Estamos en la penumbra y el silencio, no
tenemos miedo, ni odio, ni rencor, ni hastío, ni deseo, ni amor siquiera. Sólo
el fluir del estar que parece detenerse y abolir el tiempo. Tampoco ese recuelo
de la vida que se va por el sumidero cotidiano y que son los sueños que nada
significan.
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