sábado, 19 de marzo de 2022

La vida de las mujeres mayores: Anna Freixas y Petra Martínez

 Creo que hombres y mujeres envejecemos como hemos vivido, aguantando las cargas que nos ha impuesto la vida y sus circunstancias; unos generosos con buen humor y otros insoportables. La vejez con todos los males que ella conlleva, a veces es una liberación de todas las ataduras y un retorno a la rebeldía juvenil en una fase terminal. 
Anna Freixas pretende hacer visibles las situaciones de la vida cotidiana que discriminan a las personas mayores, sobre todo a las mujeres, lo que pasa por reivindicar la palabra viejo. Ni abuelita, ni ancianita, ni adulto maduro, ni ninguna de esas apelaciones bobaliconas con las que solemos denominar e igualar a las ancianas. Mucho menos viejoven o joviejo, términos de nuevo cuño que la psicóloga y feminista considera “una chorrada”. “Las mismas que luchamos y conseguimos el divorcio, el aborto, el matrimonio homosexual, la ley de violencia de género y tantos avances hoy tenemos que conseguir otro: y es nuestro derecho a la dignidad”. “Tengo la suerte de ser vieja porque no la he palmado. Somos viejas, viejales, pioneras, veteranas, para qué buscar otros nombres y para qué aparentar otra cosa”, afirma. Es la gran tesis de su ensayo Yo vieja (Capitán Swing), que apela a una nueva mirada de esa etapa de la vida. Una interesante e iluminadora provocación para derribar los mitos alimentados por un supuesto amor anulador por parte de hijos y profesionales para defender la vejez. Mujeres viejas, hartas de la oscuridad que se cierne sobre ellas tras pasar el umbral de la atracción sexual, de la aportación al trabajo y de los estereotipos comerciales que exaltan la juventud. 
 
 Antes las mujeres viejas se aislaban en casa, ahora piden su espacio también en la vida pública. La sexualidad de las mujeres mayores era uno de los secretos mejor guardados en nuestra cultura, a pesar de que la evidencia científica confirma que la edad no tiene por qué ser una dificultad para el disfrute, además sin reglas es más fácil la libertad femenina en la madurez. Ser vieja y ser siempre formal es un rollo. La actriz Petra Martínez, al ser proclamada la mejor actriz protagonista en los Premios Feroz, nos dio uno de los momentos más divertidos de un año que ha comenzado entre guerras y calamidades. Un canto a la libertad, a la vejez confortable y afirmativa. Con la pretensión de que entre todos consigamos vivir una edad mayor elegante, relajada, firme. 

Con ese tono tan suyo con el que parece que nunca cuenta nada importante, Martínez se refirió así a una escena en la que se masturba en la película: “Lo más importante es haberme masturbado delante de mucha gente, porque pienso que la masturbación está callada. Ahora me masturbo como tres o cuatro veces al día, porque he cogido la manía... Hay muchas cosas que las mujeres de mi edad no sabemos, como el satisfeison [como llamó al satisfyer, el juguete sexual que se ha convertido en un éxito de ventas], que es muy bueno, es genial...”  Afirma que por eso al recoger el premio llevó el discurso al territorio de la coña. "Tengo claro que está bien hablar de ello, parece que en la tercera edad no tenemos vida sexual, y no es cierto”. Añade: “Eso sí, es distinta. Y la masturbación hay que reivindicarla, tiene muchas ventajas… No cuesta dinero, no te quedas embarazada si eres joven, no te tienen que dar la enhorabuena… Y los que piensen que no se puede hablar de esto, pues no me importa”. “Yo soy muy novelera, podría dejar de hacer cine y teatro, lo que no podría es dejar de verlo, ni dejar de leer novelas. Ahora somos nosotros, Juan (Margallo, su marido*) y yo, los que estamos al final de una novela. Somos infantiles, nos sentimos sin una edad específica, seguimos haciendo una vida improvisada y eso”, concluye, “es muy bueno”.


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