lunes, 25 de febrero de 2019

Pensad bien a quién votar

Me ha llegado por facebook este mensaje feminista que contiene dos incorrecciones gramaticales: se utiliza un infinitivo por un imperativo* (pensad/pensaos) y falta una tilde en el pronombre quién que aquí es interrogativo y que introduce una oración subordinada sustantiva de CD. Quiero suponer que el autor del texto ha preferido utilizar el registro coloquial para llegar a todos. 


*RAE: No se considera correcto, en el habla esmerada, el uso del infinitivo en lugar del imperativo para dirigir una orden a una segunda persona del plural, como se hace a menudo en el habla coloquial:
¡Venir aquí ahora mismo, granujas!
Poneros el pijama y dormiros cuanto antes.

Microcuento: Las elecciones andaluzas en un twit

Un microcuento muy claro que explica cómo votamos los españoles (incluso los que se abstienen): con odio cainita. La moraleja es clara: mal para todos. Aún estamos a tiempo, para que no pase lo que en Andalucía. 


viernes, 22 de febrero de 2019

¿Te hubiese gustado tener hijos?



La pregunta surgió por casualidad y mi amigo Peter contestó recitando un poema impactante del inglés Philip Larkin * (1922-1985), que yo desconocía y que copio a continuación. This be the verse fue escrito alrededor de 1971.



This be the verse

They fuck you up, your mum and dad.
They may not mean to, but they do.
They fill you with the faults they had
and add some extra, just for you.
But they were fucked up in they turn
by fools in old-style hats and coats,
who half the time were soppy-stern
and half at one another’s throat.
Man hands on misery to man.
Is deepens like a coastal shelf.
Get out as early as you can
and don’t have any kid yourself.

Te joden, tu mamá y tu papá.
Puede que no quieran, pero lo hacen.
Te llenan con sus defectos
y añaden un poco más, sólo para ti.
Pero a ellos se los jodieron en su momento
otros tontos de sombreros y abrigos antiguos,
quienes la mitad del tiempo eran severo-sentimentales
y la otra mitad estaban sobre la garganta del otro.
El hombre entrega miseria al hombre.
Se profundiza como un arrecife costero.
Escapa tan pronto como puedas,
y no tengas hijos tú mismo.

 *Philip Larkin estudió en Oxford, publicó libros de poesía, algunas novelas, ensayos y artículos, escribió sobre jazz en un diario y una de sus últimas ocupaciones consistió en tomarse un vaso de ginebra en la mañana. Cuando lo reprendían por esta poco saludable costumbre, contestaba que todo hombre debía tener un motivo por el cual levantarse de la cama. Fue bibliotecario en la universidad de Hull, no se casó y al parecer la felicidad no fue un asunto relevante para él. Su poesía es realista (hemos de suponer que la realidad es aquella cosa opaca que nos rodea) y desengañada (lo que viene a ser lo mismo).Una tumba en Arundel (An Arundel Tomb) es, tal vez, el poema más conocido de Philip Larkin. Describe la respuesta emocional del poeta ante dos tumbas medievales que yacen con las manos unidas. El último verso concluye: "Es el amor lo que nos sobrevive".

El poema de Larkin me recordó el relato de Borges Tlön, Uqbar,Orbis Tertius (1940) donde se incluye la frase lapidaria Los espejos y la paternidad son abominables:
"Al día siguiente, Bioy me llamó desde Buenos Aires. Me dijo que tenía a la vista el artículo sobre Uqbar, en el volumen XXVI de la Enciclopedia. No constaba el nombre del heresiarca, pero sí la noticia de su doctrina, formulada en palabras casi idénticas a las repetidas por él, aunque -tal vez- literariamente inferiores. Él había recordado: Copulation and mirrors are abominable. El texto de la Enciclopedia decía: Para uno de esos gnósticos, el visible universo era una ilusión o (más precisamente) un sofisma. Los espejos y la paternidad son abominables (mirrors and fatherhood are hateful) porque lo multiplican y lo divulgan". (...)

martes, 19 de febrero de 2019

Berrea y felón

Iba a escribir sobre el término "felón", rescatado por Pablo Casado para insultar al presidente del Gobierno y cuando me iba a poner a ello, apareció el artículo de Manuel Vicent Berrea en El País ahorrándome el esfuerzo. Estupenda metáfora para referirse a la campaña electoral que empieza, aunque más que de berrea (época de celo de animales salvajes durante la cual llaman a la hembra con berridos estridentes), yo hablaría de mugido de bisontes prehistóricos.
El poco utilizado germanismo "felón" (malvado, traidor) ya había aparecido en las viñetas de El Capitán Trueno y en chistes del añorado Forges.  

" Puede que el líder del PP tampoco supiera que en medicina el término felón se utiliza para denominar una infección de los dedos de manos y pies, llamada panadizo, que a menudo precisa un tratamiento quirúrgico. Pero históricamente ese insulto lo tiene asignado en propiedad el rey Fernando VII como reproche a su traición a los españoles que confiaron en su regreso y que terminó con el grito surrealista de “vivan las caenas”. Como agravio popular descriptivo Fernando VII también fue llamado “el rey falón”, o El Deseado, en alusión al enorme tamaño de su miembro viril. Un insulto torpe que no da en la diana humilla más a quien lo emite que al propio destinatario. Los políticos deberían tenerlo en cuenta ahora que está a punto de empezar su berrea".



sábado, 16 de febrero de 2019

Anti san Valentín


Calle Daoiz, frente al IES Lope de Vega (Madrid)

La pintada, que apareció frente al IES Lope de Vega en la calle Daoiz este 14 de febrero, viene muy bien para ilustrar el artículo de El País:
 Atrapadas en la red del amor romántico

El lunes 18 ya la habían borrado con pintura del mismo color que la pared. Un poco pronto para que fuera el Ayuntamiento. Tal vez haya sido el propio Instituto porque ya lo ha hecho con otras pintadas que consideraba ofensivas.

