jueves, 3 de junio de 2010

El Globo y los profesores


Actividad realizada en clase por Benjamín Pradillo.

· Objetivos: desarrollar la capacidad de argumentación de los alumnos, enseñar a trabajar en equipo, ordenar el discurso mediante marcadores, tomar decisiones de manera conjunta.

· Desarrollo de la actividad

Plantearemos al grupo la siguiente hipótesis:

Sois los únicos supervivientes de un holocausto nuclear que ha acabado con la vida en la tierra. Estáis viajando a bordo de un globo aerostático con la esperanza de encontrar tierra firme no contaminada donde poder vivir, sin éxito. Tras semanas de búsqueda, localizáis a lo lejos una isla con vegetación y animales que no ha sido alcanzada por la explosión nuclear, pero en ese momento el globo pierde aire. Tras unos rápidos cálculos llegáis a la conclusión de que una persona se tiene que sacrificar para que el globo no pierda aire a menor ritmo y el globo llegue hasta la isla. Para elegir a la persona que ha de abandonar el globo, cada uno de los tripulantes defenderá su profesión, y la que peor lo defienda o al resto le parezca la menos útil en la futura vida en la isla, deberá ser el sacrificado por el bien de los demás.

Tras este enunciado, anunciaremos las profesiones del ejercicio: soldado, médico, carpintero, albañil, profesor –faltaría más-, juez, humorista, cocinero y atleta. Formaremos grupos de 2-3 alumnos dependiendo del tamaño de la clase y procederemos al sorteo de las profesiones. Los alumnos, en base a su profesión, trabajarán conjuntamente para establecer una serie de argumentos por las que creen que son imprescindibles para el futuro; para ello, se servirán de una lista de conectores y marcadores del discurso que el profesor anotará en la pizarra. Cuando todos hayan terminado, deberán exponerlas en voz alta a la clase. Una vez que todos los grupos han expresado los motivos por los que creen que merecen quedarse, la clase ha de decidir cuál de las profesiones es la más prescindible, y argumentar por qué.

Los alumnos de 2º de la ESO llegaron a la conclusión de que la profesión prescindible era la de profesor. Cada miembro de las otras profesiones utilísimas podía enseñar su ciencia sin necesidad de un intermediario.

martes, 1 de junio de 2010

Libros curiosos para curiosos lectores











Fotos de la exposición Esto no es un libro celebrada en el CSIC:libros circulares, pentagonales, libros que son cajas, o que tienen forma de baraja. Obras de Max Aub, de Octavio Paz, de Julio Cortázar, de Ullán, Scala, Castillejos...


http://www.letraherido.com/21021003curiosidades.htm
En esta página encontraremos libros curiosos, inusuales; carteles de fomento de la lectura; la casa de un bibliófilo...

Para saber más sobre Juegos de Cartas de Max Aub
ttp://www.jornada.unam.mx/2007/11/04/sem-jose.html


