domingo, 30 de enero de 2011

La probadora de libros

Los emperadores romanos tenían esclavos que les probaban la comida para evitar envenenamientos; yo tengo mi probadora-asesora de libros: Carmen Léonard, la bibliotecaria del instituto, que lleva con discreción y eficacia una labor no reconocida. Aquí os dejo alguno de esos libros recomendados que he leído de un tirón:









Arthur and George, Julian Barnes
Un día perfecto, Melania G. Mazzucco
Middelsex, Jeffrey Eugenides
Álbum de familia, Route Dorrestein
La tía marquesa, Simonetta Agnello
El mar, John Banville
Aurora boreal, Asa Larsson


En febrero he leído Mil soles espléndidos del afgano Khaled Hosseini y El lado oscuro del amor de Rafik Schami, autor sirio afincado en Alemania.

Tesela a tesela, Schami ha compuesto un impresionante mosaico de Oriente Próximo, desde el fin del imperio Otomano hasta nuestros días, un panorama de enfrentamientos y revueltas, tramas secretas y dictaduras que abarca desde Siria al Líbano. Corre la década de los sesenta en Damasco cuando el joven Farid conoce a la hermosa e inteligente Rana. La atracción mutua es irresistible, pero, para su desgracia, pertenecen a familias cristianas que se odian a muerte: los Mushtak, católicos, y los Shahin, de tradición greco-ortodoxa. Desde el primer momento, la relación entre los jóvenes se convierte en un desafío inaceptable a la ley de los clanes rivales, un amor condenado a la clandestinidad y el exilio. La suerte de los amantes a lo largo de varias décadas concita una nutrida galería de personajes difíciles de olvidar. Y como formidable marco de esta historia está Damasco, ciudad misteriosa y fascinante, que palpita en estas páginas a través de una visión íntima pero certera de una cultura marcada por las convulsiones políticas y religiosas, y de un mundo en el que el valor del individuo queda relegado ante el poder omnipresente de la familia. El honor como principio obsoleto no es patrimonio exclusivo de una comunidad, sino que los árabes, tanto musulmanes como cristianos, lo han colocado entre las piernas de las mujeres, llega a decir el autor en uno de sus mejores pasajes, mientras se dejan manipular por las potencias extranjeras en sus propios países. La desgracia de los árabes reside en su propia incapacidad y su vena cainita. Dotado de una ágil ironía, uno de los personajes de la novela asegura "comprender todas las desgracias de los árabes" cuando "tres sirios ayudan a un francés corrupto y cobarde a torturar a un compatriota".



En apenas dos días del mes de mayo he devorado El secreto de tus ojos. No he visto la película y no puedo hacer comparaciones al contrario que otras personas. Aunque hay muchas palabras que no entiendo, los personajes y la trama me cautivaron. Me gusta sobre todo que el narrador en primera persona sea objetivo y el narrador en tercera, subjetivo. Me gusta la historia de amor que dura más de tres décadas y ver reflejada en un libro la torpeza casi adolescente que conservan los sesentones.


En mayo leí La mujer justa, de Sándor Márai. Esta vez ví primero la adaptación teatral de Eduardo Mendoza en el Teatro de la Abadía y enseguida me entraron ganas de leer la novela. La historia está compuesta por tres monólogos, en boca de tres personas unidas por un triángulo amoroso. Maritka es la primera de las voces. Una mujer divorciada, perteneciente a la burguesía, que nos cuenta su experiencia matrimonial, el amor incondicional que sentía por su marido.La segunda voz es la del ex-marido, Péter, un burgués acomodado que dejó a su mujer por el espejismo de un enamoramiento. Y por último escuchamos a la tercera en discordia, Judit una criada que siempre envidió a los burgueses, y que soñaba con convertirse en uno de ellos. La novela nos muestra la decadencia de la burguesía laboriosa antes de la 2ª Guerra Mundial, donde no hay sitio para la perfección, la educación, el sentido de la responsabilidad y el autocontrol.
Destaco una frase del protagonista: “He sufrido más por el contacto con las personas, por la vida social que por la verdadera soledad”.


El edificio Yacobián (Mmaeva, 2007 )del escritor Alaa Al Aswany es un sincero retrato de la ciudad de El Cairo, en el que se rompen tabúes y se detalla sin tapujos la corrupción, el sexo, la represión policial, la miseria, el fanatismo y la hipocresía moral y religiosa. A través de las vidas de una serie de personajes que residen en un inmueble cairota -el edificio del título-, unos en cómodos apartamentos burgueses y otros en viviendas lumpen en el tejado, el autor disecciona el Egipto moderno y pone en evidencia sus males endémicos. Entre los personajes del edificio figuran Zaki Bey, un hedonista alcohólico, cosmopolita y mujeriego que echa pestes de Nasser y la revolución del 52 y suspira por los viejos tiempos del Club Gezira; Busayna Sayed, una joven dependienta desilusionada que se deja manosear por su jefe a cambio de unos billetes; el culto y homosexual Hatem Rachid, periodista que se dedica a depredar en los bares de alterne gay; Hagg Ezzam, corrupto empresario miembro del Parlamento por el partido en el poder involucrado en el tráfico de drogas, y Taha Shazli, el hijo del portero, que tras ver rechazado su ingreso en la policía se hace militante islámico radical. A través de este último personaje, descubrimos como se manipula, alecciona y se forma un terrorista a través de discursos enardecidos en las mezquitas.

Resultado de imagen de contra el viento del norte bloggelesEl argumento de la novela Contra el viento del norte es simple: una dirección de correo electrónico accidentalmente mal escrita hace que, por casualidad, Leo Leike y Emmi Rothner se conozcan en la red. Poco a poco, lo que en principio son correos muy formales de dos personas adultas, se convierte en un diálogo repleto de personalidad, curiosidad por el otro y humor. Pero no se queda ahí: a medida que van ganando confianza, la dependencia entre ellos se hace cada vez más patente y, a su vez, también el cariño y el miedo. Miedo a enamorarse y, en mayor medida, a verse y decepcionarse.

1 comentario:

Aurora dijo...

Estas recomendaciones me van a venir muy bien. Gracias para tí y para Carmen.¡Qué suerte tener una asesora de libros!

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