domingo, 9 de febrero de 2020

"In hoc signo vinces", exposición de Rafa Pérez Alegre

Este domingo de febrero ha amanecido gris como toda esta temporada, un buen día para asistir a la inauguración de una exposición en un lugar nuevo para mí, el antiguo cuartel de zapadores del ejército en Fuencarral, que cuenta con más veinte mil metros cuadrados de superficie. No es fácil llegar hasta esta ciudad alternativa de arte porque está en medio de ninguna parte, rodeada de vías de tren y de vertederos. El edificio parece abandonado y no se sabe si a medio construir o a medio derruir. En la sala sin radiadores donde se encuentran los collages de Rafa Pérez Alegre hace mucho frío, pero apenas se nota por la calurosa acogida de todos sus amigos.
 Siempre pensé que Rafa, profesor de Lengua y Literatura, acabaría publicando libros (no lo descarto), pero la pintura se cruzó en su camino cuando empezó su tesis doctoral José Ángel Valente y Antoni Tàpies, caminos convergentes de la creación. De modo que ahora cuenta historias a través de sus cuadros. La exposición tiene como título “In hoc signo vinces” (Con este signo vencerás) que proviene de una leyenda del emperador Constantino, que antes de una importante batalla, vio cómo, por encima del sol, aparecía una cruz con el lema In hoc signo vinces. A partir de entonces no solo Constantino la utilizó como estandarte sino que se convirtió también en símbolo del cristianismo. El signo de la cruz es símbolo de victoria y salvación, pero es también espada, martillo, hacha para los que no piensan de la misma manera, "tortura, sacrificio oficiado por siniestros sacerdotes en el infierno real de unas cloacas inmunes a la autoridad de la justicia". Cada cuadro acoge un rostro anónimo de los mártires de la razón de estado en la última cruzada española, fotos sacadas de fichas policiales y enmarcadas en una terrible cruz de bordes negros que reflejan la mirada de la proximidad de la muerte de unos hombres y mujeres que fueron represaliados fuera de los campos de batalla.
  No se me ocurre un espacio mejor para la exposición de Rafa que este cuartel, donde conviven galerías de arte y talleres de artistas. La antigua ciudadela de zapadores, cuya misión era construir estructuras en tiempo de guerra, se ha convertido en una ciudad de arte, que invita al homenaje y a la reflexión, donde artistas comprometidos recuperan la memoria y luchan contra la manipulación.





En el centro, Rafa Pérez Alegre
No sé por qué pero al ver las fotos, aunque ninguna recoge los abrazos que nos dimos, me he acordado del cuadro de Genovés El abrazo (1976), como homenaje a los abogados muertos en Atocha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario