miércoles, 21 de marzo de 2012
miércoles, 14 de marzo de 2012
Con Larra en el café, Moncho Alpuente
Tertulia en el Café Gijón |
Los primeros cafés de Madrid que abrieron terraza lo hicieron en el Pasaje de Matheu, a dos pasos de la Puerta del Sol, eran cafés afrancesados, fundados y frecuentados por la colonia francesa de Madrid a mediados del siglo XIX. En el Café de París se reunían conservadores y monárquicos y en el de Francia, fundado por Monsieur Doublé, superviviente y héroe de La Comuna, republicanos y revolucionarios. La revolución de las terrazas triunfó en la capital de España, hasta el abuso, como denunciaba en la segunda década del siglo XX el escritor y cronista madrileño Pedro de Répide. La moda de las terrazas, escribía: “…ha llegado a constituir en Madrid un intolerable abuso durante los meses del verano, hallándose el viandante imposible de pasar por las aceras de las calles y jardines de las plazas ocupadas por los veladores y asientos multiplicados hasta el absurdo”. Los clientes de las terrazas se libraban del aire cargado, enrarecido y espeso del interior. En un incisivo artículo, titulado El Café, Mariano José de Larra describía los padecimientos del fumador pasivo, abrumado y ahumado por “cuatro chimeneas ambulantes que no podrían vivir si hubieran nacido antes del descubrimiento del tabaco: tan enlazada está su existencia con la nicociana”.
Hoy los cafés son oasis en los que sigue abrevando una fauna amiga de la cháchara y el debate sobre la que planea todavía la sombra de las viejas, turbulentas y discutidoras tertulias como las de los cafés de la Puerta del Sol sobre las que Valle Inclán, que perdió un brazo a causa de una de ellas escribiría: “El Café de Levante ha ejercido más influencia en la literatura y el arte contemporáneo que dos o tres universidades o academias”. Otro adicto a los cafés madrileños, Enrique Jardiel Poncela pondría más tarde en boca de un hipotético corresponsal británico una receta para terminar con los endémicos males de España: “Abrir todas las cabezas y cerrar todos los cafés”. Entre los cafés supervivientes de Madrid, el Nuevo Café Barbieri de la calle del Ave María en Lavapiés, fundado en 1912, es el que mejor conserva la atmósfera, incluso el mobiliario y la pátina de la edad dorada.
El Gran Café de Gijón del Paseo de Recoletos y el Comercial de la Glorieta de Bilbao, fundados a finales del siglo XIX y reformados a mediados del siglo XX, mantienen el genio y la figura, la estampa y la estructura de aquellos cafés a los que acudía Fígaro, impertinente y curioso: “…más de cuatro veces al día a meterme en rincones excusados por escuchar caprichos ajenos que luego me proporcionan materia de diversión…”. Mucho, y casi siempre para bien, se ha escrito sobre las tertulias del Gijón que en los años del franquismo fue un insólito reducto, casi una tierra de nadie, en un territorio ocupado y devastado intelectualmente. Hoy, a la entrada del salón donde estuvo el puesto de Alfonso, cerillero y factótum, vendedor de tabaco y lotería, prestamista sin intereses, consejero y contertulio imprescindible desde su garita, se exhiben algunos de los libros escritos sobre el establecimiento, crónicas y homenajes, bajo el retrato del cerillero ilustre e ilustrado.
Las tertulias no han muerto.
En el ágora del Comercial, tienen sus puestos asignados, filósofos contemplativos y poetas solitarios, profesores peripatéticos y estudiantes eternos. El recado de escribir que antes ofrecían los camareros ha sido sustituido por el wi-fi pero Larra podría seguir riendo “de ver cómo arreglaba la suerte del mundo una copa más o menos de ron” y compartiendo la despedida habitual del orador de café: “¡Pobre España!...Buenas noches señores”.
Nubarrones sobre El Gijón
domingo, 26 de febrero de 2012
Qué difícil es hablar español
Pincha aquí para ver la letra.
sábado, 4 de febrero de 2012
I.E.S. Iturralde y el enigma de su escultura
https://www.abc.es/archivo/periodicos/blanco-negro-19350616-56.html
https://www.abc.es/archivo/periodicos/abc-madrid-19400810-5.html
https://www.abc.es/archivo/periodicos/abc-madrid-19400810-6.html
https://www.abc.es/archivo/periodicos/abc-madrid-19400121-13.html)
Ahora estamos buscando información sobre extraña e inquietante escultura que está junto a la entrada y de la que no tenemos ningún dato: ¿Quién la esculpió? ¿Cuándo? ¿Siempre estuvo en el mismo lugar? Si alguien lo sabe que no dude en ayudarnos.
