Los
reyes Magos son los padres, Dios no existe, don Quijote es un personaje de
ficción, la lotería no toca nunca, el sueldo no te lo regalan, Marx se equivocó
con lo de la dictadura del proletariado, Plutón ha dejado de ser un planeta y Tere
y Roberto se separan.
La
noticia me tuvo intranquila toda la noche, se me venían a la mente imágenes
captadas por mi retina tiempo atrás: tu emoción al coger el teléfono en los
viajes de las chicas de oro, la descripción de vuestros encuentros, vosotros y
vuestros hijos, vosotros preparando una cena maravillosa entre miradas
cómplices, el regalo de la escuela de letras, el baile acompasado, los
monólogos…
Sé que
lo llevabas tiempo rumiando y hasta te vi contenta y liberada. Sé que no me has
comentado nada porque te hubiese dicho
lo de siempre: calma, sosiego, olvídate de todo, se pasará… Parece que estás
viviendo un desamor tan intenso como el amor. La mayoría de las parejas se
separan cuando ya no sienten nada. No hay parejas ideales, la vida –sola o
acompañada- está llena de espinas, de malentendidos, desengaños, irritabilidad, pérdida de
confianza. Pero si se está acompañado hay que cuidar esa relación como una
planta, como una máquina de carbón. A lo mejor este es el mejor momento para
volver a conquistaros, a disfrutar de lo prohibido, a romper la monotonía.
Creo
que los hombres (y las mujeres también) somos, además de bípedos implumes,
polígamos por naturaleza y tenemos que arrostrar esas pasiones como buenamente
podamos, incluso enamorándonos al mismo tiempo de dos personas. Todos podemos
mentir u ocultar nuestros sentimientos, porque estos son demasiado fuertes y no
nos los podemos explicar. Queremos lo que no tenemos, descuidamos lo seguro,
valoramos lo incierto. Los arrepentimientos tienen su valor, aunque no sirvan
de goma de borrar. Las palabras nos dejan mudos, decimos lo que no pensamos.
Hacemos daño y nos hacemos daño, sin quererlo. En fin, un lío. El matrimonio es
como una plaza sitiada, los que están fuera quieren entrar y los que están
dentro, salir. Y como se dice en estos
casos: que sea para bien.