martes, 20 de octubre de 2015

Demolición del edificio que albergó la sala Cadarso y el Colegio Covadonga


Observo estos escombros de recuerdos imborrables y rememoro todos los poemas que han hablado de ruinas y las han comparado con la naturaleza humana. El despedazado edificio evoca en mí voces dormidas, memorias funerales que el alma siente, reliquias de la edad temprana. Derribados los sueños, antaño fuertes ahora desmoronados, he mirado los escombros reconvertidos en metáfora del tiempo y me ha invadido la desolación. Ya no volveré a escuchar las risas jóvenes, ahora transformadas en silencio mudo, que poblaban la peligrosa escalera que ascendía hasta las clases para envidia del mundo.
¡Qué absurdo! El colegio, para mí, desapareció cuando lo abandoné en 1991 en una regulación de empleo porque quitaron el concierto al nocturno, a pesar de que era demasiado joven para quedarme y demasiado vieja para irme. Trece años intensos que me marcaron, porque me formé como persona y como profesora. Allí vivimos todos, profesores y alumnos, los avatares de la transición. Desde mi huida hacia adelante, no he vuelto la cabeza atrás ni una sola vez para no convertirme en una estatua de sal. Y esas fotos están removiendo los cimientos de mi plano del mundo. Todo desapareció, cambió la suerte.

La pequeña sala Cadarso, situada en los bajos del edificio del colegio,  primero fue un cine-estudio y luego, en febrero de 1976, se convirtió en teatro donde los madrileños pudieron ver los mejores espectáculos de los grupos de teatro independiente. Siempre estará unida en el recuerdo de mi colegio porque los dos estuvieron condenados a peligro de cierre por no reunir los requisitos establecidos por la Ley y porque, cuando no tenían público, a los del nocturno nos invitaban a asistir gratis a sus representaciones. Se clausuró la sala Cadarso en 1985 y se incorporó como salón de actos al colegio para reconvertirse después en gimnasio. El colegio se cerró en 2008 (“Porque tenemos un marco sin puerta”):



 Porque no haya más finales para los principios
 Porque éste no sea el principio del final 
 Porque nunca, nunca, nunca más 
 Se cierre un colegio como el Covadonga
En mayo de 2020, el edificio de Cadarso 18 apareció en todos los periódicos porque en los apartamentos de lujo que se habían construido allí estaba pasando la cuarentena la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

FUHEM un hogar para pensar, educar y transformar

Para los nostálgicos recomiendo ver el documental que se elaboró con motivo de la celebración de los 50 años de la Fundación del Hogar del Empleado, se puede ver en cuatro partes en rtv.es  A la Carta UNED (26/2/2016):
El capítulo inicial no tiene desperdicio:

Los orígenes de FUHEM se remontan a 1949, bajo la forma de Asociación El Hogar del Empleado. En 1965, se constituye la Fundación Benéfico Social Hogar del Empleado y sus estatutos reflejan la voluntad de sus fundadores: el desarrollo integral de la persona, del “empleado” o trabajador y su familia, según la terminología de entonces, lo que explica el nombre actual de nuestra entidad.

En el artículo Breve historia de Sáenz de Oiza, el arquitecto que pidió perdón por crear Torres Blancas hay una referencia al Colegio Lourdes, otro centro de FUHEM:
“El Hogar del Empleado también dejó una de las obras más desconocidas y llamativas del arquitecto en Madrid: el Colegio de Nuestra Señora de Lourdes, construido entre 1961 y 1963. Tras la Colonia de Puerta del Ángel, los arquitectos proyectaron la de Lourdes en Batán, al sur de la ciudad. La ideología de todas aquellas colonias bebía del movimiento arquitectónico moderno europeo, con Le Corbusier a la cabeza, que consistía en crear barrios enteros: "unidades vecinales" dotadas de servicios de las que apenas tuvieras que salir. A la de Lourdes le pusieron locales comerciales, una iglesia y un instituto. Ya entonces, mucho antes de El Ruedo y Torres Blancas, Oiza construía de forma circular.”

martes, 6 de octubre de 2015

Blog Palabras por Madrid

Divertido e interesante blog por el que merece la pena dar un paseo. Esté pensado para aprender español callejeando por Madrid.
http://palabraspormadrid.blogspot.com.es/

