Tras Filomena, los periódicos se han hecho eco de los
reflejos que la nieve ha tenido en la Literatura.
1. Muñoz Molina, en su artículo de El País Penitencia de la nieve: La mejor nevada que yo recuerdo de la literatura es la que empieza a
caer en las últimas páginas de Los muertos, de James Joyce. Tumbado junto a su
esposa en la cama del hotel, Gabriel Conroy se vuelve hacia la ventana y ve
caer la nieve. Guillermo Cabrera Infante tradujo admirablemente la prosa limpia
y honda de Joyce: “Caía nieve en cada zona de la oscura planicie central y en
las colinas calvas, caía sobre el mégano de Allen y, más al oeste, suave caía
sobre las sombrías, sediciosas aguas de Shanon”.
Monólogo final de la película "Dublineses", de John Huston, basada en el relato "Los muertos", de James Joyce.
De sobra sabemos que la nieve, en la ciudad, pasa de prodigio inmerecido a material calamitoso, a ennegrecerse, a mancharse de residuos de gasolina quemada, a convertirse en una especie de borra inmunda: es una nieve vieja, que se mezcla con los residuos de las aceras, y que cuando va fundiéndose deja aflorar todas las cosas que cubrió su blancura embustera. (...) Y ni siquiera esa penitencia extrema de la nieve me ha vuelto insensible a la emoción de su advenimiento.
2.Los trece mejores poemas 'helados' que debes leer tras la nevada histórica
De Ángel González a Lorca pasando por Alfonsina Storni o Alberti. Aquí aparecen algunos versos de los mejores poetas hispanohablantes. Ya lo decía el gran poeta Ángel González: "No fue un sueño, lo vi: la nieve ardía". Y es cierto que la nieve ha ardido estos días entre las manos de muchos; entre las de los felices que jugaban a las guerras de bolas o esquiaban en el centro de Madrid, pero también entre las de los que han sufrido sus colapsos, sus heridas a las casas y a los coches, su absoluta locura instaurada.
Con ecos populares, Ángel González en su Canción de amiga, nos recuerda que el corazón se nos puede helar en cualquier día del año:
Nadie recuerda un invierno tan frío como éste.
Las calles de la ciudad son láminas de hielo.
Las ramas de los árboles están envueltas en fundas de hielo.
Las estrellas tan altas son destellos de hielo.
Helado está también mi corazón,
pero no fue en invierno.
Mi amiga,
mi dulce amiga,
aquella que me amaba,
me dice que ha dejado de quererme.
3. Tormentas de nieve en las novelas
Winston Manrique Sabogal,
Cinco grandes libros protagonizados por el invierno y la nieve para disfrutar la ola de frío. Donde
las tormentas de nieve son más inclementes en el corazón del ser humano que en
la naturaleza. Desde Guerra y paz, de Leon Tólstoi, y Los hermanos Karamazov,
de Dostoievski, pasando por capítulos de En busca del tiempo perdido, de Marcel
Proust, hasta Seda, de Alessandro Baricco.
Karina Sainz Borgo, Literatura y nieve: novelas donde siempre hace frío. De Thomas Mann a Robert Walser, pasando por Joseph Roth,
Tolstoi o Victor Hugo... Una selección literaria donde el invierno es al mismo
tiempo un escenario y una metáfora.
4. Menchu Gutiérrez, Decir la nieve
Para escribir sobre la nieve y sus metáforas Menchu Gutiérrez se ayuda de su propia experiencia y de la de otros escritores y poetas para quienes la nieve no es o ha sido un mero escenario literario, sino materia misma de la escritura. Cargada de profundos simbolismos, la fascinación producida por su belleza es universal; sin embargo, la nieve actúa como espejo de quien la contempla y, así, puede mostrarse benéfica y maléfica a un tiempo, constituir un paisaje ideal o una cárcel. Esa gran diversidad de miradas hacen que por estas páginas desfilen autores tan dispares como Dostoievski, Walser, Tsvietaieva, Hemingway, Santoka o Maupassant.