martes, 16 de mayo de 2023

Fin de los veraneos en Ciudad Jardín General Marvá


La muerte de los padres, además de otras consideraciones, es siempre un contratiempo que pone patas arriba tu existencia. Te tienes que hacer cargo de su herencia que se convierte en una pesada carga mental y económica. La casa que heredamos de mi abuelo en Alicante se vendió el año pasado. No podíamos mantenerla. Desde su construcción en los años treinta había sido renovada varias veces, la primera en los sesenta, todos los años necesitaba una puesta a punto que costaba mucho dinero y energías. Mantener el escaso jardín y el limonero nos hacía depender de otra persona. Con la venta se acabó definitivamente una parte importante de nuestra vida. El dinero recibido no compensa la amargura del desprendimiento, pero a veces hay que amputar una parte del tallo para que la planta salga fortalecida. Tengo que aprender a perder personas y cosas, a evitar la melancolía que me amarra al pasado. La vida continúa, el chalé lo ha comprado una pareja con tres niños pequeños que seguro que disfrutará de esa vida tranquila. Me ha hecho gracia la huella que ha dejado en internet, la foto se tomó torcida y parece que está a punto de caerse o de salir volando. En cualquier caso, se acabaron los veranos en Ciudad Jardín.

La Ciudad Jardín General Marvá

Ubicación de Ciudad Jardín
El concepto del siglo XIX de ciudad jardín del urbanista Ebenezer Howard también llegó a Alicante, respondía a las premisas higienistas de "aire libre y luz" en un espacio ajeno a la congestión y la insalubridad de la ciudad tradicional. La Ciudad Jardín del General Marvá fue proyectada en 1925 por el arquitecto Francisco Fajardo Guardiola para la sociedad industrial Padrós y Olmos. En la zona norte diseñaron, sin comercios ni bares ni zonas de esparcimiento pero con iglesia, un distrito de viviendas unifamiliares de una o dos plantas rodeadas de vallas y jardines, levantadas en pequeñas parcelas ordenadas alrededor de un trazado de callejuelas. El proyecto fue emprendido a modo de cooperativa, acogido a la legislación de casas baratas. La tipología de los chalés se importó de otros lugares, adoptando un extraño y pintoresco eclecticismo. 
Algunos de los albañiles encargados de su construcción, hecha con piedra, barro y tejado de cañizo, se quedaron allí a vivir y ayudaban al mantenimiento de las demás viviendas. En la actualidad, se pueden diferenciar perfectamente los nuevos chalés de lujo que ocupan varias parcelas, junto a otros que han mantenido el diseño original y algunos que están a punto de venirse abajo. En uno de ellos, en la calle Regidor Ocaña, desde 1938, está instalado el Observatorio Meteorológico. Cerca de él se sitúa el nuestro, parece una casa suiza, consta de trescientos metros de parcela y unos cien construidos y en su origen tenía cinco habitaciones minúsculas. Uno de los pocos que a lo largo de estos casi cien años mantiene el color y la estructura original. 


1923, planos del arquitecto Francisco Fajardo Guardiola

Observatorio Meteorológico

La única comunicación con el centro de Alicante era el tranvía que iba a san Vicente del Raspeig. El oasis del norte, a cuatro kilómetros del centro, en un terreno elevado sobre el nivel del mar, formado por unos 1.500 habitantes, pronto se vio asfixiado por los barrios que se construyeron, Los Ángeles (1960) y Virgen del Remedio (1968) para una población de cerca de 25.000 habitantes. Con ellos se mejoraron enormemente las infraestructuras, sobre todo las comunicaciones, pero trajeron la inseguridad ciudadana y la huida de parte de su población. En la actualidad los alrededores han mejorado bastante con la creación de varios centros comerciales y del parque Lo Morant (1987) que cuenta con diversas instalaciones deportivas y culturales. Desde 2013 está conectado con eTRAM Metropolitano de Alicante con la ciudad y toda su área urbana.


Cruce del primer tranvía eléctrico con otro de mulas en la línea de San Vicente (1924).


