domingo, 21 de octubre de 2018
Coeducando en igualdad
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sábado, 20 de octubre de 2018
Histerología o Hýsteron próteron
Histerología o Hýsteron próteron (del griego: ὕστερον πρότερον,
«postrero primero») es un recurso retórico, poco utilizado en la literatura
española. La figura consiste en trastornar el orden lógico de las ideas,
diciendo antes lo que debiera decirse después. El objetivo de este hipérbaton
es llamar la atención sobre la idea más importante poniéndola en primer lugar.
La definición más clara de esta figura de lo “lo posterior
lo primero” se encuentra en la autobiografía de Evelyn Waugh. Entre las
asociaciones de estudiantes que pululaban por Oxford, había precisamente una
denominada así, cuya actividad describe del siguiente modo:
Había en Balliol un
club llamado Hysteron-Proteron, cuyos miembros se las veían y se las deseaban,
pasando grandes incomodidades para vivir un día al revés: se levantaban y se
vestían de gala, bebían whisky, fumaban puros y jugaban a las cartas, y a las diez
de la mañana cenaban en sentido inverso, empezando por los postres y terminando
por la sopa.
Evelyn Waugh, Una
educación incompleta (Nunca una palinodia *)
El ejemplo típico viene de la Eneida de Virgilio: Moriamur,
et in media arma ruamus (Muramos, y lancémonos en el fragor de la batalla; II,
353). Veamos otros:
- Statuerat ac deliberaverat (Cicerón) "Había decidido y había deliberado".
- En la obra de Lope de Vega Los hechos de Garcilaso y el moro Tarfe, vv 67-68: " ¡Oh dura y desigual naturaleza, /Nacida y engendrada por mi daño!".
- Quevedo: "Diéronle muerte y cárcel las Españas".
- Iris Murdoch, Monjas y Soldados: "Comenzó a caminar descalzo por el prado, pero la hierba seca y afilada le hirió los pies. Se sentó para ponerse los zapatos y los calcetines".
- Woody Allen, Edipo naufraga en Historias de Nueva York: "Voy a matar a ese mago. Lo desmembraré y luego lo demandaré".
En el lenguaje coloquial, sobre todo en el lenguaje infantil, es frecuente encontrar este tipo de expresiones: Poner el carro delante del
caballo, come y calla, zarpar y levar anclas, se marchó y cerró la puerta, vete a hacer puñetas y lárgate de aquí... También aparece en el lenguaje periodístico:"Muammar Gaddafi fue
asesinado, capturado en Sirte" (Titular en Huffington Post,
20 de octubre de 2011).
Hasta otro día, ¡Vámonos y apaga!
* Histerología en medicina significa: suma de conocimientos relativos al útero, emparentada con histeria que proviene del griego hystéra ‘matriz’. Por lo tanto son palabras homónimas.
*Palinodia: retractación pública de lo que se ha dicho.
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Emilio García Ruiz,
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miércoles, 17 de octubre de 2018
La obscena llegada de la vejez
El capítulo I de La transparencia del tiempo de mi admirado Leonardo Padura supone una dura y realista reflexión sobre
la llegada de la vejez, muy cercana al poema de Gil de Biedma* y muy distanciada del tratado clásico De
Senectute (Acerca de la vejez) que supone un canto a la senectud. Cicerón
muestra a Catón el Viejo, un vigoroso anciano de 84 años, conversando con dos
jóvenes admiradores suyos. El longevo personaje atribuye los defectos achacados comúnmente a la edad al
propio individuo y no a la vejez en sí misma.
*De senectute
No me queda más remedio, porque ya no volveré a ser joven y por la cuenta que me trae para afrontar esta edad de la vida, que quedarme con la equilibrada reflexión de mi amigo Manuel Casal que distingue entre el anciano, persona de
mucha edad, y el viejo, un inútil de mente terca y cerrada. “Se puede ser viejo
a cualquier edad. De hecho, la vida está llena de viejos de pocos años. Toparse
con alguno de ellos es una desgracia”.
El capítulo entero se puede leer aquí, pero no me resisto a resaltar algunos párrafos para facilitar la tarea al lector ocupado:
“La evidencia de una cantidad tajante, incluso de sonoridad
obscena (sesenta, sesenta, algo se desinfla y estalla, sse-sssen-ta), se le
había presentado como una ratificación incontestable de lo que su físico
(rodillas, cintura y hombros oxidados; hígado envuelto en grasa; pene cada vez
más perezoso) y su espíritu (sueños, proyectos, deseos mitigados o para siempre
extraviados) iban sintiendo desde hacía algún tiempo: la obscena llegada de la
vejez...
