La verdad de la señorita Harriet, bien escrita, se lee con interés desigual. Empieza con una
trama lenta, la intriga va apareciendo en la segunda parte y se hace
vertiginosa al final. La autora nos plantea un juego muy interesante entre la
realidad y la apariencia. El punto de vista de la protagonista nos atrapa desde
el principio para hacernos dudar de lo que ha contado. ¿Es una dama encantadora
y altruista o una arpía que busca la infelicidad de los que la rechazan? ¿Por
qué su padrastro no quería ni verla? Todo parece indicar que el veredicto tiene
razón. Esta vez sí recomiendo la novela.
Como Mihura, yo siempre he sospechado de las visitas, del enemigo silencioso, de los
quintacolumnistas que poco a poco se van apoderando de ti y de tu espacio,
porque lo que quieren es huir de su aburrimiento y vivir tu propia vida.