miércoles, 2 de agosto de 2023

El peor julio de mi vida torturada por los ruidos






En este mes de julio, totalmente olvidable, pensé que me volvía loca al sufrir un tremendo zumbido en un oído por la noche. Sólo hoy, al ver la viñeta de Flavita Banana, ha vuelto la sonrisa a mis labios. Acosada por el calor, por los ruidos de la calle y de los bomberos, además he sufrido una tortura insoportable por las tres obras, todas ilegales, que comenzaron en mi comunidad de vecinos y todavía no han terminado. El ruido, los gritos, la suciedad y el polvo han afectado sobre todo a las zonas comunes y a los pisos bajos. Parece que ha nevado arena. Mi casa, mi lugar de refugio, de repente se ha convertido en una trinchera en primera línea de fuego de la que no puedo escapar. 



1) Reforma integral en el piso de arriba. Era una oficina y ha pasado a ser una vivienda. Taladros y golpes de 8 de la mañana a 6 de la tarde. Ventanas eliminadas en el patio para que el ruido sea más envolvente para los vecinos.

2)  Arreglo de la pared colindante con el edificio vecino que es el responsable de las obras. Primero picaron y después enfoscaron. No han avisado, no han mantenido horarios, algunos días no venían a trabajar y los recuperaban los sábados. La malla de protección, liviana como un velo de viuda,  no impedía que las piedras del cemento viejo cayeran como granizo en mi terraza y en los dos patios produciendo destrozos. Mis plantas están tan estresadas como yo. Todavía les toca pintar. Me han roto el toldo y los vierteaguas.

 3) Obras en el primer piso, una oficina ha pasado a contener dos viviendas. 

Lo que daría por estar ahora en casa Zoilo oyendo al mirlo Pavarotti y, sobre todo, los arrullos y zurreos de las palomas y tórtolas. Para oír al gallo despertador tendría que estar en La Algueña, otro lugar paradisiaco. 

PD (15 de septiembre): A continuación muestro las fotos del bombardeo al que he estado sometida. Como un volcán intermitente han vertido sobre mí lapilli (piedras pequeñas de 1 cm. aprox.) y bombas (trozos grandes) que han roto macetas y vierteaguas y que he tenido que recoger. Los de la izquierda son los de la pared colateral y los de la derecha los del piso de arriba que tiene además un trozo del hierro de los tendederos que sanearon y que cayó a unos diez centímetros de mi cabeza cuando les estaba llamando la atención por haber aprovechado la dana del mes de septiembre para barrer y tirarme toda su porquería. ¿Denunciar o no denunciar?, esta es la cuestión. No creo que sirva de nada denunciarlo en la comunidad de vecinos ni en el ayuntamiento. Prolongaría la agonía. Lo mejor es olvidar que el comportamiento incívico de las personas no tiene límite. 


Pared colateral  (piedras grises)
Piso superior (piedras y trozo de hierro)

2 comentarios:

Guillermo Cabañas dijo...

¡Pobre MªAngeles! Solo se me ocurre como solución que te tomes unas largas vacaciones en un lugar solitario y silencioso. Pero, se que eres luchadora y prefieres estar a pie de trinchera hasta la victoria.
¡Ya te queda menos!
Fuerza y a resistir..
Un abrazo y ánimo.

Mª Ángeles Cuéllar dijo...

Gracias, Guille, por tus ánimos. Pero creo que la batalla la han ganado los ruidos. Besos silenciosos.

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