Veraneos en Ciudad Jardín

Calle de Ciudad Jardín 

Desde que tengo memoria, nací en el 54, he veraneado siempre en Ciudad Jardín turnándonos con los hijos de mi tío Antonio. Las dos hermanas Caturla, Ángeles y Lola, decidieron comprar dos chalés contiguos porque necesitan un clima más seco y soleado que el de Villena para sus hijos. En el de la tía Lola hubo un suceso luctuoso, murió un niño pequeño ahogado en una pila y, rotos de dolor, decidieron venderlo. La imagen que tengo de Ciudad Jardín es muy parecida la de la fotografía que acompaña a estas líneas, hasta finales de los años sesenta no cambió en nada su fisonomía. Una isla vergel en medio de la nada, sin asfaltado ni alcantarillado, el cielo surcado por cables del alumbrado. Las zonas comunes del barrio eran una capilla y una tienda de ultramarinos a la que llamábamos la Abastecedora, en ella me encontré varias veces con la actriz Lola Gaos. Dentro de la casa tampoco había ninguna comodidad. La decoración y los muebles nos hablaban de otros tiempos: una nevera que funcionaba con una barra de hielo que había que comprar todos los días, los cables de la luz al descubierto, humedades y colchones de borra. Pero teníamos dos espléndidas palmeras, una macho y una hembra, una pérgola de madera rodeada de jazmines y plumbago que crecían de forma salvaje. A diario bajábamos a la playa del Postiguet en un tranvía de madera. Allí Comíamos para volver a la hora de más calor quemados por el sol con el bañador lleno de algas, salitre y arena.  Por la tarde, nos dedicábamos a jugar a las cartas, a montar en bici o a pasear con los amigos. Apenas salíamos del barrio donde todas las familias se conocían. No teníamos televisión. La casa estaba siempre llena de gente y de risas.

Del mantenimiento del chalé se encargaba mi abuelo Emilio, cuando murió, la tarea recayó en las dos familias hasta que mi tío Antonio nos vendió su parte, a la muerte de mi padre, se encargaron mi madre y mi hermana. Con los materiales baratos y feos de la época hubo que sustituir las maderas del techado, la pérgola desapareció, así como las vallas que nos separaban de los vecinos. La carcoma se comió los muebles antiguos.Tuvieron que venir de Elche para llevarse las palmeras que estaban levantando los cimientos de la casa. A finales de los ochenta se hizo una reforma integral para dotarlo de todas las comodidades a nuestro alcance, pero se perdió casi toda la vegetación. El chalé de los madrileños, así era conocido por los vecinos, ya no nos pertenece.

La sombra de una de las palmeras y mi hermana (1961)

Vista aérea de Ciudad Jardín en la actualidad 

La elegancia de Ciudad Jardín

El oasis del norte 

Ciudad Jardín del General Marvá

José Marvá y Mayer, el general que ganó batallas para los obreros

jueves, 11 de mayo de 2023

Viaje por las bibliotecas: El gabinete mágico de Emilio Pascual

El profesor Aronnax con el capitán Nemo en la biblioteca del 'Nautilus'
 

 El gabinete mágico, el viaje de Emilio Pascual por bibliotecas imaginarias como la submarina del Nautilus del Capitán Nemo, la que arde en El nombre de rosa, la de don Quijote expurgada por el cura y el barbero (salvan La Galatea, del propio Cervantes: no les convence pero tienen esperanzas en la anunciada segunda parte, que nunca llegó), la que va quemando el Carvalho de Vázquez Montalbán, la que tiene un solo libro (como en La piedra lunar) o la que los tiene todos (la biblioteca de Babel de Borges).

 La reseña en Babelia corre a cargo de Alberto Manguel ‘El gabinete mágico’: cuando el Paraíso es una biblioteca, autor a su vez de libros como Una historia de la lectura y La biblioteca de noche.




Pero No hay vida para tantos libros  como afirma Ana Gea, ni espacio en las casas. Internet ha revolucionado nuestras vidas porque tenemos la información y libros en pdf al alcance de nuestra mano.Ya no es necesario acumular. 
 Una avería en la casa del vecino con fatales consecuencias en la mía me ha obligado a hacer un expurgo de libros, voy a hacer mía la frase de Augusto Monterroso en Los buscadores de oro:
 “Era tan pobre que solo tenía libros buenos”.


lunes, 8 de mayo de 2023

Versiones literarias de malas madres

Si hay algo que nunca se le perdona a una mujer es que sea una mala madre

Laura Baena fundó el club Malas Madres, un espacio dedicado a desmitificar la maternidad con humor, en el que las madres se apoyan entre sí y comparten experiencias. El problema fundamental es la conciliación, una madre no debería tener que renunciar a su carrera, pero tampoco a ver crecer a sus hijos. El libro Soy mala madre es imprescindible para toda madre que se siente imperfecta y que lucha a diario por sobrevivir. Un libro de cabecera de una nueva generación de mujeres, que quieren decir adiós al sentimiento de culpa.


