martes, 31 de octubre de 2017

Calendario literario (Noviembre 2017) de Juan Bautista

¡Cómo pasa el tiempo! El año literario camina a su fin... Y un detalle, a veces los vídeos tienen un clic para ver subtítulos, por ejemplo el del día 28, el de William Blake.

Como ya sabéis, hay que pinchar en el enlace y, después, debajo de cada escritor para acceder a la información escrita y audiovisual:

El documento de slideshare es solo para consultar o fotocopiar:


domingo, 22 de octubre de 2017

Los hermanos escritores Eduardo y José Antonio Lago



En otra entrada hacía referencia a los hermanos escritores y citaba a los Lago, porque he tenido la suerte de haberlos conocido hace muchos años. Parecían Zipi y Zape, aunque no son gemelos ni mellizos: tan iguales y tan complementarios. Hijos de militar, fueron adolescentes gamberros y anarquistas, como correspondía. El mayor, Eduardo (1954), introvertido, moreno, tranquilo y relajado, estudió Filosofía; el pequeño, José Antonio (1955), pelirrojo, extrovertido, nervioso y gesticulante, estudió Políticas. El menor, más simpático, llevaba la voz cantante y arropaba al mayor. Cuando coincidí con ellos, ambos trabajaban como profesores de inglés en el colegio Covadonga del Hogar del Empleado y hacían esporádicas traducciones. Muy involucrados en la movida madrileña, fundaron la revista literaria ilustrada de Lavapiés La Campana* (1980), donde publicaron sus primeros pinitos literarios: entrevistas, poemas y relatos. Dar clases en el nocturno tenía sus ventajas, las horas estaban más comprimidas y había tiempo para todo, y sobre todo, permitía trasnochar.
Primero conocí a Eduardo. Hacía poco que había llegado de la India, tenía una hija pequeña, y de vez en cuando nos regalaba, después de luchar contra la informática, sin darle importancia, pequeños relatos que nos revelaban su verdadera personalidad, escondida tras su seriedad: un ser extremadamente sensible que, con rostro de George Harrison y mirada de Buster Keaton, observaba la realidad para luego contarla mejorada y ampliada. Programó un ciclo de cine para los alumnos en la sala Cadarso, que funcionaba entonces como salón de actos, y, en 1980 cuando asesinaron a John Lennon, le hizo un homenaje en sus clases. Poco después decidió cambiar de vida y probar fortuna en Nueva York. Allí lo encontré en su primer año en la ciudad. Ejerció como un cicerone impecable y me regaló un día inolvidable, nunca le había visto tan hablador.
Me llevó a los lugares que el turista apresurado no puede disfrutar: Washington Square, un viaje en metro, un paseo por Brooklyn  y vuelta a pie por el puente con vistas al skyline de Manhattan, imantados por su luz de cristal. Acabamos en un tugurio oyendo música en directo. Cuando nos despedimos, lo vi feliz, arropado por la noche calurosa, casi como el niño que aparecería en la portada de su libro Llámame Brooklyn. Poco después ya estaba totalmente integrado dando clases de literatura en la universidad y colaborando en distintos periódicos. Posteriormente llegó su nombramiento como director del Instituto Cervantes y ganó el premio Nadal.
José Antonio, el Rojo, lo sustituyó en el Covadonga. Recuerdo que lo confundí con su hermano pensando que se había teñido el pelo. Fue el primero en saborear la fama porque era letrista de La Mode, uno de los grupos de la nueva ola madrileña. Abandonamos juntos el colegio en una regulación de empleo y aprobamos las oposiciones el mismo año. Me he cruzado con él fugazmente en Vallecas, en la cooperativa de viviendas que auspició el Hogar del Empleado. Como tenemos amigos en común, ellos me han puesto al día de sus aventuras literarias.
La vida nos ha separado, pero el paso de los años no ha cambiado la idea que tenía de ellos: geniales, polifacéticos, con una vasta cultura, irónicos, entusiastas. Lo único que me extraña es que nunca hayan colaborado, ni firmado una obra conjuntamente.

Reproduzco para los nostálgicos la portada y la primera página del primer número de la revista La Campana


* Solo conservo 5 ejemplares de la revista (1,3,4,5 y 6). En el número 6 de 1985, que no sé si es el último, se excusan de una prolongada ausencia por "las múltiples ocupaciones de los colaboradores habituales, lanzados a la conquista del arte, música, prensa, radio, televisión y lo que se ponga por delante".

sábado, 21 de octubre de 2017

Más vale un por si acaso que quién se lo iba a figurar

Más vale un por si acaso que quién se lo iba a figurar, este dicho, digno de la Sibila, hace referencia a la necesidad de pensar bien las cosas antes de actuar para evitar mayores problemas, de ser precavidos para que no se produzca un desastre. Lo he recogido este verano en casa Zoilo de boca de Pepe García Español, el nonagenario más joven que conozco, que con una sonrisa pícara siempre tiene un chascarrillo villenero para cualquier ocasión y que es capaz de tocar el ukelele, de hacer la comida o tender la ropa.
La frase es lo suficientemente ambigua para que se pueda aplicar perfectamente a la autodeterminación unilateral de Cataluña que ha dividido a la sociedad en dos bandos nacionalistas: el bando españolista y el bando catalanista, que no deberían ser excluyentes. Unos y otros han llegado, sin diálogo, a un enfrentamiento que lleva a los catalanes al precipicio. Por favor, que los gobernantes busquen una salida airosa para este absurdo. Estamos a tiempo. 
No hay reunión entre amigos en la que no se discuta acaloradamente sobre el tema y empiezo a estar harta. Para rebajar la tensión y despejar las nubes de tormenta sólo se me ocurre frivolizar: "Olvidemos nuestro enfado y volvamos al amor, porque si no es a tu lado dónde voy a estar mejor", como cantaba Marie Laforet en 1964.