La siguiente pintada, probablemente realizada por la misma mano, la he encontrado en un muro entre el IES Cardenal Cisneros y el Conservatorio de la calle Amaniel, unos días después. 

IES Cardenal Cisneros (20/2/2018)


Veinte poemas imprescindibles de la literatura escrita por mujeres

El Ayuntamiento de Villanueva de la Cañada ha publicado el cuaderno Veinte poemas imprescindibles de la literatura femenina con el propósito de educar en igualdad. Puede ayudar en clase y en las tutorías el próximo 8 de marzo.


jueves, 14 de febrero de 2019

Quioscos de prensa varados en las aceras


Quiosco en san Bernardo 114
Es habitual encontrar quioscos de prensa abandonados en las aceras. Se asemejan a ballenas varadas en la playa, a pecios hundidos. Se han jubilado junto a sus dueños, después de haberse convertido prácticamente en una tienda de todo a un euro, repartiendo bricolajes, cacerolas y robots de cocina. Por muchos esfuerzos que hagamos no podemos evitar su agonía porque los tiempos están cambiando: los hábitos de lectura han variado y el papel está desapareciendo. A un golpe de click obtenemos gratuitamente toda la información y los jóvenes prefieren las redes sociales para des-informarse sin acceder a la pluralidad. Nuevos tiempos, nuevas formas, no sé si mejores o peores, pero diferentes.
En mi casa la lectura de periódicos era imprescindible, desde pequeña he disfrutado de revistas y periódicos de todo pelaje. Entonces los había diurnos y vespertinos. En Madrid, el ritual de los domingos por la mañana consistía en acercarse al quiosco para comprar el periódico con todos sus suplementos; el económico para mi padre, el semanal para mi madre, el tebeo para mí. Mis primeras colecciones de libros las realicé en esa cita semanal. En la transición, cuando la prensa escrita alcanzó su mayor tirada y se pusieron de moda las urbanizaciones en las afueras de Madrid, no entendía cómo la gente era capaz de vivir en un lugar sin prensa. Las vacaciones sin periódicos se me hacían largas. Es más, llegué a pensar, una vez abandonado el deseo de trabajar en una biblioteca o regentar una librería, en tener uno para poder acceder a todo ese mundo de imágenes y palabras. Ahora encontrar en una casa un periódico es tan difícil como descubrir una máquina de escribir, arrinconados ambos ante el paso arrollador del ordenador y google. Recuerdo cómo tiznaban las manos; la dificultad de doblar un tabloide; el olor de la tinta tan agradable como el olor del pan recién hecho; el saludo del quiosquero, tendero de cultura y pluralidad, detrás de montañas de hojas recién salidas de la rotativa; la pena de tirarlo a la basura una vez leído. Ya nadie recorta las noticias o las recetas, ni envuelve con sus hojas, que ya ni siquiera sirven para proteger y guardar. 
Quiosco en san Bernardo, esquina Pez, delante del Conservatorio 
El declive empezó cuando llegaron los periódicos gratuitos para amenizarnos los viajes en metro. En mi calle, San Bernardo, desde Santo Domingo a Quevedo había seis, ahora solo quedan tres sobreviviendo a duras penas.
Hace unos años se les intentó renovar con un diseño moderno que uniera lo tradicional  con lo confortable para que el quiosquero no estuviese tan expuesto a las inclemencias del tiempo; algunos, demasiado grandes, se colocaron en sitios poco apropiados. Ahora son cadáveres abandonados en ataúdes de hierro y cristal, molestan al transeúnte al pasear, estropean la perspectiva y, sin su decoración de revistas multicolores, son grises, absurdos, tristes. 
Solo pido que el Ayuntamiento retire estos esqueletos inservibles de la acera para descongestionar un poco la ciudad y evitar así pintadas y actos vandálicos. Mas los quioscos de prensa eliminados dejarán cicatrices en las calles y en mi alma.

Anónimo dijo...
Pues que coloquen allí las vespasianas.
Otro anónimo dijo...
Mejor que sirvan de refugio a los sin techo.
Un anónimo osado dijo...
Que sirvan de encuentro para amantes clandestinos.


P.D. (4/3/19) Me ha llegado de fuente anónima esta foto tomada hace unos días en la que aparecen libros forrados con periódicos, como hacíamos antaño cuando no había plásticos ni papel especial para forrar los libros del colegio y nuestra vida austera estaba muy cerca de los ideales de reciclaje actuales. El mantel de hule del fondo, rescatado para la ocasión, es otro clásico de nuestra infancia. Así que me retracto, todavía hay gente que envuelve los libros con papel de periódico que, afortunadamente, ya no tizna. Mis ternillas están más enternecidas que nunca ante esta fotoforro.