Porque incluso en el mejor de los casos (que en el suyo
apenas implicaba el hecho de seguir vivo, si su hígado y pulmones lo
acompañaban) ante él se erguía la evidencia numérica de haber gastado ya las
tres cuartas partes (quizás más, nadie lo sabe) del tiempo máximo que pasaría
en la tierra y la firme convicción de que el último plazo probable no iba a ser
para nada el mejor.
Lo jodido, reconoció ante sí mismo, era su estado de
espíritu, cada vez más marcado por la tristeza y la melancolía, y no solo por
el peso de su edad física o la temida cercanía de un aniversario de mal sonido
y peores consecuencias, sino por la certeza de su exultante frustración vital.
Al borde de los sesenta años, ¿qué tenía?, ¿qué legaría? Nada de nada. ¿Y qué
le esperaba? La misma nada al cuadrado o algo peor. Esas eran las únicas
respuestas a su alcance para cada una de tan simples y pegajosas interrogantes.
Y, para mayor desasosiego, también las únicas que podía regalarse tanta gente,
conocida o desconocida, ubicada en su edad y colocada en su tiempo y espacio”.
Y nada temí más que mis
cuidados.
Góngora
Góngora
No es el mío, este tiempo.
Y aunque tan mío sea ese latir de pájaros
afuera en el jardín,
su profusión en hojas pequeñas, removiéndome
igual que imitaciones,
————————-no dice ya lo mismo.
Me despierto
como quien oye una respiración
obscena. Es que amanece.
afuera en el jardín,
su profusión en hojas pequeñas, removiéndome
igual que imitaciones,
————————-no dice ya lo mismo.
Me despierto
como quien oye una respiración
obscena. Es que amanece.
Amanece otro día en que no estaré invitado
ni a un momento feliz. Ni a un arrepentimiento
que, por no ser antiguo,
—ah, Seigneur, donnez-moi la force et le courage!—
invite de verdad a arrepentirme
con algún resto de sinceridad.
Ya nada temo más que mis cuidados.
ni a un momento feliz. Ni a un arrepentimiento
que, por no ser antiguo,
—ah, Seigneur, donnez-moi la force et le courage!—
invite de verdad a arrepentirme
con algún resto de sinceridad.
Ya nada temo más que mis cuidados.
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martes, 16 de octubre de 2018
¿Colcha, monarquía o república?
Justo el 9 de octubre en el que el Pp animó a los ciudadanos a poner la bandera española en el balcón con motivo de la Fiesta Nacional, apareció esta divertida fotografía en el muro de facebook del periodista Alejandro López García, con el ingenioso título de ¿Colcha, monarquía o república?
Sus amigos contestaron ingeniosamente, y de sus respuestas destaco algunas, además de señalar que ganó por goleada la colcha:
Sus amigos contestaron ingeniosamente, y de sus respuestas destaco algunas, además de señalar que ganó por goleada la colcha:
- Lo más útil.
- Cualquiera de los dos extremos.
- Ropa secándose.
- ¡Qué viva doña Colcha!
- Doña Colcha Croché.
- Por elevación metafórica, la República.
- Sana pluralidad.
- No me ofende ninguno, de hecho veo muy bien dichos elementos.
- Dormir, sin duda lo más importante.
- Cualquiera de los dos extremos.
- Ropa secándose.
- ¡Qué viva doña Colcha!
- Doña Colcha Croché.
- Por elevación metafórica, la República.
- Sana pluralidad.
- No me ofende ninguno, de hecho veo muy bien dichos elementos.
- Dormir, sin duda lo más importante.
lunes, 15 de octubre de 2018
15 de octubre
Hoy se celebra el Día de las escritoras "rebeldes y transgresoras", es la festividad de Santa Teresa de Jesús y el aniversario del nacimiento de Virgilio, Nietzsche, Jardiel Poncela, Italo Calvino y Agustín García Calvo. Me llamo Teresa de segundo nombre.
martes, 2 de octubre de 2018
Las mujeres en la Real Academia Española de la Lengua
Carmen Conde, primera mujer académica |
La de la RAE es una historia llena de rechazo a las mujeres;
en pleno 2018 sólo hay ocho mujeres en un total de 44 académicos. Hace unos
días (27/9), Darío Villanueva, el director actual de la RAE, ha reconocido por fin en el programa Hoy por Hoy de la SER que
"El mayor error de la RAE en sus tres siglos de existencia ha sido cerrar
la puerta a las mujeres en el siglo XIX, a pesar de que había muchísimas mujeres
extraordinariamente capacitadas".
