La invención del juerguímetro se debe a dos grandes villenenses y cuñados entre sí: Ernesto Rodes Martí y Trinidad Cuéllar Caturla. Ambos compartieron amistad y numerosos viajes en verano en bicicleta a la finca de Los Menores para visitar a sus entonces novias. Una vez casados, descubrieron que sus mujeres presentaban altibajos exasperantes en su estado de ánimo, a veces difíciles de detectar. La única manera de luchar contra ellos era el sentido del humor, que los cuñados poseían a raudales. Así que cuando había que hacer planes, siempre se hacia la misma pregunta: ¿Cómo va el juerguímetro? Cuando les respondían "a cero", ya sabían que ese día no era el propicio.
El
juerguímetro es un dispositivo invisible capaz de detectar el estado de ánimo
de una persona, solo con observar su semblante, se basa en
las palabras, como un libro. No pesa, no hay que encenderlo o apagarlo,
no tiene botón, no cuesta dinero y jamás registra erróneamente un sentimiento.
En cierta manera
se puede decir que el invento les unió. Las dos familias permanecieron siempre
juntas.
En la imagen, a la izquierda, Trinidad y a la derecha, Ernesto