viernes, 3 de enero de 2025

Mariquita, marica, maricón: del estigma a la dignificación


Esta entrada es una ampliación de la entrada anterior Mariquita, palabra polisémica.

 Mariquita (marica, maricón), sustantivo y adjetivo de carácter peyorativo y despectivo, se utiliza para designar a un varón afeminado u homosexual, tanto como un insulto grosero o como mero rasgo identificativo. Hasta que la comunidad LGBT+  decidió darle un nuevo significado a la palabra maricón dotándola de una nueva denotación positiva y de orgullo. Su utilización depende de la edad del hablante y del contexto y no a todos les gusta que les llamen de esa manera. 

Su origen deriva del nombre de mujer María, en este caso utilizado para señalar a mujeres libidinosas y prostitutas. Con el tiempo. se utilizó para designar a los hombres homosexuales que presentaban comportamientos femeninos. Con esta comparación se añadía el machismo al uso del insulto homófobo .  

  Torres Naharro, La Propaladia (1517)
 El primer registro escrito de la palabra maricón lo encontramos en 1517, en la Comedia Serafina, de Bartolomé Torres Naharro para criticar al varón que no se comporta exactamente como se espera de su género, se le consideraba afeminado, equivalente a una mujer, a una María cualquieraLa primera documentación clara de la palabra marica en el sentido despectivo de afeminado apareció en la novela El Guzmán de Alfarache (1599) de Mateo Alemán. 

Maricones aparece como un insulto en la famosa escena de Fuenteovejuna de Lope de Vega en la que Laurencia recrimina a su padre y a todos los hombres su cobardía por no hacer frente a los abusos del comendador Fernán Gómez.

Gallinas, ¡vuestras mujeres
sufrís que otros hombres gocen!
Poneos ruecas en la cinta.
¿Para qué os ceñís estoques?
Vive Dios, que he de trazar
que solas mujeres cobren
la honra de estos tiranos,
la sangre de estos traidores,

y que os han de tirar piedras,
hilanderas, maricones,
amujerados y cobardes,
poco hombres y traidores.

"No sólo se utilizaba contra hombres homosexuales, sino que también se usaba como insulto para aquellos hombres que no ejercían dominación y violencia contra las mujeres, y además contra cualquier hombre al que se quisiera insultar. A pesar de la virilidad del término, el maricón se hizo popular por convertirse en un arquetipo del teatro del Siglo de Oro español, siendo el personaje amanerado y con estética femenina del que burlarse, con el que divertirse a su costa y con el que, por tanto, se debía evitar comparación. Por esto en muchas ocasiones aparecía en expresiones como “que no te tengan por maricón” o “te van a tomar por maricón”. 

"Lo que antes era el gran insulto es ahora un gran recordatorio de que la lucha marica es una lucha profundamente adscrita a la lucha feminista. Porque empoderarnos como maricas es empoderarnos en nuestra feminidad".


P.D. El comentario de Beatriz Olivenza me ha hecho recordar el hermoso texto de Luis Cernuda titulado El escándalo :
 
En las largas tardes del verano, ya regadas las puertas, ya pasado el vendedor de jazmines, aparecían ellos, solos a veces, emparejados casi siempre. Iban vestidos con blanca chaqueta almidonada, ceñido pantalón negro de alpaca, zapatos rechinantes como el cantar de un grillo, y en la cabeza una gorrilla ladeada, que dejaba escapar algún rizo negro o rubio. Se contoneaban con gracia felina, ufanos de algo que sólo ellos conocían, pareciendo guardarlo secreto, aunque el placer que en ese secreto hallaban desbordaba a pesar de ellos sobre las gentes.

Un coro de gritos en falsete, el ladrar de algún perro, anunciaba su paso, aun antes de que hubieran doblado la esquina. Al fin surgían, risueños y casi envanecidos del cortejo que les seguía insultándoles con motes indecorosos. Con dignidad de alto personaje en destierro, apenas si se volvían al séquito blasfemo para lanzar tal pulla ingeniosa. Mas como si no quisieran decepcionar a las gentes en lo que éstas esperaban de ellos, se contoneaban más exageradamente, ciñendo aún más la chaqueta a su talle cimbreante, con lo cual redoblaban las risotadas y la chacota del coro.

Alguna vez levantaban la mirada a un balcón, donde los curiosos se asomaban al ruido, y había en sus descarados ojos juveniles esa burla mayor, un desprecio más real que en quienes con morbosa curiosidad les iban persiguiendo.

 Al fin se perdían al otro extremo de la calle. Eran unos seres misteriosos a quienes llamaban «los maricas».

3 comentarios:

Beatriz Olivenza dijo...

Esto me recuerda al maravilloso poema de García Lorca titulado "Canción del mariquita". Qué mayor dignidad que la que confieren las hermosas palabras del poeta:

El mariquita se peina
en su peinador de seda.

Los vecinos se sonríen
en sus ventanas postreras.

El mariquita organiza
los bucles de su cabeza.

Por los patios gritan loros,
surtidores y planetas.

El mariquita se adorna
con un jazmín sinvergüenza.

La tarde se pone extraña
de peines y enredaderas.

El escándalo temblaba
rayado como una cebra.

¡Los mariquitas del Sur,
cantan en las azoteas!

Mª Ángeles Cuéllar dijo...

Gracias por tu aportación, no conocía el poema, a mí también me parece maravilloso.

Anónimo dijo...

Interesante recorrido por estas palabras que reflejan animadversión, así como el hermoso poema aportado por Beatriz, que tampoco conocía.

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