Ubicación de Ciudad Jardín |
1923, planos del arquitecto Francisco Fajardo Guardiola |
Observatorio Meteorológico |
La única comunicación con el centro de Alicante era el tranvía que iba a san Vicente del Raspeig. El oasis del norte, a cuatro kilómetros del centro, en un terreno elevado sobre el nivel del mar, formado por unos 1.500 habitantes, pronto se vio asfixiado por los barrios que se construyeron, Los Ángeles (1960) y Virgen del Remedio (1968) para una población de cerca de 25.000 habitantes. Con ellos se mejoraron enormemente las infraestructuras, sobre todo las comunicaciones, pero trajeron la inseguridad ciudadana y la huida de parte de su población. En la actualidad los alrededores han mejorado bastante con la creación de varios centros comerciales y del parque Lo Morant (1987) que cuenta con diversas instalaciones deportivas y culturales. Desde 2013 está conectado con el TRAM Metropolitano de Alicante con la ciudad y toda su área urbana.
Calle de Ciudad Jardín |
Desde que tengo memoria, nací en el 54, he veraneado siempre en Ciudad Jardín turnándonos con los hijos de mi tío Antonio. Las dos hermanas Caturla, Ángeles y Lola, decidieron comprar dos chalés contiguos porque necesitan un clima más seco y soleado que el de Villena para sus hijos. En el de la tía Lola hubo un suceso luctuoso, murió un niño pequeño ahogado en una pila y, rotos de dolor, decidieron venderlo. La imagen que tengo de Ciudad Jardín es muy parecida la de la fotografía que acompaña a estas líneas, hasta finales de los años sesenta no cambió en nada su fisonomía. Una isla vergel en medio de la nada, sin asfaltado ni alcantarillado, el cielo surcado por cables del alumbrado. Las zonas comunes del barrio eran una capilla y una tienda de ultramarinos a la que llamábamos la Abastecedora, en ella me encontré varias veces con la actriz Lola Gaos. Dentro de la casa tampoco había ninguna comodidad. La decoración y los muebles nos hablaban de otros tiempos: una nevera que funcionaba con una barra de hielo que había que comprar todos los días, los cables de la luz al descubierto, humedades y colchones de borra. Pero teníamos dos espléndidas palmeras, una macho y una hembra, una pérgola de madera rodeada de jazmines y plumbago que crecían de forma salvaje. A diario bajábamos a la playa del Postiguet en un tranvía de madera. Allí Comíamos para volver a la hora de más calor quemados por el sol con el bañador lleno de algas, salitre y arena. Por la tarde, nos dedicábamos a jugar a las cartas, a montar en bici o a pasear con los amigos. Apenas salíamos del barrio donde todas las familias se conocían. No teníamos televisión. La casa estaba siempre llena de gente y de risas.
Del mantenimiento del chalé se encargaba mi abuelo Emilio, cuando murió, la tarea recayó en las dos familias hasta que mi tío Antonio nos vendió su parte, a la muerte de mi padre, se encargaron mi madre y mi hermana. Con los materiales baratos y feos de la época hubo que sustituir las maderas del techado, la pérgola desapareció, así como las vallas que nos separaban de los vecinos. La carcoma se comió los muebles antiguos.Tuvieron que venir de Elche para llevarse las palmeras que estaban levantando los cimientos de la casa. A finales de los ochenta se hizo una reforma integral para dotarlo de todas las comodidades a nuestro alcance, pero se perdió casi toda la vegetación. El chalé de los madrileños, así era conocido por los vecinos, ya no nos pertenece.
La sombra de una de las palmeras y mi hermana (1961) |
Vista aérea de Ciudad Jardín en la actualidad
Ciudad Jardín del General Marvá
José Marvá y Mayer, el general que ganó batallas para los obreros
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