Ahondando en el tema, en el Día de la Madre, Marta Marne entrevista a cuatro escritoras de ficción criminal -Laura Lippman, Claudia Piñeiro, Bonnie Jo Campbell y Marie Ndiaye- que hablan sobre sus personajes femeninos y de cómo se enfrentan a decisiones argumentales relacionadas con la maternidad. El concepto tradicional de maternidad es un arma de doble filo: oprime a las mujeres, mientras las hace sentir miserables por sus defectos como madres.

El artículo completo El club de las malas madres...de la novela negra

domingo, 7 de mayo de 2023

Iriasara en Pinta Malasaña


En este octavo año de Pinta Malasaña, festival de arte urbano, cien artistas crearán en directo sus propuestas artísticas en los escaparates de locales, instituciones y asociaciones del barrio. Hoy cuenta con la participación de la artista gráfica Iriasara, recién llegada de Berlín, que lo hará en la calle Fuencarral cerca de Tribunal.

Iriasara, así sin apellidos, es la creadora de un mundo propio y sugerente. Se describe a sí misma en sus dibujos y con su lista de aficiones llena de me gusta:

Me gusta el arte y la belleza de los objetos. Me gustan las plantas, los animales y el color azul. No me gusta la fabada, ni tampoco el estampado de camuflaje. Me gusta mi familia, tanto la elegida como la de fábrica. Me gusta cocinar y bailar, no necesariamente en ese orden. Detesto la impuntualidad y los ruidos repetitivos; me sacan de mis casillas. Me encanta la artesanía. Adoro comer, es uno de mis momentos favoritos del día. No me gusta la vagancia y me ponen muy nerviosa las quejas sin fundamento. Me gusta mucho el buen café y sentarme en algún lugar a dibujar como si no hubiera nadie a mi alrededor; me encanta estar sola. Me gusta el orden y la limpieza. No me gusta cuando las cosas no me salen bien a la primera. Me alucina el teatro y me encantan las pelis musicales, pero aborrezco las de acción. Me divierte darle mil vueltas a las cosas. Me gusta viajar, conocer sitios y gente nueva. Me gusta coleccionar (cosas y experiencias) y me encanta organizarme y hacer listas para todo. Me gusta leer, inventar historias y hablar. Hablar me gusta mucho. Me gusta sentir que aprovecho todo mi tiempo libre en proyectos que me ilusionen. Me gustan los chistes malos, beber zumo y la espontaneidad.


Es amiga de mi sobrina Marta, las dos vinieron de Alicante para conocerse en Madrid en la Escuela de Bellas Artes y vivir en Malasaña  Las dos treintañeras comparten risas y energía, bailes y colorido. Con su presencia todo se llena de luz, sonido, no paran de hablar, y de olor porque les encanta cocinar.

Iriasara, nos gustas tú y tus “monaditas”.


Pincha aquí para saber más.



viernes, 5 de mayo de 2023

Grata sorpresa: miles de visitas de EEUU en mi blog

 Desde finales de abril a principios de mayo mi contador del blog está que arde, estoy recibiendo más visitas que nunca. Metiéndome en la trastienda, he comprobado que la mayoría vienen de Estados Unidos y han pinchado en casi todas las entradas desde el comienzo del blog. Sólo me queda dar las gracias a la persona o personas detrás de estas visitas*. Me sorprende mucho que alguien pueda estar interesado en todas las cosas que escribo. 

Aquí dejo dos capturas de pantalla del día 4 de Mayo: Más de dos mil entradas en la semana del 29 de abril al 5 de mayo de 2023. 