Libros con vocación artística

Un invento inmejorable

Algunos de los cambios tecnológicos tienen que ver con el entretenimiento, como los gramófonos, el cine, la radio o la televisión. Cada nuevo invento ha desplazado a los antiguos, el cine superó al teatro, la televisión a la radio y el color al blanco y negro. Pero nosotros hemos descubierto un invento inmejorable que sirve de entretenimiento, que produce sonidos y proyecta luz sólo para la persona que lo está utilizando, sin necesidad de encenderlo o apagarlo. No tiene botones de color, brillo o contraste, está al alcance de cualquiera. Empieza a funcionar cuando uno lo mira y no se para cuando se deja de mirar. Puede avanzar o retroceder deprisa o despacio, a saltos o con repeticiones, siempre a placer del usuario. Puede contener información sobre infinitos temas. Es manejable, se puede llevar en un bolsillo, consultar en el baño o acompañarnos en las solitarias noches. Es tridimensional, completo en sí mismo, portátil, sensual al tacto y agradable al olfato.
El aparato es autónomo y manejable, aguanta incluso las caídas. No consume, no hay que apretar ningún botón, está sometido al control de la voluntad. Es útil para la escuela, el hogar, la Iglesia, la Universidad. Produce imágenes en nuestra mente, imágenes que son nuestras, no inventadas por otros. El espectador del invento nunca permanecerá pasivo, tendrá que poner la entonación en las palabras, la expresión de los rostros, la acción y el escenario. Todo esto saldrá de unas líneas con símbolos en blanco y negro.
Existe como entretenimiento de nuestros sueños desde hace muchos siglos. Se ha utilizado desde los remotos desiertos de Israel hasta las costas más remotas del Nuevo Mundo. Supera las barreras del tiempo. Sólo ha ido cambiando de soporte. Nunca se quedará anticuado u obsoleto. Valdrá más cuanto más antiguo sea, incluso nos puede servir de adorno. Es irreemplazable porque exige participación. Por agradable que sea el papel de espectador, participar es siempre mejor. Como afirma Isaac Asimov,”es una empresa compartida entre el autor y el receptor”, es la mejor forma de comunicación. Su valor es tan grande que han intentado quemarlo y destruirlo numerosas veces, creyendo que así acabarían con el pensamiento que lo ha creado.
Sobre todo la literatura está hecha de sueños. Más que palabras o acciones, los libros y las historias son colmenas misteriosas, caparazones sonámbulos.
No sé si el e-book desplazará a los libros tradicionales. Pero no me importaría tener un e-book, porque así me podré ir de viaje ligera de equipaje; podré abandonar las gafas de presbicia, que tanto me avejentan, y conseguiré que mi casa de pocos metros parezca más grande. Además, tal vez dé calorcito en el invierno.

lunes, 31 de mayo de 2010

La poesía, al alcance de los niños

Gabriel García Márquez

EL PAÍS - Opinión - 27-01-1981


--------------------------------------------------------------------------------

Un maestro de literatura le advirtió el año pasado a la hija menor de un gran amigo mío que su examen final versaría sobre Cien años de soledad. La chica se asustó, con toda la razón, no sólo porque no había leído el libro, sino porque estaba pendiente de otras materias más graves. Por fortuna, su padre tiene una formación literaria muy seria y un instinto poético como pocos, y la sometió a una preparación tan intensa que, sin duda, llegó al examen mejor armada que su maestro. Sin embargo, éste le hizo una pregunta imprevista: ¿qué significa la letra al revés en el título de Cien años de soledad? Se refería a la edición de Buenos Aires, cuya portada fue hecha por el pintor Vicente Rojo con una letra invertida, porque así se lo indicó su absoluta y soberana inspiración. La chica, por supuesto, no supo qué contestar. Vicente Rojo me dijo cuando se lo conté que tampoco él lo hubiera sabido.Ese mismo año, mi hijo Gonzalo tuvo que contestar un cuestionario de literatura elaborado en Londres para un examen de admisión. Una de las preguntas pretendía establecer cuál era el símbolo del gallo en El coronel no tiene quien le escriba. Gonzalo, que conoce muy bien el estilo de su casa, no pudo resistir la tentación de tomarle el pelo a aquel sabio remoto, y contestó: «Es el gallo de los huevos de oro». Más tarde supimos que quien obtuvo la mejor nota fue el alumno que contestó, como se lo había enseñado el maestro, que el gallo del coronel era el símbolo de la fuerza popular reprimida. Cuando lo supe me alegré una vez más de mi buena estrella política, pues el final que yo había pensado para ese libro, y que cambié a última hora, era que el coronel le torciera el pescuezo al gallo e hiciera con él una sopa de protesta.

