Ayer me levanté con la intención de disfrutar, como todas las mañanas, de la
lectura de Moncho Alpuente en el diario Publico,
cuando me encontré con la inesperada
noticia de su muerte como un rayo fulminante en un viaje a Canarias, no sé si
de la tercera edad con descuentos. Le conocí en la obra de teatro Castañuela 70 y le llevo viendo toda la
vida en su barrio y el mío, Malasaña, y concretamente en la calle del Pez. En sus
breves columnas con humor satírico y
fina ironía diseccionaba la vida de este Madrid que nos tocó vivir. Ha sido un gran escritor que nunca fue lo suficientemente
reconocido porque era particularmente incómodo para el poder.
Con su desaparición he recordado otras dos muertes de cantautores y vecinos del barrio que me impactaron. En
primer lugar la de Enrique Urquijo, líder de Los Secretos, muerto en 1999 por sobredosis, que siempre estuvo sumido en un círculo
vicioso que le llevaba de la depresión a las drogas y de las drogas a la
depresión. Lo encontraba por la mañana en
el kiosko de prensa de la glorieta de san Bernardo y por las noches en la Vía
Láctea. La otra es la del cantautor,
Hilario Camacho que, en agosto de 2006, buscando
desesperadamente un algo, que sé yo qué misterioso (como decían los versos
de Blas de Otero), se fue por voluntad
propia. Lo encontraba comprando en el Día.
No me atreví nunca a saludarlos. Lo haré cuando nos encontremos en el otro barrio.A los anteriores tengo que añadir a Javier Krahe que vivía también en la calle del Pez.
Malos tiempos para la lírica.
He encontrado el entrañable y divertido Blog de Antonio Gómez, Memoria músico-festiva de un jubilado tocapelotas. que refleja con mucho sentido del humor lo que significo la música y el teatro en los últimos años del franquismo y en la transición:
http://aplomez.blogspot.com.es/search/label/A%20modo%20de%20biograf%C3%ADa
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