*Prefiero no sospechar. No quiero ni pensar en los bots que nos vigilan.

miércoles, 3 de mayo de 2023

Más robos que amores

Ayer sufrí un intento de robo a la vuelta de la compra, cargada con la mochila y una bolsa. En la calle solitaria sentí una presencia silenciosa y de repente un ruido extraño hizo que me volviera. Pegados a mí estaban dos quinquis diciendo: "Señora, que va perdiendo las tarjetas". No dije nada, solo les miré a la cara reteniendo su fisonomía. El silencio era elocuente, yo había cerrado bien la mochila y el monedero estaba a buen recaudo. Las tarjetas que cayeron eran de las bibliotecas, no les interesaron. Mentalmente reconstruí la escena, me siguieron un tiempo, mientras uno sujetaba con sumo cuidado la mochila, el otro abría la cremallera e introducía la mano en el bolsillo interior buscando dinero con tan poca pericia que algunas de las tarjetas cayeron al suelo.

En esta vida he tenido más robos que amores. Afortunadamente los amantes sólo me han robado el corazón, nunca la cartera, así que puedo decir que me han metido más veces la mano en la faldriquera para sacar dinero que para darme placer. Unos y otros han terminado unas veces bien y otras mal. Debo confesar que la autoestima no sale bien saldada en ambos ejemplos. Los robos se han sucedido en todas las edades de mi vida, tanto en la calle como en sitios cerrados, afortunadamente sin violencia física, por hombres de todas las nacionalidades, a la luz del día y por la noche, en todas las estaciones del año. La vida está llena de buscones como en el siglo de Oro, los profesionales del hurto lo hacen al descuido, los desesperados recurren al acoso, a los gritos y a la violencia.

 Lo mejor es olvidar, pero después del suceso de ayer, me he puesto a recordar. 

En total he sufrido unos 15 robos, a algunos de ellos les he dedicado hasta una entrada en el blog. No he contado las veces que he prestado dinero y no me lo han devuelto, ni las veces que han robado a los que iban conmigo. No sé si será la media nacional, o es que tengo mala suerte o muy buena memoria. El único elemento en común es que soy mujer e iba sola, era la víctima perfecta, la edad solo es un complemento. Todos me han hecho sentir muy vulnerable. Educada en un cierto machismo, en casos de acoso de todo tipo, me bloqueo, no sé cómo actuar y nunca salgo airosa de la situación. 

Robos

-Tenía 18 años, robo de monedero en la estación de Atocha. Un grupo de familiares portugueses me rodeó porque estaban introduciendo en el oficio al más pequeño.

- En los años 80, los yonkis te pedían dinero de una forma amenazante, como un impuesto revolucionario que teníamos que pagar todos los vecinos de la plaza del Dos de Mayo. Yo lo pagué tres veces.

 - El  peor: un joven que me había estado siguiendo se introdujo en mi portal detrás de mí. En el ascensor, me amenazó con violencia. La taquicardia y el temblor de piernas me duraron varios días, me sentía vigilada, salía poco a la calle y, siempre, con miedo. 

- Mientras me tomaba una caña en los alrededores de Sol antes del teatro.

- En una terraza de las Vistillas, un mendigo me pedía insistentemente dinero para comer, cuando se fue se llevó consigo mi cartera. 

- En un semáforo de Alicante, un carterista que se ayudaba con un periódico.

- En el autobús 147.

- Unos okupas se introdujeron en mi casa del pueblo, robaron todo lo que había de valor y destrozaron parte del mobiliario.

- En el Corte Inglés en la sección de mujeres. Se llevaron el monedero y el jersey que había comprado. Desde entonces me pregunto si tienen cámaras instaladas y para qué las usarán.

- En el instituto, en la sala de profesores.

- En la frutería de mi calle.

- En la calle Fuencarral, en el cajero del banco.

lunes, 1 de mayo de 2023

Otro milagro de primavera

El orden de las fotos está alterado, hay que recomponerlo 
 
Me regalaron una pequeña orquídea por mi cumpleaños, nunca había tenido una en casa. Duró hasta enero cuando dejó de darle el sol. Estaba a punto de tirarla al compost cuando decidí podarle las hojas. Diez días después, tímidamente brotó un botón minúsculo que se convirtió en un tallo que dio flores a finales de abril. El poder de la naturaleza hacia la luz y hacia la vida emerge con la fuerza de un puño desafiando a los rayos destructores y a los muros opresores. Otro milagro de la primavera que afecta también a los corazones. Ahora solo falta que llueva.