martes, 2 de octubre de 2018

Las mujeres en la Real Academia Española de la Lengua

Carmen Conde, primera académica de la lengua y también presente en Cien de Cien
Carmen Conde, primera mujer académica 

La de la RAE es una historia llena de rechazo a las mujeres; en pleno 2018 sólo hay ocho mujeres en un total de 44 académicos. Hace unos días (27/9), Darío Villanueva, el director actual de la RAE, ha reconocido por fin en el programa Hoy por Hoy de la SER que "El mayor error de la RAE en sus tres siglos de existencia ha sido cerrar la puerta a las mujeres en el siglo XIX, a pesar de que había muchísimas mujeres extraordinariamente capacitadas".
Así que he recordado el artículo de Belén Remacha en eldiario.es y he entresacado algunos párrafos para recordar la dura batalla que han tenido que librar.
Hasta en tres ocasiones (1889, 1892 y 1910) rechazaron en la Real Academia a Emilia Pardo Bazán esgrimiendo la simple razón de que “las señoras no pueden formar parte de este Instituto” *. Antes que la escritora gallega, ya había intentado entrar a formar parte la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda. Era 1853 y el escritor José Zorrilla fue todavía más claro en su caso: la mujer que escribe era “un error de la naturaleza”. También entonces Juan Valera predijo: "No sería esto lo peor, sino la turba de candidatos que nos saldrían luego. Tendríamos a Carolina Coronado, a la Baronesa de Wilson, a Dª Pilar Sinués y a Dª Robustiana Armiño. Y a poco que abriésemos la mano, la Academia se convertiría en aquelarre".
En los albores de la democracia (1972) la candidatura de María Moliner, autora de uno de los diccionarios más completos de la lengua española, perdía la votación frente a la del mucho menos trascendente filólogo Emilio Alarcos Llorach. En 1978, todavía fresco aquel bochorno histórico y a punto de estrenarse la Constitución, “tocaba” poner a una mujer. La primera desde que su fundación en 1714. “Convenía por el ambiente general, y además, para acabar con esta discriminación”, declaraba a El País aquellos días el académico Antonio Tovar. El director Dámaso Alonso afirmaba por su parte que “Las mujeres tienen siempre posibilidades de llegar a la Academia (…) No hay misoginia alguna -añadía- por parte de la Academia como corporación”.
Entonces se presentaron tres candidaturas para ocupar el sillón que había dejado Miguel Mihura: la de Rosa Chacel, la de Carmen Guirado y la de Carmen Conde. El mismo diario decía entonces que una de ellas rompería “con la tradicional reticencia de los académicos a compartir sus puestos con colegas femeninos”. Finalmente, fue la tercera la que se convirtió en la primera académica de la lengua en los entonces 264 años de historia (a menudo se menciona a María Isidra de Guzmán y de la Cerda pero no, ella solo fue, leyó su carta y se marchó, y por imposición de Carlos III). Lo hizo con un discurso titulado Poesía ante el tiempo y la inmortalidad: “vuestra noble decisión pone fin a una tan injusta como vetusta discriminación literaria”, comenzaba, inocentemente agradecida por el gesto.
Once en tres siglos
Poco podía imaginar Conde que el suyo era el primer apaño en una historia de desplantes (también se los hicieron a Blanca de los Ríos o a Concha Espina, y a otras que lo hubiesen merecido como Carmen Martín Gaite o Carmen Laforet) en una institución que por supuesto jamás ha dirigido una mujer. Antes de que terminase el siglo XX, y como pronosticaba Valera, llegaron dos académicas más: Elena Quiroga (1984) y Ana María Matute (1998). Luego lo harían Carmen Iglesias (2002) y Margarita Salas (2003). Con el cambio de década parece que planeó de nuevo la sensación de “ya toca”, porque en estos seis últimos años han entrado más mujeres que en los otros 300 juntos: Soledad Puértolas Villanueva (2010), Inés Fernández Ordóñez (2011), Carmen Riera Guilera (2013), Aurora Egido (2014), Clara Janés (2015) y Paz Battaner. (…)

*Fue más grave porque el académico Juan Valera dijo que no podía entrar en la academia Emilia Pardo Bazán, literalmente, porque su culo no cabía en el sillón.


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