Desde hace años colecciono estas perlas con que los malos maestros de literatura pervierten a los niños. Conozco uno de muy buena fe para quien la abuela desalmada, gorda y voraz, que explota a la cándida Eréndira para cobrarse una deuda es el símbolo del capitalismo insaciable. Un maestro católico enseñaba que la subida al cielo de Remedios la Bella era una transposición poética de la ascensión en cuerpo y alma de la virgen María. Otro dictó una clase completa sobre Herbert, un personaje de algún cuento mío que le resuelve problemas a todo el mundo y reparte dinero a manos llenas. «Es una hermosa metáfora de Dios», dijo el maestro. Dos críticos de Barcelona me sorprendieron con el descubrimiento de que El otoño del patriarca tenía la misma estructura del tercer concierto de piano de Bela Bartok. Esto me causó una gran alegría por la admiración que le tengo a Bela Bartok, y en especial a ese concierto, pero todavía no he podido entender las analogías de aquellos dos, críticos. Un profesor de literatura de la Escuela de Letras de La Habana destinaba muchas horas al análisis de Cien años de soledad y llegaba a la conclusión -halagadora y deprimente al mismo tiempo- de que no ofrecía ninguna solución. Lo cual terminó de convencerme de que la manía interpretativa termina por ser a la larga una nueva forma de ficción que a veces encalla en el disparate.

Debo ser un lector muy ingenuo, porque nunca he pensado que los novelistas quieran decir más de lo que dicen. Cuando Franz Kafka dice que Gregorio Sarrisa despertó una mañana convertido en un gigantesco insecto, no me parece que eso sea el símbolo de nada, y lo único que me ha intrigado siempre es qué clase de animal pudo haber sido. Creo que hubo en realidad un tiempo en que las alfombras volaban y había genios prisioneros dentro de las botellas. Creo que la burra de Ballam habló -como lo dice la Biblia- y lo único lamentable es que no se hubiera grabado su voz, y creo que Josué derribó las murallas de Jericó con el poder de sus trompetas, y lo único lamentable es que nadie hubiera transcrito su música de demolición. Creo, en fin, que el licenciado Vidriera -de Cervantes- era en realidad de vidrio, como él lo creía en su locura, y creo de veras en la jubilosa verdad de que Gargantúa se orinaba a torrentes sobre las catedrales de París. Más aún: creo que otros prodigios similares siguen ocurriendo, y que si no los vemos es en gran parte porque nos lo impide el racionalismo oscurantista que nos inculcaron los malos profesores de literatura.

Tengo un gran respeto, y sobre todo un gran cariño, por el oficio de maestro, y por eso me duele que ellos también sean víctimas de un sistema de enseñanza que los induce a decir tonterías. Uno de mis seres inolvidables es la maestra que me enseñó a leer a los cinco años. Era una muchacha bella y sabia que no pretendía saber más de lo que podía, y era además tan joven que con el tiempo ha terminado por ser menor que yo. Fue ella quien nos leía en clase los primeros poemas que me pudrieron el seso para siempre. Recuerdo con la misma gratitud al profesor de literatura del bachillerato, un hombre modesto y prudente que nos llevaba por el laberinto de los buenos libros sin interpretaciones rebuscadas. Este método nos permitía a sus alumnos una participación más personal y libre en el prodigio de la poesía. En síntesis, un curso de literatura no debería ser mucho más que una buena guía de lecturas. Cualquier otra pretensión no sirve para nada más que para asustar a los niños. Creo yo, aquí en la trastienda.

Juan de Mairena, Antonio Machado:
(Mairena, en su clase de Retórica y Poética)
—Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: 'Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa.'
El alumno escribe lo que se le dicta.
—Vaya usted poniendo eso en lenguaje poético.
El alumno, después de meditar, escribe: 'Lo que pasa en la calle.'
Mairena.— No está mal"

Métrica: teoría y práctica autoevaluable

 
Ejercicios autoevaluables:
http://sapereaude3.blogspot.com/2009/03/metrica.html

jueves, 20 de mayo de 2010

Los alumnos del Practicum


Llegaron antes que la primavera con entusiasmo y ganas de aprender. Se van con los primeros calores. Se han enfrentado a todo tipo de situaciones, algunas difíciles. Al principio iban detrás de mí, los de segundo de bachillerato los llamaban “patitos”, ahora vuelan libres. Me han ayudado mucho. Benjamín y Clara, gracias.

martes, 18 de mayo de 2010

Ablación, de la película Flor del desierto