También hemos encontrado una estupenda descripción del entorno y de cómo era la vida allí, cuando la mayoría de los enfermos estaban condenados a muerte, del famoso naturalista, José. A. Valverde, que estuvo el año 1944 como paciente (Memorias de un biólogo heterodoxo, CSIC, 2003, capítulo III).
Nadie sabe el origen de la escultura del instituto. En ella no aparece el nombre del escultor ni la fecha. Algunos pensaban que podía provenir del antiguo hospital, aunque testimonios de chavales que se metían a jugar cuando el edificio estaba abandonado no recordaban haberla visto. Después de innumerables consultas, nos pusimos en contacto con José Benito, antiguo director del centro, que nos informó que data de la inauguración que se pensó como centro de Formación Profesional y acabó siendo un I.E.S :“En esos años los centros estaban obligados por ley a realizar una estatua con cargo al presupuesto del centro, pero nunca supimos el nombre del escultor. El MEC tampoco nos dio nunca los planos. Entonces era costumbre que el arquitecto buscase al artista.” La estatua, para algunos horrible y para otros extraña, representa a un joven andrógino, cuyos atributos masculinos se encuentran casi siempre misteriosamente tapados por un rosal. La rodea un andamio con tres manos cortadas como la de la familia Adams: una, en la cabeza y las otras dos, en ambos hombros. Caben dos interpretaciones de las manos: si representase a los médicos, servirían para curar la mente del enfermo deseando su bienestar material y mental. O, si fuesen de profesores, formarían la mente tecnológica de los alumnos.
Rubén Jarillo
sábado, 28 de enero de 2012
El calambur
El calambur es un juego de palabras que, basándose en la homonimia, en la paronimia o en la polisemia, consiste en modificar el significado de una palabra o frase agrupando de distinta forma sus sílabas.
El calambur más famoso de la historia de la lengua española se atribuye a Francisco de Quevedo quien llamó "coja" a la reina Isabel de Borbón, primera esposa de Felipe IV de España. Tras apostar el pago de una cena, compró Quevedo dos ramos de flores: uno de claveles blancos y otro de rosas rojas, y con una cortés reverencia dijo así:
"Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja. / Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad es coja".
Otro famoso ejemplo, éste más moderno, es el de una campaña publicitaria en 2007 en Telemadrid que, tras percatarse del mensaje oculto en el lema, la campaña fue inmediatamente retirada:
Telemadrid, espejo de lo que somos. / Telemadrid, "Espe" jode lo que somos.
Más ejemplos:
·Diamante falso/ Di, amante falso
·;Ato dos palos/ A todos, palos”
·Si yo lo quito, ella lo caza. / Si yo loquito, ella locaza.
·Yo loco, loco, y ella loquita. / Yo lo coloco y ella lo quita.
·¡Ave!, César de Roma. / A veces arde Roma.
·Mi madre estaba riendo. / Mi madre está barriendo
·El Conde Escoto, ni es Conde, ni Escoto. / El Conde Escoto ni esconde, ni es coto.
·Alberto Carlos Bustos. / Al ver tocar los bustos.
·El Comandante. / El coma andante. (Cuba, en referencia a Fidel Castro).
·Mi Comandante / Mico mandante.
