domingo, 22 de marzo de 2015

Hasta pronto, ilustres vecinos de Malasaña

Ayer me levanté con la intención de disfrutar, como todas las mañanas, de la lectura de Moncho Alpuente en el diario Publico, cuando me encontré  con la inesperada noticia de su muerte como un rayo fulminante en un viaje a Canarias, no sé si de la tercera edad con descuentos. Le conocí en la obra de teatro Castañuela 70 y le llevo viendo toda la vida en su barrio y el mío, Malasaña, y concretamente en la calle del Pez. En sus breves columnas con humor satírico y fina ironía diseccionaba la vida de este Madrid que nos tocó vivir. Ha sido un  gran escritor que nunca fue lo suficientemente reconocido porque era particularmente incómodo para el poder.
Con su desaparición he recordado otras dos muertes de cantautores y vecinos del barrio que me impactaron. En primer lugar la de Enrique Urquijo, líder de Los Secretos, muerto en 1999 por sobredosis, que siempre estuvo sumido en un círculo vicioso que le llevaba de la depresión a las drogas y de las drogas a la depresión.  Lo encontraba por la mañana en el kiosko de prensa de la glorieta de san Bernardo y por las noches en la Vía Láctea.  La otra es la del cantautor, Hilario Camacho que, en agosto de 2006, buscando desesperadamente un algo, que sé yo qué misterioso (como decían los versos de Blas de Otero), se fue por voluntad propia. Lo encontraba comprando en el Día.
No me atreví nunca a saludarlos. Lo haré cuando nos encontremos en el otro barrio.
A los anteriores tengo que añadir a Javier Krahe que vivía también en la calle del Pez.
Malos tiempos para la lírica.





He encontrado el entrañable y divertido Blog de Antonio Gómez,  Memoria músico-festiva de un jubilado tocapelotas. que refleja con mucho sentido del humor lo que significo la música y el teatro en los últimos años del franquismo y en la transición:
http://aplomez.blogspot.com.es/search/label/A%20modo%20de%20biograf%C3%ADa
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viernes, 20 de marzo de 2015

El discurso, Manuel Rivas (patadas al diccionario)

Aunque el texto es un poco antiguo (2003), no está mal recordarlo en los tiempos que corren. Estaría muy bien utilizarlo para los alumnos de 2º de Bachillerato. Hay que fijarse en la foto que acompaña a esta entrada, en el logo de los juegos olímpicos que nunca se realizaron, en lugar de 2020, las chanclas señalan la fecha de 20020.

Antes de hablar, enfatizó el presidente, quiero decir unas palabras.Y lo que voy a decir es una verdad como un témpano. Hemos estado entre la espalda y la pared. Hemos ido de caspa caída. Hemos tenido el handicap en contra. Hemos pasado de castaño a oscuro. Nos hemos visto metidos en más de un membrete. De mí se ha dicho que soy un higocéntrico. Pero, recordad, siempre insistí en que todo era pataca minuta, que no había que confundir los churros con las merinas, ni agobiarse en un vaso de agua, ni hacer caso de las antenas paranoicas ni de la fiebre óptica. Yo siempre lo tuve herméticamente claro: Renaceremos de nuestras cenizas como el gato Félix, diga lo que diga el obstáculo de Delfos.
Bien sé que a todo Napoleón le llega su Water-polo, pero yo fui llamado a llenar el vacío de las ausencias y no me voy a salir por la tajante. Mis adversarios dicen que he colocado a España en un lugar antipático a los ojos del mundo. También en eso les ha salido el tiro por la horma del zapato. Me cuentan y no paran de chistes que circulan por Internet, en Portugal, sin ir más lejos. "¿En qué se parecen un presidente español humilde y Superman? En que ninguno de los dos existe". Je, je. Y otro: "¿Por qué cuando empatan a cero, Portugal mete cero goles y España cero golazos?". Muy simpáticos estos portugueses. Será por eso que en las Azores estábamos cuatro y sólo se habla del famoso trío. La verdad es que cuando nos presentaron al primer ministro portugués, le guiñé un ojo a Bush y le dije: "¿Sabías, George, que el nuevo puente de Lisboa sobre el Tajo es el más grande del mundo y uno de los más grandes de Portugal?" ¡Cómo nos reímos!
A mis presuntos sucesores, paciencia. Hay que saborear el éxito en pequeñas diócesis. No quiero que dividáis el partido en tres mitades ni que comiencen las hostialidades. Siempre me tendréis aquí, donde debe ser, a babor, a la derecha. Y ahora viene, lo fundamental. Como dice nuestro patrón fundador, marcando el paso de los tiempos, sin asombro de duda: llegado el momento, y si es menester, hay que sacar los votos hasta de debajo de los ladrillos. Porque, y esta es la gran cuestión, ¿qué futuro vamos a dejar a nuestros antepasados?

