Las cigarreras' de Gonzalo Bilbao (1915) |
El DRAE afirma que la palabra cigarro proviene del maya "siyar", pero otros autores afirman que deriva de la voz cigarra (a su vez derivada del latín "cicada"), nombre del ruidoso insecto al que recordaban por su aspecto las hojas de tabaco enrolladas formando un cilindro que se introducía en la boca por una de sus puntas y se encendía por la opuesta. Hacia finales del siglo XIX, existían en España distintas fábricas de tabaco en Sevilla, Cádiz, Alicante o Madrid, que se encargaban de elaborar el tabaco venido de América. El oficio en un principio fue también de hombres, pero pronto las mujeres los relegaron porque su habilidad con las manos, más finas y pequeñas, permitían liar más rápido el tabaco y, sobre todo, porque se las consideraba poco conflictivas y cobraban menos.
La cigarrera
española ha dado vida a uno de los seres más insólitos de la cultura popular y casi universal,
el mito de Carmen: una mujer independiente, rebelde y apasionada. Por la ópera Carmen de Bizet (1875),
basada en la novela de Prosper Mérimée (1847) nos ha llegado una versión romantizada del oficio. Concebida por una
imaginación francesa, recibió los legados míticos de la mujer fatal y los
atributos pintorescos de la época. Su historia no puede tener más tópicos, una
cigarrera gitana que traerá la desgracia de los hombres con los que se cruza,
desde un torero granadino a un cabo navarro. La narración está ambientada en la
fábrica de tabacos de Sevilla.
Pero la
realidad de las cigarreras fue menos sofisticada y bastante más interesante. Fueron
las primeras mujeres que lucharon en grupo por sus derechos y en afiliarse a los sindicatos. Constituyeron una
Hermandad de Socorro para ocuparse de toda aquella compañera que se encontrase
en apuros y consiguieron salas de lactancia y escuelas. Finalmente, no pudieron competir
con la llegada de la maquinaria de producción.
Para conocer mejor a estas mujeres es imprescindible acercarnos al artículo «La cigarrera», publicado en la colección costumbrista Las mujeres españolas, americanas y lusitanas pintadas por sí mismas a principios de la década de 1880, y a la novela La Tribuna (1883), ambas de la escritora realista Emilia Pardo Bazán. En el prólogo, la autora califica la novela como un «estudio de costumbres locales», aunque dada la presencia en la trama argumental de sucesos políticos tan recientes como los derivados de la revolución de septiembre del 68, decidió situarla en un microcosmos de ficción, Marineda, trasunto de la Coruña. Como era preceptivo en la novela realista, se documentó durante dos meses, oyendo conversaciones, delineando tipos, cazando al vuelo frases y modos de sentir: "Me procuré periódicos locales de la época federal (que ya escaseaban); evoqué recuerdos, describí la Coruña según era en mi niñez (…) y reconstruí los días del famoso Pacto, episodio importante de la historia política de esta región..." La novela nos presenta la evolución de una niña, Amparo, de condición humilde y aficionada a callejear sin rumbo, hasta convertirse en una atractiva obrera revolucionaria, que recibirá el apodo de «Tribuna del pueblo». La protagonista está Inspirada en la figura histórica de Águeda Montes, La Republicana, una revolucionaria santanderina que provenía también de una tabacalera. También se ha relacionado la novela con la obra de Faustina Sáez de Melgar, Rosa la cigarrera de Madrid (Barcelona, 1872).
El relato "La cigarrera" (descargar aquí) de rápida y amena lectura nos dará una idea más acertada del duro trabajo de estas mujeres con pinceladas naturalistas. El artículo vaticina la desaparición del oficio de cigarrera por los higienistas y moralistas que proscriben el tabaco que junto al café y el alcohol son los verdaderos venenos intelectuales de los hombres. De su pluma asistimos a la descripción de la fabricación del tabaco a destajo en los talleres insalubres que sostiene el Estado ("colmena inmensa donde las abejas son mujeres, y la miel y la cera puros y pitillos"), donde son ayudadas por sus hijas. Las cigarreras son listas en el trabajo, tienen opiniones políticas, son más atrevidas y libres que las otras mujeres del pueblo y están unidas por misteriosos lazos sociales ("por esa especie de solidaridad masculina de los clubs, de los círculos"). Finalmente, la autora considera: "Mientras haya sol y hombres, habrá cigarros".
https://unlectorindiscreto.blogspot.com/2021/09/la-tribuna-de-emilia-pardo-bazan.html
https://academiaplay.es/emilia-pardo-bazan-puros-revolucion/