Así que he recordado el artículo de Belén Remacha en eldiario.es y he entresacado algunos párrafos para recordar la dura batalla que han tenido que librar.
Así que he recordado el artículo de Belén Remacha en eldiario.es y he entresacado algunos párrafos para recordar la dura batalla que han tenido que librar.
Hasta en tres ocasiones (1889, 1892 y 1910) rechazaron en la
Real Academia a Emilia Pardo Bazán esgrimiendo la simple razón de que “las
señoras no pueden formar parte de este Instituto” *. Antes que la escritora
gallega, ya había intentado entrar a formar parte la cubana Gertrudis Gómez de
Avellaneda. Era 1853 y el escritor José Zorrilla fue todavía más claro en su
caso: la mujer que escribe era “un error de la naturaleza”. También entonces
Juan Valera predijo: "No sería esto lo peor, sino la turba de candidatos
que nos saldrían luego. Tendríamos a Carolina Coronado, a la Baronesa de
Wilson, a Dª Pilar Sinués y a Dª Robustiana Armiño. Y a poco que abriésemos la
mano, la Academia se convertiría en aquelarre".
En los albores de la democracia (1972) la candidatura de María
Moliner, autora de uno de los diccionarios más completos de la lengua española,
perdía la votación frente a la del mucho menos trascendente filólogo Emilio
Alarcos Llorach. En 1978, todavía fresco aquel bochorno histórico y a punto de
estrenarse la Constitución, “tocaba” poner a una mujer. La primera desde que su
fundación en 1714. “Convenía por el ambiente general, y además, para acabar con
esta discriminación”, declaraba a El País aquellos días el académico Antonio
Tovar. El director Dámaso Alonso afirmaba por su parte que “Las mujeres tienen
siempre posibilidades de llegar a la Academia (…) No hay misoginia alguna
-añadía- por parte de la Academia como corporación”.
Entonces se presentaron tres candidaturas para ocupar el
sillón que había dejado Miguel Mihura: la de Rosa Chacel, la de Carmen Guirado
y la de Carmen Conde. El mismo diario decía entonces que una de ellas rompería
“con la tradicional reticencia de los académicos a compartir sus puestos con
colegas femeninos”. Finalmente, fue la tercera la que se convirtió en la
primera académica de la lengua en los entonces 264 años de historia (a menudo
se menciona a María Isidra de Guzmán y de la Cerda pero no, ella solo fue, leyó
su carta y se marchó, y por imposición de Carlos III). Lo hizo con un discurso
titulado Poesía ante el tiempo y la inmortalidad: “vuestra noble decisión pone
fin a una tan injusta como vetusta discriminación literaria”, comenzaba,
inocentemente agradecida por el gesto.
Once en tres siglos
Poco podía imaginar Conde que el suyo era el primer apaño en
una historia de desplantes (también se los hicieron a Blanca de los Ríos o a
Concha Espina, y a otras que lo hubiesen merecido como Carmen Martín Gaite o
Carmen Laforet) en una institución que por supuesto jamás ha dirigido una
mujer. Antes de que terminase el siglo XX, y como pronosticaba Valera, llegaron
dos académicas más: Elena Quiroga (1984) y Ana María Matute (1998). Luego lo
harían Carmen Iglesias (2002) y Margarita Salas (2003). Con el cambio de década
parece que planeó de nuevo la sensación de “ya toca”, porque en estos seis
últimos años han entrado más mujeres que en los otros 300 juntos: Soledad Puértolas
Villanueva (2010), Inés Fernández Ordóñez (2011), Carmen Riera Guilera (2013),
Aurora Egido (2014), Clara Janés (2015) y Paz Battaner. (…)
*Fue más grave porque el académico Juan Valera dijo que
no podía entrar en la academia Emilia Pardo Bazán, literalmente, porque su culo
no cabía en el sillón.
domingo, 30 de septiembre de 2018
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