El calambur es utilizado para la construcción de acertijos como los siguientes:
·Fui al centro y vi unos zapatos y los compré ¿Qué compré? (los hilos)
·Blanca por dentro, verde por fuera, si quieres que te lo diga, espera (La pera)
·Oro parece, plata no es. ¿Qué es? (El plátano)
·Este banco está ocupado por un padre y por un hijo. El padre se llama Juan, el hijo ya te lo he dicho (Esteban)
·Dicen que son de dos, pero sólo son de una (Los dedos)
·No pienses en otras cosas, que las tienes en el mar, o las ves llegar furiosas, o las ves mansas llegar (Las olas)
·¿Os lo creeréis si os lo digo que ésta es su capital? Pero no es ésta, os lo digo, si no, ruega y lo sabrás (Oslo y Noruega)
·Y lo es, y lo es y no me lo adivinas en un mes (El hilo)
·Te la digo, te la digo, te la vuelvo a repetir; te la digo veinte veces y no la sabes decir (La tela)
·Ya ves, ya ves, tan claro que es. No me la adivines de aquí a un mes (Las llaves)
·Escriba, escriba y comprobará que mi nombre se lo he dicho ya (La criba)
·Redondo, redondo, fila por fila; quien sepa leer, mi nombre escriba (La criba)
·Yo, yo me subo, yo, yo me bajo; si lo adivinas eres muy majo (El yoyó)
·Vivo en el mar sin ser pez y soy siempre juguetón; nunca me baño en el Rin, pues soy el mismo del fin (El delfín)
·En un puerto hay tres barcos, uno es un crucero, otro un trasatlántico y el otro ya te lo he dicho (El yate)
·"Sí mona, así te quiero", un galán aseguraba y a su dama así le daba, astuto, su nombre entero (Simona)
·¡Escapa, escapa!, que esto que te digo, aunque no te obligo, te abriga y te tapa (La capa)
·Míralo del derecho y del revés, viene y va; va y viene. Si taba no es. ¿Qué será? (El tábano)
·Yo tengo un ángulo recto y tres lados que me abarcan. Aunque no quieras creerlo, mi nombre completo es cuadra (La escuadra)
·Es puma, no es animal; flota y vuela... ¿qué será? (La espuma)
·Esto que estoy diciendo, es lo que yo te pregunto y serás un gran borrico si no lo dices al punto (El estoque)
·Lana sube, lana baja, los ladrones la trabajan (La navaja)
·¿Qué será? ¿qué será? que en la mesa siempre está (La quesera)
jueves, 26 de enero de 2012
¡Leer es divertido! (El asesinato de la profesora de lengua, Jordi Sierra i Fabra)
Blogger ha recibido la notificación de una presunta infracción de determinados contenidos de tu blog, que infringirían los derechos de autor de otros contemplados en la ley estadounidense de protección de los derechos de autor (Digital Millenium Copyright Act o DMCA). Como consecuencia, hemos cambiado el estado de tu entrada o entradas por "borrador" (si no lo hiciéramos, podrían demandarnos por infracción de derechos de autor aunque no se fundamente.
Esto fue lo que escribí el 26/1/12
El asesinato de la profesora de lengua, autor: Jordi Sierra y Fabra. (Grupo Anaya Comercial, 30/04/2007 - 168 páginas). Ayer por casualidad cayó en mis manos este libro en la biblioteca del instituto, pensé que era otro de los libros en los que unos alumnos se cargan a la pesada de su profesora; pero no, era la profesora la que elabora toda una estrategia de juegos verbales y numéricos para conseguir su entusiasmo. La profesora de lengua, Soledad, está harta de que sus alumnos no se esfuercen en clase. Su desesperación ha llegado a tal límite, que les comunica una seria noticia: antes de acabar el día, asesinará a uno de ellos, si no consiguen detenerla antes. A los alumnos les va la vida en ello, así que no perderán un solo segundo. La búsqueda ha comenzado.
lunes, 23 de enero de 2012
F.J. Bastida: Artículo sobre el funcionarado y los políticos
Con el funcionariado está sucediendo lo mismo que con la crisis económica. Las
víctimas son presentadas como culpables y los auténticos culpables se valen
de su poder para desviar responsabilidades, metiéndoles mano al bolsillo y
al horario laboral de quienes inútilmente proclaman su inocencia. Aquí, con
el agravante de que al ser unas víctimas selectivas, personas que trabajan
para la Administración pública, el resto de la sociedad también las pone en
el punto de mira, como parte de la deuda que se le ha venido encima y no
como una parte más de quienes sufren la crisis. La bajada salarial y el
incremento de jornada de los funcionarios se aplaude de manera
inmisericorde, con la satisfecha sonrisa de los gobernantes por ver
ratificada su decisión.
Detrás de todo ello hay una ignorancia supina del origen del funcionariado.
