Ayer tropecé con un adoquín dorado, situado enfrente de la puerta del I.E.S. Lope de Vega que hasta ahora me había pasado desapercibido, aunque paso casi todos los días por allí. No me produjo ningún esguince, pero despertó mi curiosidad y mi memoria. La original placa recuerda al catedrático de filosofía Juan Bonet Borrell (Valencia, 1890- México D.F.,1970), profesor, secretario y director del centro en 1936, que se exilió a Francia y fue deportado a dos campos de concentración nazis:
Cuando volví de mi paseo, consulté google y hallé la respuesta. Las stolpersteine o piedras-obstáculo, son bloques de cemento,
insertados en el suelo con el nombre y las fechas clave en la vida de una
serie de víctimas deportadas a los campos de concentración. Este reconocimiento
comenzó en 1997 en Berlín por iniciativa del artista Günter Demnig como un homenaje a las víctimas de la persecución nazi y se ha
extendido ya a más de 1.800 localidades en 24 países. En España habrá unas 650 Stolpersteine colocadas en varias ciudades españolas. En Madrid empezó en 2019, para recordar a los 450 madrileños, exiliados republicanos, la mayoría hombres (solo había cuatro mujeres). La última colocación, bajo el lema "Una piedra, un nombre, una persona", se realizó en Madrid, el viernes, 28
de octubre, mediante un itinerario desde la calle Augusto Figueroa hasta la de San Andrés, en recuerdo a diez víctimas: José Arroyo Ayuso,
Rodolfo Ruiz Dávila, José Martínez Álvarez, Fortunato Gil Aldea, Luis Espejo
Díaz, Manuel Villar Cobos, Antonio Rosciano Cid, Juan Bonet Bonell, y los
hermanos Jesús y Miguel Santos Alonso.
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