Procrastinación o síndrome de Escarlata O'Hara

"Tarditas et procrastinatio odiosa est" (Cicerón) 

Me gusta aprender palabras y más si estas designan comportamientos. La procrastinación (del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro) es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables. El término pertenece a la psicología, a mí me gusta más llamarlo síndrome de Escarlata O’Hara, la protagonista de la película Lo que el viento se llevó, cuya  incapacidad de enfrentarse con la realidad se plasma en la frase: “Ya lo pensaré mañana”, que con diversas variantes, aparece en cerca de 40 ocasiones a lo largo de la novela y que se convierte en un rasgo inherente a la joven. La procrastinación como síndrome que evade el responsabilizarse posponiendo tareas puede llevar al individuo a refugiarse en actividades ajenas a su cometido. 
La costumbre de posponer genera dependencia de diversos elementos externos como navegar en Internet, leer libros, salir de compras, comer compulsivamente o dejarse absorber en exceso por la rutina laboral, entre otras, como pretexto para evadir alguna responsabilidad, acción o decisión. Un famoso refrán que combate la procrastinación es el que dice: «No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy». Ese era mi lema antes de jubilarme, ahora pretendo que las cosas sigan un ritmo más pausado y me gusta entretenerme en actividades que antes no podía realizar.
Para saber más:

martes, 10 de marzo de 2015

Amistad rota

¿Cómo es posible que se pierda la amistad de más de treinta años en un instante? Pues se rompió en un segundo,como un jarrón. El cariño, forjado desde la adolescencia, se terminó en una tarde fría y lluviosa del mes de octubre en una cita por sus cumpleaños respectivos. Juntas, las dos amigas  habían vivido los acontecimientos más importantes de sus vidas: los  guateques,  el primer amor, la facultad, la primera borrachera,  la tesina, la boda, el nacimiento de un hijo, las oposiciones, las visitas al sanatorio, la muerte de los padres, viajes, el adulterio,  la muerte del marido. Al principio compartieron amistad y barrio, al final solo reproches. Habían quedado para comer ese día aciago y no se encontraron a la hora prevista. Una de ellas, de baja por depresión,  bañada en alcohol durante la espera, se puso fuera de sí como ya había hecho otras veces, y recibió a la otra chillando. Carente de toda lógica, la echó de su casa con cajas destempladas. El recuerdo del portazo en la entrada entre insultos, mientras el cachorro de perro adoptado se restregaba en su pierna, es una escena que se repite muchas veces en las pesadillas de ambas. Fue la gota que colmó el vaso, pensé mientras mis lágrimas se mezclaban con la lluvia que caía salvajemente sobre mi rostro y mis medias rotas; muerta de hambre y de rabia llegué a duras penas al metro, veinte minutos después. Fue imposible pegar los fragmentos de esa amistad rota. La llamada de la reconciliación no se produjo y el tiempo ha ido pasando inexorablemente sin que ninguna de las dos haya pedido perdón. 

domingo, 8 de marzo de 2015

Malas noticias

La taimada, mentirosa, incombustible y mala actriz,  ha sido designada para la alcaldía de Madrid. No tengo palabras. Solo  palabrotas. ¡Qué mala imagen para el día de la mujer trabajadora!

Paralelismos
Como cada vez que uso el transporte público urbano suele tocarme de compañera gente de pocos recursos y bajo nivel social, a veces extranjeros, que hacen que mi trayecto no me resulte lo cómodo que podría esperarme, voy a proponerle a mi alcalde que suprima alguna línea actual y en su lugar cree otra que, para el mismo trayecto, cueste algo más cara, lo suficiente como para que esa gente siga usando la línea antigua y en la nueva sólo vayamos los que disponemos de más medios. Total, a ellos les dará igual tenerme o no de compañero y yo, desde luego, iré más cómodo así. ¿Que soy un egoísta? ¿Que mis argumentos son despreciables? ¿Que ninguna Administración pública será tan irresponsable como para hacerme el juego? ¡Qué va! Cambiemos “transporte” por “educación” y… ¡ahí está!: ¿o qué es, si no, la enseñanza concertada?— Roberto García de la Calera.

sábado, 7 de marzo de 2015

Extraños compañeros de viaje

Fue un viaje a ciegas. No se sabe cómo, pero los dos fueron enrollados para pasar unos días con una pareja de amigos. No se conocían. A cada uno de ellos le dijeron que si no le importaba que fuese su amigo-a, muy majo-a, por cierto. Pues claro que no, contestaron. No hicieron preguntas, no se vieron antes de emprender la marcha. Los cuatro eran profesores jubilados. En el aeropuerto se miraron de reojo con gran susto. Ella pensó: qué tipo más extraño, delgado, inexpresivo, calvo con una estrella roja en la boina. Él pensó: qué mujer más estrafalaria, gordita, nerviosa, con una escarola pelirroja en la cabeza. Cuando se repartieron las habitaciones en el hotel, dijeron al unísono que ellos compartirían una. En el ascensor ella le comentó: tengo que avisarte que ronco, me lo han dicho mis sobrinos y un sobrino nunca miente. No importa, respondió. Ella no había dormido nunca en una habitación con un desconocido, se sentía insegura; el primer día durmió fatal, no sabía dónde cambiarse, qué hacer con la ropa, cómo apañárselas en el cuarto de baño. Él durmió a pierna suelta, acostumbrado a viajar a sitios exóticos con compañías de todo tipo. El segundo todo fue mejor. Los dos, callados, con un peculiar sentido del humor, están acostumbrados a estar solos. La convivencia fue muy fácil. Distantes y cercanos, nunca se contaron sus sentimientos. Pasados los cuatro días, se despidieron con una mezcla extraña de pena y liberación. Les resultó muy duro acostumbrarse a la vida cotidiana después de unos días tan intensos. 

jueves, 5 de marzo de 2015

Las cuatro estaciones

Hice estas cartulinas para ayudar a una compañera que estaba preparando las oposiciones de infantil. Solo se necesita un poco de paciencia y creatividad. Utilice elementos diversos que hay en todas las casas: cartulinas de distintas texturas, telas, algodón, rotuladores, fieltros... Las pongo aquí por si sirven para otras personas.