Nunca entendí por qué se utiliza la expresión "Felices
Pascuas" en Navidad, porque la Pascua es el tiempo de la primavera y se
celebra en Semana Santa, en la que los judíos comían un cordero para celebrar la salida de Egipto. Parece ser que el término (en su origen, " paso")
equivale a fiesta y, por eso, se extiende a otras fiestas: Pascua Florida
es el domingo de Ramos; la Pascua de Pentecostés; la Pascua de Navidad y la
Pascua de Epifanía. A mí, todas estas pascuas me hacen la pascua (me fastidian),
pero como España es un país católico, que se rige por la arbitrariedad, pues no
me queda más remedio que asumirlo. Antes, cuando trabajaba, me gustaban porque
eran días inhábiles. Ahora, me da lo mismo.
Todo esto viene a cuento de
la película de Bardem, "Felices Pascuas" (1954), que he visto en tv2
estos días, donde un matrimonio gana un cordero en una rifa y es incapaz de comérselo
porque, evidentemente, antes lo tiene que matar. La cinta no ahorra humor negro
ni crítica social, y al final el corderito blanco con una cinta roja en el
cuello es salvado en el matadero. Al comienzo la banda sonora entonaba un
villancico infantil con vivas a la censura.
Con la imagen del corderito Norit en la retina, celebré por primera vez las Navidades en las Casas del Menor (Villena) por donde discurre la Cañada Real y, justamente, el 25 de diciembre pasó un rebaño formado por una mezcla de ovejas churras y merinas, cabras y machos cabríos, que me sorprendió por el tono oscuro de sus vellones y por las manchas negras en las cuencas de los ojos y en su pelaje. Además, iban acompañados de unas garcillas bueyeras. Lo pastoreaba un árabe con él que fuimos incapaces de entablar conversación. Como soy de ciudad, solo había visto los rebaños de Castilla, que están formados por ovejas merinas, caracterizadas por su buena lana de color blanco, donde los corderos negros han sido sometidos a un proceso de selección al ser su lana menos valiosa porque no se puede teñir.
Media hora después de pasar el rebaño, un vecino llamó a
la puerta solicitando una mantaCon la imagen del corderito Norit en la retina, celebré por primera vez las Navidades en las Casas del Menor (Villena) por donde discurre la Cañada Real y, justamente, el 25 de diciembre pasó un rebaño formado por una mezcla de ovejas churras y merinas, cabras y machos cabríos, que me sorprendió por el tono oscuro de sus vellones y por las manchas negras en las cuencas de los ojos y en su pelaje. Además, iban acompañados de unas garcillas bueyeras. Lo pastoreaba un árabe con él que fuimos incapaces de entablar conversación. Como soy de ciudad, solo había visto los rebaños de Castilla, que están formados por ovejas merinas, caracterizadas por su buena lana de color blanco, donde los corderos negros han sido sometidos a un proceso de selección al ser su lana menos valiosa porque no se puede teñir.