Un regalo inesperado. Lo mejor del día. Ocupará un lugar en mi casa y mi corazón.
Peter Hassell |
Por fin se ha inaugurado la primera exposición antológica dedicada a la pintora realista, después de 25 años, en la que se descubre el archivo de fotografías que la artista tomaba de la ciudad para luego retratarla: El Japón en Los Ángeles.
Ver y pasear entre sus cuadros me ha emocionado profundamente. Declaro mi admiración más profunda por una pintora tan sensible y original, capaz de crear una atmósfera subyugante. Ver los cuadros de Madrid en su tamaño y color original me ha llenado de nostalgia por un tiempo pasado y oscuro que todavía sigue en mi memoria.
Para más información ver la entrada anterior: El paso y el peso del tiempo en la pintura de Amalia Avia.
La imagen posterior (San Bernardo, La Casa de las Maletas, 1985) no se corresponde con ningún cuadro de la exposición, a no ser que las lágrimas me hayan impedido verlo, pero demuestra la permanencia de los negocios y las tiendas en la actualidad. La luz se asoma entre las sombras del ayer.
Marco Melgrati |
*Villena Cuéntame es una fábrica de crear recuerdos, su autor Santiago Hernández Reig realiza una gran labor de recopilación de imágenes que reflejan la historia de la ciudad. La he visitado muchas veces.
http://www.villenacuentame.com/search?q=fuente+la+rana+ |
Leed aquí la introducción y el capítulo dedicado a las lavanderas.
https://elpais.com/espana/madrid/2022-01-24/los-oficios-desaparecidos-de-las-mujeres-de-madrid.html
Y seguimos siendo indómitas
Me ha extrañado que en libro anterior no haya ninguna referencia a las zapateras, tal vez porque eran una minoría. En esos años, en Villena las mujeres también trabajaban en un oficio que todavía se mantiene: las zapateras, mujeres que además de trabajar en las labores de la casa ayudaban a sus padres y maridos en la confección de calzado que empezó por aquellos años a convertirse en una industria. Mi abuela Ángeles Caturla, junto a sus hermanas, trabajó en el taller de su padre hasta que se convirtió en un negocio próspero.El escritor mejicano Emiliano Monge se adentra en la enfermedad mental de su madre en su novela Justo antes del final.
"La latencia de la locura es también el temor a la locura. Yo sigo y seguiré marcado por ese temor al enloquecimiento de la gente cercana y de uno mismo. Hay un tema que a mí me cuesta mucho resolver. Ante amigos, las crisis o las tragedias de gente cercana sé cómo actuar, casi siempre, sé acompañar. Y en cambio, con el tema de la locura me cuesta mucho. Me alejo de la gente que está cerca. Es algo que trato de explicarme en esta novela y que he visto que también le sucedía al personaje principal ¿Eso por qué? ¿Cómo funciona? No lo sé. Es como la presencia de un abismo, la presencia como de un hueco en la realidad que sabes que está ahí, que en cualquier momento podría decidir succionarte o succionar a la gente que está cerca. Y me aterra".