lunes, 23 de mayo de 2022

Hombres sin regla hablando de la regla de las mujeres

Si un hombre tuviera migrañas, calambres y dolores cinco días al mes, vería lógico ausentarse del trabajo.

                                    Kate Lister 

El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente.

                              Simone de Beauvoir

                                                                            El debate establecido sobre los días remunerados para las mujeres con regla invalidante saca a la superficie las capas más profundas del patriarcado en la sociedad española. En los medios de comunicación, hombres hablando de lo que no saben ni han padecido; empresarios furibundos porque no quieren pagar esa medida que no recaerá sobre ellos, sino sobre la Seguridad Social; médicos callados; la ministra Montero de Unidas Podemos ridiculizada una vez más en la picota. Incluso a algunas feministas les preocupa que refuerce el estereotipo de que las mujeres son débiles y enfermizas. La regla no es una enfermedad para la mayoría de las mujeres, pero una minoría lo pasa francamente mal y lo llevan en silencio por miedo a ser estigmatizadas o despedidas. La política debe pensar también en ellas y en cualquier persona que tenga un dolor paralizante para alcanzar el bienestar general de toda la sociedad.

Ana Bernal Triviño, Lo que la historia dijo de nuestra regla. Diario Público 

“Y no dejo de acordarme porque, más allá de las condiciones de las bajas laborales con la menstruación que propone el Gobierno, lo que más nos ha asombrado a muchas estos días es esa capacidad de algunos hombres de opinar sobre nuestro dolor o ausencia de dolor con la regla, sin tener la más mínima idea sobre ello. Porque si además, de paso, podían hacer mofa del feminismo, era una oportunidad de oro.

La verdad es que no debe extrañarnos que algunos aún hoy se crean con la autoridad o potestad de liderar este discurso porque es lo que han aprendido entre generaciones de hombres durante siglos a través de una Ciencia o Filosofía donde ellos tenían la voz. Así, ellos han recomendado nuestras anticonceptivas, han legislado sobre el aborto o nos han puesto de locas con la regla, teniendo que asumir diagnósticos sin escucharnos o cuestionándonos. ¿Cómo no van a sentir que pueden seguir hablando por nosotras? Siguen hablando de la regla porque, durante siglos, ellos han dicho qué era la regla. Y la convirtieron en tabú desde los tiempos más remotos.

Para Aristóteles éramos seres inferiores. Para Hipócrates, la sangre menstrual era un "producto deshecho" porque la mujer era muy "caliente". Para Galeno lo mismo, pero porque éramos "frías". Para Plinio el Viejo, las reglas hacían que el vino fuera agrio, las cosechas secas, o que las frutas se cayeran de los árboles. En la Edad Media, el flujo era venenoso. Entre medias, tachan nuestro deseo sexual de "Histeria" hasta 1952.  El aparato reproductor masculino se conocía ya desde finales del siglo XVII y hasta bien entrado el siglo XIX no se empieza a acertar sobre el femenino, y aún hoy tenemos que seguir recordando que el clítoris no lo tenemos como adorno.

Simone de Beauvoir recordaba una comunicación del British Medical Journal en 1878 que decía: "Es un hecho indudable que la carne se corrompe cuando la tocan mujeres que tienen la regla". En 1940, en pleno siglo XX, el antropólogo Ashley Montagu decía lo mismo que Plinio El Viejo sobre nuestra regla, en el siglo I. Que pasen diecinueve siglos para acabar igual… Mientras, las feministas empezaron a trabajar en quitar todo este imaginario colectivo y parece que hay que seguir en ello.

Imaginad si se han dicho todas estas cosas sobre nuestra regla, qué se ha llegado a decir de la menopausia o de las mujeres que no tenían la regla y que ya eran tratadas como "inservibles" para la reproducción. Así, miles de mujeres han crecido durante la historia siendo negadas de sus males o enfermedades, siendo no escuchadas, siendo calladas por una "sabiduría" que no nos tuvo en cuenta. Así hemos aprendido de nuestras madres y abuelas todo el rosario de supersticiones que otros hombres han dicho de nosotras, desde impuras, a que se corta la mahonesa con la regla o que no hagamos deporte. Y fuera de nuestras fronteras, aún hoy una cantidad de mujeres en otros países son aisladas durante el periodo y repudiadas, incluso con riesgo para su vida. Hemos crecido viendo cómo nuestras abuelas y madres (aún más en plena dictadura) hablaban de la regla en secreto con claves como "Antonio" o "Felipe", porque solo quienes "sabían" del tema podían hacerlo de forma pública”. (…)

Rosa Montero, Hablemos de la regla "Basta ya de tener que hacernos pasar por hombrecitos para conseguir un puesto secundario en el cielo del trabajo".

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