Se envidia de su status -y por eso se critica- la estabilidad que ofrece en
el empleo, lo cual en tiempos de paro y de precariedad laboral es
comprensible; pero esta permanencia tiene su razón de ser en la garantía de
independencia de la Administración respecto de quien gobierne en cada
momento; una garantía que es clave en el Estado de derecho. En coherencia,
se establece constitucionalmente la igualdad de acceso a la función pública,
conforme al mérito y a la capacidad de los concursantes. La expresión de
ganar una plaza «en propiedad» responde a la idea de que al funcionario no
se le puede «expropiar» o privar de su empleo público, sino en los casos
legalmente previstos y nunca por capricho del político de turno. Cierto que
no pocos funcionarios consideran esa «propiedad» en términos patrimoniales y
no funcionales y se apoyan en ella para un escaso rendimiento laboral, a
veces con el beneplácito sindical; pero esto es corregible mediante la
inspección, sin tener que alterar aquella garantía del Estado de derecho.
Los que más contribuyen al desprecio de la profesionalidad del funcionariado
son los políticos cuando acceden al poder. Están tan acostumbrados a medrar
en el partido a base de lealtades y sumisiones personales, que cuando llegan
a gobernar no se fían de los funcionarios que se encuentran. Con frecuencia
los ven como un obstáculo a sus decisiones, como burócratas que ponen
objeciones y controles legales a quienes piensan que no deberían tener
límites por ser representantes de la soberanía popular. En caso de
conflicto, la lealtad del funcionario a la ley y a su función pública llega
a interpretarse por el gobernante como una deslealtad personal hacia él e
incluso como una oculta estrategia al servicio de la oposición. Para evitar
tal escollo han surgido, cada vez en mayor número, los cargos de confianza
al margen de la Administración y de sus tablas salariales; también se ha
provocado una hipertrofia de cargos de libre designación entre funcionarios,
lo que ha suscitado entre éstos un interés en alinearse políticamente para
acceder a puestos relevantes, que luego tendrán como premio una
consolidación del complemento salarial de alto cargo. El deseo de crear un
funcionariado afín ha conducido a la intromisión directa o indirecta de los
gobernantes en procesos de selección de funcionarios, influyendo en la
convocatoria de plazas, la definición de sus perfiles y temarios e incluso
en la composición de los tribunales. Este modo clientelar de entender la
Administración, en sí mismo una corrupción, tiene mucho que ver con la
corrupción económico-política conocida y con el fallo en los controles para
atajarla.
Estos gobernantes de todos los colores políticos, pero sobre todo los que se
tildan de liberales, son los que, tras la perversión causada por ellos
mismos en la función pública, arremeten contra la tropa funcionarial, sea
personal sanitario, docente o puramente administrativo. Si la crisis es
general, no es comprensible que se rebaje el sueldo sólo a los funcionarios
y, si lo que se quiere es gravar a los que tienen un empleo, debería ser una
medida general para todos los que perciben rentas por el trabajo sean de
fuente pública o privada. Con todo, lo más sangrante no es el recorte
económico en el salario del funcionario, sino el insulto personal a su
dignidad. Pretender que trabaje media hora más al día no resuelve ningún
problema básico ni ahorra puestos de trabajo, pero sirve para señalarle como
persona poco productiva. Reducir los llamados «moscosos» o días de libre
disposición -que nacieron en parte como un complemento salarial en especie
ante la pérdida de poder adquisitivo- no alivia en nada a la Administración,
ya que jamás se ha contratado a una persona para sustituir a quien disfruta
de esos días, pues se reparte el trabajo entre los compañeros. La medida
sólo sirve para crispar y desmotivar a un personal que, además de ver cómo
se le rebaja su sueldo, tiene que soportar que los gobernantes lo
estigmaticen como una carga para salir de la crisis. Pura demagogia para
dividir a los paganos. En contraste, los políticos en el poder no renuncian
a sus asesores ni a ninguno de sus generosos y múltiples emolumentos y
prebendas, que en la mayoría de los casos jamás tendrían ni en la
Administración ni en la empresa privada si sólo se valorasen su mérito y
capacidad. Y lo grave es que no hay propósito de enmienda. No se engañen, la
crisis no ha corregido los malos hábitos; todo lo más, los ha frenado por
falta de financiación o, simplemente, ha forzado a practicarlos de manera
más discreta.