Ayer pasé una buena tarde viendo de una tacada la miniserie
de 6 capítulos de media hora de duración que ha estrenado Movistar, Sentimos las
molestias, una comedia irónica, tan divertida como amarga, sobre lo que
implica hacerse viejo. Cuenta la historia de Rafael Müller (Antonio Resines),
un aclamado director de orquesta, y Rafael Jiménez (Miguel Rellán), una vieja
gloria del rock que se resiste a colgar la guitarra. Dos buenos actores en dos personajes redondos
que nos enseñan sus aristas. Lo explica muy bien Ricardo de Querol en su
crítica Resines
o la masculinidad a los setenta: Los
dos amigos luchan por encajar en un mundo que insiste en llamarles de
usted y retirarles del juego, a pesar de que ellos intentan demostrar que están en
plenas facultades. Aparecen todos los temas que preocupan a los sesentones y
setentones: el miedo a quedarte solo, a acabar en una residencia, el infarto,
el cáncer, la eutanasia. Y el intento de seguir pareciendo joven, y el deseo
sexual y la Viagra. Hay una reflexión también sobre la masculinidad en esa generación, que fue muy
avanzada comparada con la anterior, pero no tanto mirando a las siguientes. A
los setenta, pueden quedarte fácilmente dos décadas o más por delante. Lo duro
es asumir que nada irá a mejor.
En estas edades ”Las dos palabras más bellas de nuestro idioma no son ‘te quiero’, sino ‘es benigno‘. Lo decía el personaje de Woody Allen en Desmontando a Harry. Es ley de vida llegar al momento en que piensas así. Hay una edad en la que amigos y parientes de tu generación se emparejan y tienen hijos; otra en que se divorcian o tienen cáncer; algún día empiezas a frecuentar entierros y funerales de aquellos con los que creciste".
La generación que hizo la revolución sexual nos muestra sus carencias emocionales como ya lo hizo El método Kominsky, con unos cascarrabias Michael Douglas y Alan Arkin. Pero, ¿qué generación no las tiene? Las pioneras en mostrarse fueron Las chicas de Oro.
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