domingo, 4 de octubre de 2015

Leonardo Padura y la generación escondida

Leonardo Padura ha sido para mí todo un descubrimiento. Empecé leyendo Herejes que me parece una novela redonda y he terminado con las  cuatro novelas del detective Mario Conde que hacen referencia a las cuatro estaciones. Mario es un policía triste (no un triste policía) que lucha para que los malos la paguen en la Habana de finales de los ochenta, un tipo empecinado en rehacer la historia.  Con ecos de sus novelas favoritas del género, es un (¿apetecible?) soltero de treinta y seis años, prealcohólico, adicto a las duralginas, pseudoescritor, cuasiesquelético, posromántico, con principios de calvicie,  úlcera y depresión y finales de melancolía crónica, insomnio y existencias de café descompuesto, dispuesto a compartir su cuerpo, fortuna e inteligencia con una mujer de cualquier color, incluso árabe si no es musulmana. Es de los que se enamoran: sufre y canta boleros.
Las novelas cuentan la historia del detective y sus amigos (la generación escondida: hijos de la revolución, atados a Cuba, pero con necesidad de huir) antes y después de todos los desastres: físicos, morales, espirituales, matrimoniales, laborales, ideológicos, religiosos, sentimentales y familiares, de los que solo se salvaba la célula originaria de la amistad, tímida pero insistente como la vida. Padura se presenta como un escritor inteligente y lúcido, autor de unos diálogos tan ingeniosos como los de otros escritores nacidos en ese país hecho de mestizajes.
Estuve en Cuba como turista por aquellos años y me enamoré de sus gentes y de su paisaje. Nunca pude comprender como el bloqueo de EEUU les estaba asfixiando sin que ningún país les defendiera, una vez caído el imperialismo ruso. 

sábado, 3 de octubre de 2015

Vuelven los recortes en los institutos

Los directores de instituto denuncian que la mayoría tienen más de 30 alumnos por clase 

La consejería ha dado instrucciones ya en octubre a un instituto de Aluche (IES Iturralde) para que se desdoble un grupo con casi 40 estudiantes. 
Los directores de instituto de Madrid estiman que un 51,3% de las clases de los centros tiene más de 30 alumnos. El cálculo lo han realizado a raiz de una encuesta a través de internet y a la que han contestado medio centenar de institutos. El sondeo detalla que de esa mitad de grupos con más de 30 alumnos un 38% tienen entre 30 y 35 estudientes y más del 12% supera los 35. El límite legal fijado por el Ministerio fija en 30 el máximo de alumnos de ESO y en 35 el de Bachillerato por aula. La encuesta de los directores no desglosa los datos por curso, así que no especifica si hay grupos que superen el límite legal. La Consejería de Educación niega que haya grupos en Madrid que superen el número de alumnos legal ni en ESO ni en Bachillerato. Un portavoz ha insistido además en que las ratios medios están bastante por debajo del máximo permitido. No obstante, han tenido que actuar en sentido contrario en algún caso concreto. De hecho, la propia presidenta Cristina Cifuentes ha pedido "comprensión y paciencia" hoy para ajustar las ratios (...).

Como decían Las madres del cordero, admirado grupo de Moncho Alpuente: A pesar de todo, todo sigue igual.

Luisa Juanatey y su "Elogio al profesor"





Leyendo este artículo de EL Confidencial sabemos mejor lo que pasó con la enseñanza en estos últimos años cuando la la educación española se echó a perder.

jueves, 1 de octubre de 2015

¿Verdaderamente son culturales y apropiados para los mayores de 60 años los viajes de la comunidad de Madrid?

Pues no, un no rotundo. Ni culturales ni especiales para mayores. Un matapersonas. Mucho autobús y poca información. Nos hemos pasado prácticamente los seis días del recorrido en autobús por Lisboa y alrededores dando una media de 4 vueltas al día por las carreteras en atascos para ir a comer al hotel que estaba en otra  localidad. No hemos estado apenas en Lisboa ni en Sintra, y hemos perdido mucho tiempo en lugares que tenían poco interés (incluso, tuvimos una parada en Estoril para ver el casino que ni siquiera estaba anunciada). Nuestro guía acompañante daba una información escasa y confusa salpicada de dudosos chistes, solo tuvimos una guía local media mañana. Creo que he vuelto sabiendo menos de la historia de Portugal que antes de irme. Pero lo peor de todo ha sido el viaje de regreso: estuvimos más de tres horas seguidas en el autobús después de comer sin hacer una parada técnica y hubo gente que lo pasó muy mal, toda una falta de consideración para los viajeros que rondaban los setenta años. Los autobuses ni tenían confort ni wifi, y el servicio, tan necesario en estos casos de emergencia, estaba cerrado. Tal vez estos viajes, parecidos a una tortura, sean una forma sofisticada  de deshacerse de la tercera edad y así pagar menos pensiones. Esta vez la mayorista era Interrías y a ella hay que achacarle la mala organización del viaje.
Es la segunda vez que tropiezo con estos viajes y (espero) la última. En fin, que la culpa es mía por no leerme bien el recorrido y haber accedido porque mis amigas me acompañaron a Malta (este último viaje ha hecho mucho mejor al anterior) con la condición de que fuésemos a Lisboa. Los organizadores deben pensar a quién van dirigidas las rutas que programan, porque, para ir casi cincuenta personas como borregos en el autocar, los precios tampoco son tan baratos. La comida regular (eso sí con vino peleón del lugar) y repetitiva,  y el hotel con una moqueta que clamaba a gritos ser sustituida.
Lo mejor, un paseo solitario por la extensa playa Caparica rodeada de gaviotas y surfistas. Cuando volvíamos, vi caer por fin al Cristo Rey en un planeado salto del ángel al hermoso río Tajo.

Carles Capdevila: enseñar con humor

La risa es fundamental en la vida y en la profesión de profesor