Totalmente de acuerdo con la carta de la profesora de secundaria Raquel Romero al consejero de Sanidad de la CAM por sus estrambóticas recomendaciones:
"Mis alumnos de Secundaria se enfrentan a jornadas escolares similares al horario laboral de muchos adultos (siete horas en el instituto donde trabajo) y lo hacen en grupos de 33 y encerrados en aulas demasiado pequeñas sin toldos, ventiladores ni aire acondicionado, en edificios en muchos casos pésimamente orientados y peor aislados donde pega el sol toda la mañana. Su escasa media hora de recreo la pasan en patios y canchas donde las zonas de sombra son una anécdota, si es que tienen la suerte de haya alguna.
Querría pensar que cuando un consejero de Sanidad no
asesora al Consejero de Educación ni le insta a tomar medidas efectivas contra
los efectos del calor en colegios e institutos lo hace desde el
desconocimiento, pero cuando se atreve usted a desaconsejar por motivos de
salud la instalación en las aulas de equipos de aire acondicionado de los que
sí están dotadas las áreas de pediatría de los centros de salud y de los
hospitales públicos de los que usted es el máximo responsable no me queda más
remedio que pensar que en uno de los dos casos está actuando con negligencia.
También quiero pensar que cuando un consejero de Sanidad
recomienda que los alumnos se dediquen a elaborar abanicos de papel para
combatir las altas temperaturas en las aulas lo hace desde el desconocimiento,
porque lo contrario supondría directamente cuestionar la profesionalidad de los
docentes y menospreciar el trabajo que realizamos, que no consiste en organizar
"terapias ocupacionales muy importantes para los niños" sino educar y
enseñar de acuerdo a los más altos estándares de aprendizaje recogidos en una
ley educativa que seguro que le suena porque la ha redactado su propio partido”.