sábado, 26 de agosto de 2023

¡Basta de orquicracia!

 

Hace poco un joven campeón español atribuyó sus éxitos a seguir la norma que le inculcó su abuelo: "Cabeza, corazón y cojones", declaró en los medios. No hace mucho el seleccionador nacional de un equipo masculino igualmente triunfador sermoneaba así a sus jugadores antes de un partido: "La clave está en llegar al último cuarto con una ventaja de al menos ocho puntos. A partir de ahí es cuestión de huevos."

 Ahora un sujeto que detenta (y nunca mejor dicho) la presidencia de la federación deportiva más generadora de dinero, públicamente, entre otras tropelías, se los agarra para "ponerlos por testigos" del éxito de "sus" jugadoras, diciendo claramente "aquí no hay más cojones que los míos", y hago con ellas lo que quiero "porque soy el puto amo".

   Estamos todos hartos de gente impresentable que sólo saben aferrarse a sus propios testículos para intentar elevarse sobre los demás, como el personaje del cuento que lo hacía tirando de los cordones de sus botas. ¡Basta de orquicracia! ("poder testicular") Ese viejo culto hispano a lo testicular, al toro, a la taleguilla torera marcando paquete, al caballo de Espartero, tiene que ir acabando de una vez, porque eso es lo que acarrea todos los abusos, violaciones, asesinatos y demás horrores que nos rodean a diario. Pongamos definitivamente los huevos en su sitio, y si hay que romperlos, se rompen, para que podamos decir algún día cosas inofensivas sobre ellos, como que "aquellos huevos trajeron estas tortillas".

Otro ejemplo de orquicracia en política: 

El debate de Almeida y Ortega Smith sobre los "huevos" y los votos.


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