haciendo portillo o abertura.


jueves, 31 de agosto de 2023

De ágil a frágil, a propósito de El licenciado Vidriera


Delirio de cristal, enfermedad mental o realidad

De vez en cuando aparecen artículos en la prensa sobre la enfermedad mental de la nobleza llamada " delirio de cristal", registrada en Europa occidental principalmente en los siglos XV al XVII. El vidrio entonces se consideraba mágico, porque no era fácil comprender cómo la arena podía manipularse para convertirla en vidrio. Quienes lo sufrían pensaban que su cuerpo o parte de él eran de cristal y por tanto podían quebrarse en añicos. El caso más famoso fue el del rey Carlos VI de Francia.

La medicina actual contempla enfermedades genéticas (la osteogénesis imperfecta) y raras (síndrome de McCune-Albright) que hacen que los huesos se fracturen sin motivo aparente y obliga a los enfermos a estar postrados en una cama. La más común es la osteoporosis que disminuye la densidad de masa ósea y hace que los huesos se vuelvan más porosos; afecta sobre todo a las mujeres después de la menopausia, es culpable de la mayoría de las roturas. 

Reflejo en la literatura 


Una de las máximas del mimógrafo y aforista romano Publilio Siro (s. I a.C.) dice:

                Fortuna vitrea est: tum cum splendet frangitur.
           (La fortuna es de vidrio: cuando más brilla se rompe)

La frase, algo tranformada, llegó a ser uno de los emblemas del Renacimiento y el
Barroco, con la concisión propia del género:
                  
                        SPLENDET  DVM  FRANGITVR
                           (brilla mientras se rompe)  
  
Se refiere al proceso de fabricación del vidrio, cuando la ampolla incandescente está en el mayor riesgo de romperse, y suele aparecer en las colecciones emblemáticas con el grabado correspondiente, siempre con el sentido moral del escritor romano.


Cervantes dedicó una de sus Novelas Ejemplares a esta creencia, El licenciado vidriera, que publicó en 1613, años después de El Quijote. El  protagonista es envenenado por un membrillo, como si de la fruta prohibida se tratase, provocándole la "ilusión del vidrio". A mí, el licenciado Vidriera, siempre me pareció tan cuerdo como don Quijote, los dos personajes eran incapaces de desenvolverse en la vida cotidiana y se protegieron en su locura para criticar a la sociedad en la que vivieron. Don Quijote decidió vivir en el mundo de la caballería y el licenciado decidió aislarse para no quebrarse. Ambos se mueven entre la cordura y la locura, entre las armas y las letras, entre la realidad y el deseo, entre la literatura y la vida, pero en lo que atañe a lo demás son muy cuerdos.

Los huesos, como el vidrio, las burbujas, los relojes de arena y las flores marchitas, son un símbolo de lo efímero de la vida en la tierra. El Licenciado Vidriera es, por tanto, una alegoría de la fragilidad en el mundo barroco.

La forma splendet dum frangitur fue usada por Rafael Sánchez Ferlosio para encabezar la segunda parte de su colección de ensayos Las semanas del jardín (1974), título de evidente estirpe cervantina.


De ágil a frágil 

Carmen tenía un cuerpo muy ágil que con el tiempo se volvió extremadamente frágil, pesaba muy poco y siempre estaba dispuesta a subirse a un promontorio para conseguir cualquier objeto que no estuviese a su alcance. De pequeña se subía a los árboles a coger fruta o se encaramaba a un burro sin pensárselo dos veces, aunque terminase en el suelo. No tenía ningún temor a las caídas, ni había sido criada entre algodones. No se amilanó cuando un coche la atropelló con el semáforo en verde y la volteó por los aires, ni cuando poco después se cayó de la mesa camilla a la que se había subido para colocar unos visillos. Los males empezaron con la menopausia y la aparición silenciosa de la osteoporosis, se rompió la cadera en la calle porque, según ella, había tropezado con una raíz de un árbol que sobresalía. En ese momento, creyó oír el ruido de los huesos al romperse como cuando le das un golpe al vidrio y sintió que las ternillas que sujetan los músculos habían estallado como un espejo. A partir de ese momento, el miedo paralizante se instaló en su mente, miedo a caerse y a romperse porque ya le había ocurrido. Y empezó una escalada de roturas: una muñeca, luego el brazo y la otra cadera, para terminar con un cambio de prótesis en la primera cadera; en total, cuatro operaciones que la hicieron dependiente de los demás. Con su buen humor ácido, manifestaba que se había convertido en el licenciado Vidriera. Ya no salía de su casa, su belleza se mantenía protegida entre sus muros como las figuritas de cristal que asomaban tras la vitrina de su salón. Su cuerpo se convirtió en un mírame y no me toques, no quería romperse de nuevo. Antes era firme y ligera, de carne y hueso; ahora, inmóvil y lábil, de cristal. 

sábado, 26 de agosto de 2023

¡Basta de orquicracia!

 

Hace poco un joven campeón español atribuyó sus éxitos a seguir la norma que le inculcó su abuelo: "Cabeza, corazón y cojones", declaró en los medios. No hace mucho el seleccionador nacional de un equipo masculino igualmente triunfador sermoneaba así a sus jugadores antes de un partido: "La clave está en llegar al último cuarto con una ventaja de al menos ocho puntos. A partir de ahí es cuestión de huevos."

 Ahora un sujeto que detenta (y nunca mejor dicho) la presidencia de la federación deportiva más generadora de dinero, públicamente, entre otras tropelías, se los agarra para "ponerlos por testigos" del éxito de "sus" jugadoras, diciendo claramente "aquí no hay más cojones que los míos", y hago con ellas lo que quiero "porque soy el puto amo".

