Como no soy de verbo fácil, a veces me gustan más las imágenes que las palabras. Ya lo ha escrito Juan José Millás (¡Con qué pasión se amó!), a mí solo me queda añadir esta otra foto de Cristina Cifuentes en la Asamblea de Madrid después de la moción de censura.
P.D.: Con la llegada de Isabel Díaz Ayuso, morena que tal vez fue rubia de niña, tenemos otra ratita presumida. Las cosas siguen igual, parece tan encantada de conocerse como las anteriores:
En el paseo por los periódicos de toda índole que me doy
todas las mañanas, me he encontrado con este reportaje: Esta profesora no entra en una cárcel, sino en un instituto: un día con los valientes que enseñan en las Tres Mil Viviendas sobre el IES Domínguez
Ortiz de Sevilla. Un centro de los llamados
de educación compensatoria o de difícil desempeño, por la situación de
marginalidad que lo rodea, por tener alumnado en situación de desventaja social
o procedente de minorías étnicas (el 96% del alumnado es calé). Sin querer, me
he acordado del instituto de infausto nombre de Carabanchel en el que estuve
dos años. La única diferencia es que los profesores que están en el Domínguez
Ortiz lo hacen de forma voluntaria y participan en bolsas específicas para
acceder a este tipo de plazas. Hay que ser muy valiente para dar clases en esas
condiciones. Quien lo probó lo sabe.
"La bandera del pueblo gitano ondea junto a la española, la
andaluza, la europea y la sevillana sobre la entrada. Desde dentro se ve el
exterior a través de unas ventanas con barrotes gruesos. Todo tiene un aspecto
carcelario, a pesar de los murales multicolor hechos con cartulinas: puertas de
acero con pequeñas ventanas con cristales rotos, vigilancia intensiva en los
pasillos, cámaras de seguridad en las esquinas, patadas y puñetazos marcados en
las puertezuelas de los despachos. Suenan portazos metálicos. Y gritos, muchos
gritos".
Guetos en el instituto http://www.elmundo.es/sociedad/2017/09/06/59afe657268e3e3c018b4769.html
Totalmente de acuerdo con la carta de la profesora de secundaria Raquel Romero al consejero de Sanidad de la CAM por sus estrambóticas recomendaciones:
"Mis alumnos de Secundaria se enfrentan a jornadas escolares
similares al horario laboral de muchos adultos (siete horas en el instituto
donde trabajo) y lo hacen en grupos de 33 y encerrados en aulas demasiado
pequeñas sin toldos, ventiladores ni aire acondicionado, en edificios en muchos
casos pésimamente orientados y peor aislados donde pega el sol toda la mañana.
Su escasa media hora de recreo la pasan en patios y canchas donde las zonas de
sombra son una anécdota, si es que tienen la suerte de haya alguna.
Querría pensar que cuando un consejero de Sanidad no
asesora al Consejero de Educación ni le insta a tomar medidas efectivas contra
los efectos del calor en colegios e institutos lo hace desde el
desconocimiento, pero cuando se atreve usted a desaconsejar por motivos de
salud la instalación en las aulas de equipos de aire acondicionado de los que
sí están dotadas las áreas de pediatría de los centros de salud y de los
hospitales públicos de los que usted es el máximo responsable no me queda más
remedio que pensar que en uno de los dos casos está actuando con negligencia.
También quiero pensar que cuando un consejero de Sanidad
recomienda que los alumnos se dediquen a elaborar abanicos de papel para
combatir las altas temperaturas en las aulas lo hace desde el desconocimiento,
porque lo contrario supondría directamente cuestionar la profesionalidad de los
docentes y menospreciar el trabajo que realizamos, que no consiste en organizar
"terapias ocupacionales muy importantes para los niños" sino educar y
enseñar de acuerdo a los más altos estándares de aprendizaje recogidos en una
ley educativa que seguro que le suena porque la ha redactado su propio partido”.
