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Once años después, por fin, he leído el libro de mi colega Eduardo Lago que ganó el
premio Nadal, un año después de que saliera una nueva edición con un prólogo
que explica la gestación del libro. Llámame Brooklyn es un homenaje a nueva
York, ciudad en la que el autor lleva viviendo
desde 1987; una historia de historias que transcurren en diversos tiempos y en
varios lugares; y una novela de un amor imposible, de amistad y de pasión por
la literatura, donde se reflejan sus gustos literarios. Porque el libro es el
reflejo de un lector voraz, un cuidadoso traductor, un entusiasta profesor de
literatura y un gran escritor.
Como en Las mil y una noches o en El Decamerón, la trama, aquí excesivamente complicada, es lo menos importante; lo mejor son los relatos que el autor fue
recopilando durante muchos años, porque, como el mismo afirma, las historias tienen vida propia: "Leyendo
las noticias del Times me tropezaba inesperadamente con embriones de cuentos,
historias cuyo contenido parecía pedir a gritos que alguien las convirtiera en
relatos". La recreación del suicidio del pintor Rothko es una buena muestra de su estilo.
Un periodista del New York Post recibe la noticia de que su
amigo Gal Ackerman, veinticinco años mayor que él, ha muerto. El suceso le
obliga a cumplir un pacto tácito: rescatar de entre los centenares de cuadernos
abandonados por Ackerman en un motel de Brooklyn, una novela a medio terminar.
El frustrado anhelo de su autor era llegar a una sola lectora, Nadia Orlov, de
quien hace años que nadie ha vuelto a saber nada. La novela supone la
reconstrucción de la novela que lleva por título el nombre de la hija que
siempre quiso tener con su antiguo amor: Brooklyn. Así pues, estamos ante una
novela puzle, mosaico, collage, caleidoscopio, con estructura de matrioska.
Lago destaca por su precisión estilística en los diálogos y en las
descripciones tanto de lugares como de personajes.
A pesar de que el conjunto de la novela me parece algo
confuso y desigual, he disfrutado de su
lectura y la recomiendo. Original y diferente dentro del panorama español y más
aún dentro de la tónica de las galardonadas con el premio Nadal.