sábado, 11 de diciembre de 2021

Desilusión ante la nueva Plaza de España

La plaza de España en la actualidad
Odio a los viejos que siempre dicen que las buenas intenciones casi siempre acaban mal. Nunca me opuse a renovar y adaptar la ciudad a los nuevos tiempos, pero no sé si tengo el "síndrome de Javier Marías" y me he convertido en una cascarrabias que protesta por todo. He vivido casi toda mi vida al lado de la Plaza de España, me gustaba sobre todo la fuente al final de la Gran Vía, tal vez un poco cursi, pero que reflejaba muy bien el ambiente de una ciudad con aires imperiales venida a menos. Odiaba el túnel sucio y ruidoso de su subsuelo tras haberlo paseado dos veces al día y a veces cuatro, cuando me dirigía al colegio Covadonga.

El proyecto de la Plaza de España 
 
Pues bien, todo lo que me gustaba ha desaparecido y solo ha quedado lo que me disgustaba: el monumento a Cervantes que nunca me pareció a la altura del gran escritor y el túnel. Me gustan las plazas con tierra que recuerdan a los jardines ingleses. Odio el asfalto, la pérdida de un árbol me produce casi la misma pena que la de un familiar. Después de más de dos años de no poder disfrutar de ella (las obras en Plaza de España comenzaron  el 8 de abril de 2019 y se aprobaron  en 2017 durante el mandato de Manuela Carmena), ver un páramo en lugar de una zona de árboles me hace llorar. Así que no puedo estar más de acuerdo con las críticas y memes por el resultado de la nueva Plaza de España de Madrid. Qué decir de la cafetería con forma de sándwich de Rodilla mohoso. De los psicodélicos juegos de niños ni hablo. Por ahora es un recinto ferial que se puede alquilar. Para más inri el proyecto de reforma de la plaza se llamaba Welcome Mother Nature.

El  paso del tiempo, eso espero, hará que los árboles escondan este desaguisado y nos acostumbremos a ella. 


La fuente que ha desaparecido

2 comentarios:

Beatriz Olivenza dijo...

Me encanta lo del "síndrome de Javier Marías": es una formulación perfecta. Y me temo que yo sí que lo tengo; en los últimos tiempos, me paso la vida gruñendo y encontrando motivos de disgusto por doquier. Por eso me encanta comprobar que no es manía mía el hecho de sentirme decepcionada por el resultado de estas obras que nos han costado a todos una fortuna y que han tenido el centro de Madrid sumido en el caos, la suciedad y el ruido durante dos años y medio. Estoy totalmente de acuerdo contigo en lo referente a la desolación que produce la enorme explanada de granito de la parte de la plaza que linda con Princesa y Gran Vía. Por lo visto, a los innumerables visitantes que la abarrotan desde el pasado puente y que se hacen selfis junto al abeto sin raíces, les encanta verla ocupada por un montón de puestos de productos navideños en lugar de poblada por árboles. Más adelante, estará sin duda ocupada por la terraza de la cafetería Cervantes, de próxima inauguración. A mí la visión va camino de producirme una úlcera. El síndrome de Javier Marías, en efecto. Aunque creo que, en este caso, está más que motivado.

Mª Ángeles Cuéllar dijo...

Gracias por tu comentario. No puedo estar más de acuerdo.

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