lunes, 4 de diciembre de 2017

Labia de barros (lapsus linguae)

¿Cuántas veces queremos decir una cosa y decimos otra? Es de lo más común cometer errores involuntarios al hablar. Cuando uno va deprisa, se equivoca. A estos resbalones o actos fallidos los llamamos lapsus linguae o gazapos;  algunos pueden ser un simple cambio de letra, otros pueden ser palabras completamente ajenas a lo pensado que apelan directamente al inconsciente como los ejemplos del vídeo que acompaña a este escrito. Pero yo me refiero aquí al lapsus linguae que se da por un intercambio gramatical entre morfemas que afecta a la base de la palabra y a los morfemas flexivos de tiempo y persona que nos hace crear una frase totalmente disparatada, como en el caso de "se me lengua la traba" por se me traba la lengua. Lo curioso es que el receptor del mensaje, aún lidiando con palabras falsas o mal colocadas, lo entiende perfectamente.
Ahí van dos ejemplos de mi adolescencia que todavía me hacen reír cuando los recuerdo. Mi amiga Tere y yo nos caracterizábamos por hablar muy rápido, de modo que las frases nos salían confundidas e ininteligibles para el resto de los mortales. Un día de primavera decidimos ir a comprar nuestra primera barra de labios y se la pedimos así al dependiente: “¿Tiene labias de barros?”.  Por Navidad, golosas, nos quedamos mirando el escaparate de una pastelería y exclamamos al unísono: “¿Rascamos un comprón?”.
Nuestro chiste favorito era el más tonto de todos:
- Hola buenas ¿Me da una wfrsa de pipas?
– ¿Una bolsa de qué?

El que esté libre de culpa que tire la primera piedra.

Otros ejemplos:
·       Me labio el muerde (me mordí el labio).
·       Salir el culo por la tirata (el tiro por la culata).
·       Que no panda el cúnico (que no cunda el pánico).
·       Son japonudos estos cojoneses (son cojonudos estos japoneses).
·       La gallina de los oros de huevo (la gallina de los huevos de oro).

Para saber más:


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