Subrayo algunos párrafos del didáctico artículo de Álex Grijelmo en El País sobre el uso de ‘deber’ y ‘deber de’ con ejemplos actuales de nuestros políticos que no destacan por ser grandes oradores.
La diferencia entre ‘deber’ y ‘deber de’
Ni Feijóo ni otros profesionales de la palabra hacen caso a las academias y a los libros escolares
Alguien debe advertirle a Núñez Feijóo acerca de la diferencia en la lengua culta entre deber y deber de. Porque no debe de habérselo contado nadie.
Como indica el académico Diccionario Panhispánico de Dudas (2005), deber + infinitivo denota obligación: “Debo entrar a las ocho”. Mientras que si se añade la preposición de (deber de + infinitivo) significará probabilidad o suposición: “Debió de entrar a las ocho”. Pero ni Feijóo ni otros profesionales de la palabra atienden a estas corteses sugerencias que les permitirían expresarse con mayor precisión y elegancia.
El 29 de septiembre, le oímos en el debate de investidura: “Ustedes participan porque la ley se lo permite, deberían de cumplirla; “deberían de respetarlas”. Y al día siguiente: “No debería de ser una opción”; “el respeto mutuo debe de ser fundamental”, “el método de trabajo que debe de guiar la legislatura”; “un pacto que convierta al Senado en lo que debió de ser y no es”. Y el 3 de octubre: “Quien se postule como candidato debe de explicitar cuántos apoyos cuenta”... Por su parte, Yolanda Díaz también dijo, el 5 de octubre: “No debemos de caer en los debates nominalistas”; “no debo de hacer este tipo de valoraciones”.
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