Ya tenemos el calendario del mes de junio. El calendario responde a un concepto claro de literatura universal, su autor lo explica muy bien: “Estoy muy en contra de un canon tan eurocentrista como el que nos
hace conocer solo a franceses, ingleses, españoles claro, y quizás
estadounidenses. Por eso busco a Bazov, patriarca de las letras búlgaras, o a Issa, o a Seth, o...”.
Como ya sabéis, hay que pinchar en el enlace y después
debajo de cada escritor para acceder a la información escrita y audiovisual:
El sábado por la noche, sin saber qué hacer, encendí la tele
y puse el cine europeo de tv2 que lo dan sin anuncios. No tenía ni idea de lo
que ponían, es más, me extrañó el título, Alabama Monroe, y pensé: " Vaya timo, si la peli no parece americana", menos mal que el
periódico me informó de que era belga y había sido nominada al Oscar a la mejor
película extranjera en 2012. Al rato estaba subyugada por la música, las
imágenes y el atractivo de los protagonistas; a la media hora empecé a llorar
de la emoción y no pude parar hasta el final. La historia es simple: chico
conoce a chica, él es un músico apasionado, un soñador antisistema, y ella es
una tatuadora profesional y partidaria del pensamiento mágico. Viven alejados de la ciudad y, sin quererlo, tienen
una hija con la que comparten su felicidad hasta que enferma de cáncer y todo se
viene abajo, empiezan los reproches y la desintegración de sus vidas. La
historia no está contada de forma lineal y no cae en el melodrama porque se
redime con la música country, especialidad “bluegrass”, que es el eje central. Y es que la vida es así, como la película, está llena de amor, desamor, felicidad, sexo, dolor, muerte, duelo y música.
Siempre es una alegría encontrarte con antiguos compañeros que además son amigos, Juan Beltrán es uno de ellos. Cuando le hicimos la entrevista para el periódico del instituto, con un titular llamativo por su ambigüedad, había dejado de dar clase en la cárcel y estaba estudiando periodismo, su gran pasión. Todavía sigue en la enseñanza, es más joven, y colabora en la sección de cultura de La Razón. Destaco la estupenda entrevista que realizó al escultor Martín Chirino.
Le gustaban los animales. Alguna vez llegó a pensar que
prefería los cachorros a los niños. De pequeña alimentó con su boca a un
gorrión que acabó aplastado por el culo de una pariente. Como siempre estuvo de
la ceca a la meca, no pudo tener ninguna mascota propia y acariciaba a
cualquier perro o gato que encontrara en su camino. Invariablemente, ellos la
perseguían con un amor incondicional. Solo consiguió tener periquitos y
canarios, a los que liberaba de su jaula.
Estos, henchidos de amor, acababan buscando cobijo y calor en su cuello, mientras que a los demás miembros de su familia, encargados de limpiarlos, solo
les picoteaban en la cabeza. En el chalé donde veraneaba, reunía a todas las
mascotas de la vecindad sin utilizar ninguna flauta, los hipnotizaba en silencio con sus manos delicadas y
bellas. Su admirador más insistente era el gato blanco de los vecinos que, agitando
su cascabel, se paseaba majestuosamente a su alrededor para acabar acurrucado
en sus pies. Septiembre suponía la vuelta a la rutina, se cerraba la casa y se disolvía
la corte de mascotas. Cuando volvió por Navidad, se encontró con un espectáculo
dantesco al abrir su habitación. Entre un olor nauseabundo, la ropa de la cama
revuelta y rasgada, el colchón carcomido, los visillos llenos de heces, yacía,
casi momificado, el gato. Se había
quedado encerrado en la habitación de la amada cuando silencioso la siguió para
ver cómo preparaba la maleta. Al saludar a los vecinos, se enteró del disgusto
que tenían por la desaparición del gato. Reprimió sus lágrimas y calló sobre su muerte
en su cárcel de amor. Hoy todavía se
pregunta cómo nadie oyó sus desesperados maullidos.