El día 22 de diciembre ha pasado y el tradicional sorteo de Lotería de Navidad ha dejado la fortuna en manos de unos pocos y la sensación de vacío en la mayoría. En España gastamos más dinero en el sorteo de la Lotería de Navidad que en libros durante todo el año. El juego de azar nos atrapa a todos, no sólo a ludópatas e ingenuos, despierta una ilusión y unas expectativas inusuales. Si no nos ha tocado, siempre nos queda el consuelo de la Literatura, leer algunas de las narraciones que tienen como eje la lotería y otros juegos de azar desde múltiples enfoques. El tema lo han tratado algunos de los más grandes escritores.
Estas reflexiones están motivadas por la lectura del admirable blog Almanaque de Antonio Lorenzo (El chasco de la lotería) donde recoge el pliego titulado El chasco de la lotería que guarda una estrecha relación temática con dos sainetes del siglo XVIII de Sebastián Vázquez: El día de la lotería y El chasco del sillero que nos acercan a los primeros tiempos de la lotería primitiva y a los pícaros que tratan de conseguir dinero y comida a costa ajena. Así que me puse a buscar otras obras literarias y encontre bastantes:
Relatos
Shirley Jackson, La lotería.
Jorge Luis Borges, La lotería de Babilonia.
Shirley Jackson, La lotería
Novelas
Patricia wood, La lotería
David Baldacci, The winner
Habría que citar El jugador de Dostoievski, que nos muestra la adicción al juego de la ruleta, y Charlie y la fábricade chocolate de Roald Dahl. Willy Wonka es el propietario de una fábrica de chocolate y en sus barritas esconde cinco billetes dorados que suponen chocolate de por vida a quienes las encuentren.
Teatro
Luces de Bohemia de Ramón María del Valle-Inclán que está encuadrada con la compra de un boleto que resulta premiado y con el que se quedará a su muerte el avaricioso don Latino. Todo un sarcasmo, el ilustre y pobre poeta Max Estrella muere rico sin que lo puedan disfrutar ni él ni su familia.
Debo de ser una de las pocas personas que juega nada o muy poco a la lotería. Supongo que por muchas razones: porque soy mayor y ya he abandonado el pensamiento mágico que nos hace creer que la suerte puede estar a nuestro alcance con solo desearla mucho; porque mi situación económica no es muy mala comparada con épocas anteriores; porque sé que el dinero no da la felicidad, aunque ayuda; por ir a contracorriente. Es más, creo que los que aparecen en la televisión derrochando champán y obteniendo su minuto de gloria son actores contratados por Loterías y Apuestas del Estado, pero no me atrevería a afirmar como el libro de G.G. Márquez (El otoño del patriarca) que el dictador manipula los sorteos de la lotería para atribuir los premios a sus favoritos. Resumiendo, es un impuesto para las personas que no saben de matemáticas, el verdadero ganador es el Estado.
La expresión ‘tirar la casa por la ventana’ tiene su origen en la costumbre que había en el siglo XIX de arrojar por la ventana los enseres de la casa cuando a alguien le tocaba la lotería. Los agraciados, eufóricos, lo hacían porque podían permitirse el lujo de comprar otros nuevos y para mostrar a sus vecinos que se habían hecho ricos. Esta costumbre de tirar muebles por las ventanas a la calle sigue vigente en el Sur de Italia, aunque de forma más simbólica, cada Nochevieja es una manera de desear buena fortuna para el año que empieza.
De todas maneras, tanto si os ha tocado o no, como Antonio Lorenzo, os deseo:
¡Suerte y felicidad, ventura y riqueza para todos!
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