   Estamos todos hartos de gente impresentable que sólo saben aferrarse a sus propios testículos para intentar elevarse sobre los demás, como el personaje del cuento que lo hacía tirando de los cordones de sus botas. ¡Basta de orquicracia! ("poder testicular") Ese viejo culto hispano a lo testicular, al toro, a la taleguilla torera marcando paquete, al caballo de Espartero, tiene que ir acabando de una vez, porque eso es lo que acarrea todos los abusos, violaciones, asesinatos y demás horrores que nos rodean a diario. Pongamos definitivamente los huevos en su sitio, y si hay que romperlos, se rompen, para que podamos decir algún día cosas inofensivas sobre ellos, como que "aquellos huevos trajeron estas tortillas".

Otro ejemplo de orquicracia en política: 

El debate de Almeida y Ortega Smith sobre los "huevos" y los votos.


miércoles, 2 de agosto de 2023

El peor julio de mi vida torturada por los ruidos






En este mes de julio, totalmente olvidable, pensé que me volvía loca al sufrir un tremendo zumbido en un oído por la noche. Sólo hoy, al ver la viñeta de Flavita Banana, ha vuelto la sonrisa a mis labios. Acosada por el calor, por los ruidos de la calle y de los bomberos, además he sufrido una tortura insoportable por las tres obras, todas ilegales, que comenzaron en mi comunidad de vecinos y todavía no han terminado. El ruido, los gritos, la suciedad y el polvo han afectado sobre todo a las zonas comunes y a los pisos bajos. Parece que ha nevado arena. Mi casa, mi lugar de refugio, de repente se ha convertido en una trinchera en primera línea de fuego de la que no puedo escapar. 



1) Reforma integral en el piso de arriba. Era una oficina y ha pasado a ser una vivienda. Taladros y golpes de 8 de la mañana a 6 de la tarde. Ventanas eliminadas en el patio para que el ruido sea más envolvente para los vecinos.

2)  Arreglo de la pared colindante con el edificio vecino que es el responsable de las obras. Primero picaron y después enfoscaron. No han avisado, no han mantenido horarios, algunos días no venían a trabajar y los recuperaban los sábados. La malla de protección, liviana como un velo de viuda,  no impedía que las piedras del cemento viejo cayeran como granizo en mi terraza y en los dos patios produciendo destrozos. Mis plantas están tan estresadas como yo. Todavía les toca pintar. Me han roto el toldo y los vierteaguas.

 3) Obras en el primer piso, una oficina ha pasado a contener dos viviendas. 

Lo que daría por estar ahora en casa Zoilo oyendo al mirlo Pavarotti y, sobre todo, los arrullos y zurreos de las palomas y tórtolas. Para oír al gallo despertador tendría que estar en La Algueña, otro lugar paradisiaco. 

PD (15 de septiembre): A continuación muestro las fotos del bombardeo al que he estado sometida. Como un volcán intermitente han vertido sobre mí lapilli (piedras pequeñas de 1 cm. aprox.) y bombas (trozos grandes) que han roto macetas y vierteaguas y que he tenido que recoger. Los de la izquierda son los de la pared colateral y los de la derecha los del piso de arriba que tiene además un trozo del hierro de los tendederos que sanearon y que cayó a unos diez centímetros de mi cabeza cuando les estaba llamando la atención por haber aprovechado la dana del mes de septiembre para barrer y tirarme toda su porquería. ¿Denunciar o no denunciar?, esta es la cuestión. No creo que sirva de nada denunciarlo en la comunidad de vecinos ni en el ayuntamiento. Prolongaría la agonía. Lo mejor es olvidar que el comportamiento incívico de las personas no tiene límite. 


Pared colateral  (piedras grises)
Piso superior (piedras y trozo de hierro)

lunes, 31 de julio de 2023

Pep Brocal, cómic sobre el Libro de las bestias de Ramón Llull


 "Es incalculable el perjuicio que se deriva de tener un gobierno podrido. De un lado, por el mal que hace. Del otro, por el bien que podría hacer y no hace". Esta reflexión, de rabiosa actualidad en estas semanas de post-elecciones y preelecciones, pero aplicable no solo a cualquier nivel de la política, sino a toda la sociedad, tiene siete siglos. La escribió Ramon Llull (1232-1316) en el Libro de las bestias, a finales del siglo XIII. Es una obra colosal, una fábula en la que los animales son la excusa para hablar de la condición humana. Una sátira sobre el comportamiento humano a la conquista del poder. No hemos evolucionado, lo vemos a diario: la gente hace todo lo posible para mantenerse en su silla", constata el dibujante e ilustrador Pep Brocal (Terrassa, 1967), que ha asumido el reto de llevar al cómic esta pieza del escritor, filósofo y teólogo nacido en Palma de Mallorca, "probablemente el autor más influyente de las letras catalanas". 

El Libro de las bestias es el séptimo de los diez capítulos que forman el Llibre de meravelles, la obra más popular de las 265 de Llull, que además de en catalán escribió en árabe, latín y occitano. "Y sobre multitud de temas: filosofía, teología, ciencia, retórica, derecho, novela, poesía, autobiografía... solo le faltaba el cómic" Para eso ya vengo yo a ayudar”, bromea el dibujante. El sabio mallorquín concibió el Llibre de les bèsties como obsequio para el entonces joven rey Felipe el Hermoso de Francia. Para que pudiera distinguir los buenos consejeros de los malos y detectara si tenía un zorro en su Corte. 

Seguir leyendo: La putrefacción del poder que satirizó Llull llega al cómic.

Un precedente, sin duda, de Rebelión en la granja de George Orwell.