miércoles, 18 de octubre de 2017

Sieranevada, película rumana



Normalmente escribo sobre las películas en versión original que me han gustado o sorprendido, o me han hecho pensar. No es este el caso de Sieranevada (otra película de extraño título). No sé nada del cine rumano y, después de leer someramente las críticas, creí que iba a asistir a una obra maestra sobre una familia que celebra un extraño ritual cuarenta días después de la muerte del padre y que serviría para mostrarnos las tensas relaciones entre ellos (Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada, como ya dijo Tolstoi). El tema, como se ve, no es original, pero la manera de abordarlo prometía: largos planos desplazándose de una habitación a otra teniendo como eje central un pequeño pasillo en una lograda ilusión de adaptación al tiempo real. Pero las tres horas de metraje se hacen eternas y agobiantes entre portazos, entradas y salidas continuas de los personajes, gritos, lloros de un bebé e innumerables cigarros. Si a Berlanga le gustaban las películas corales con argumentos absurdos en espacios abiertos, a Cristi Puiu, digno sucesor de su paisano Ionesco y de Sartre (Huis Clos,"A puerta cerrada", sin la genialidad de Buñuel encierra a sus actores en un espacio claustrofóbico del que todos, incluidos los espectadores, quieren salir a toda costa. Ya nos hacemos una idea del ritmo de la película en la primera escena, interminable e innecesaria, donde observamos a la pareja protagonista yendo y viniendo varias veces del portal a su coche. A partir de ahí todo se volverá más absurdo: el ritual típico de la región obliga a que un miembro de la familia personifique al finado, mIentras esperan al pope cuya llegada se demora, impidiendo que los familiares, muertos de hambre, se sienten a la mesa. Y todo entre conversaciones sobre la infidelidad, la religión, la política e, incluso, la credibilidad de las explicaciones oficiales de acontecimientos como el 11 de septiembre de 2001, mujeres atareadas con la comida y hombres sentados, ecos de Ceaucescu y fobia a los gitanos. Transcurridos 50 minutos, ya éramos incapaces de sentir ninguna empatía o interés por lo que ahí se estaba contando. Echábamos de menos la locura divertida del camarote de los hermanos Marx. Cuando faltaba media hora para que terminase, mi acompañante no pudo resistirlo más y se marchó. Yo me quedé, porque no me gusta dejar nada a medias. Cómo si no iba a hacer esta crítica.

Isabel de Villena, primera escritora en lengua valenciana

En el día de las escritoras, Juan Bautista, el autor del calendario de escritores, me ha regalado el nombre de una escritora, desconocida para mí, Isabel de Villenahija bastarda del marqués de Villena y la primera escritora en lengua valenciana. Una mujer cuya vida y obra se circunscribe al Real Monasterio de la Santísima Trinidad de Valencia, convento de clausura del que fue abadesa entre 1463 y 1490, año de su defunción. Isabel fue una mujer culta e inteligente que dedicó parte de su tiempo a la lectura y la escritura. Se sabe que escribió varias obras, pero solamente ha llegado hasta nosotros una Vita Christi por la que recibió el reconocimiento de algunos escritores del momento.
La Vida de Cristo  estaba pensada para las monjas y mujeres iletradas que acudían al convento de la Santísima Trinidad. Consciente de la falta de cultura de muchas de aquellas devotas mujeres, su obra da una visión más humana y cercana de la historia sagrada. Además se centra en las mujeres que rodearon la vida de Cristo. Santa Ana, la virgen María y María Magdalena se presentan como mujeres, abuelas, madres, que viven la vida de Cristo como mujeres normales, con sentimientos humanos. Además de poner el énfasis en estos personajes femeninos, se basó en textos apócrifos y otros alejados de la ortodoxia de los textos sagrados. Sor Isabel de Villena reforzaba las virtudes del ser femenino, proclive a la piedad, la honestidad y al sacrificio por amor. La obra fue publicada póstumamente en 1497 por iniciativa de su sucesora, Sor Aldonça de Montsoriu, atendiendo al deseo de otra reina, Isabel la Católica.
Recojo el texto en su versión castellana que se leyó el Día de las escritoras, donde hace una descripción de María Magdalena muy distinto del que se nos ha trasmitido; no es una prostituta, es una mujer noble, dueña de su fortuna y una magnífica anfitriona. 

 Isabel de Villena, Vita Christi, Vicent J. Escartí (ed.), Institució Alfons el Magnànim 2011, pp. 258-259. 1.B. Isabel de Villena (1430-1490)
 [“Predicando el Señor en Jerusalén, ocurrió que una gran señora de buena casa, singular en belleza y gracia por encima de las demás mujeres de su estado, huérfana de padre y madre, pues ya habían muerto los dos, dejándole grandes riquezas y abundancia de bienes, aunque tenía un hermano y una hermana, ella era la principal señora y la mayor de los tres, y viéndose así, tan libre y tan joven, sin nadie que la reprendiera, disponiendo de su voluntad como única ley, seguía sus propios apetitos sensuales, no entendiendo sino de deleites y placeres, de adornos y novedades, y nada le era difícil, pues tenía de qué desprenderse. Sin embargo, la abundancia de riquezas en personas jóvenes es una gran ocasión de pecar, según asegura Salomón. Y esta señora era amiga de las fiestas e inventora de vestidos. Tenía corte y estrado en su casa donde acudían todas las jóvenes que compartían con ella deleites y placeres, y allí se daban fiestas y convites todos los días. Y como en tales casos la fama de las mujeres no puede perseverar entera, aunque las obras no sean malas, son demostraciones que dan qué hablar y sospechar a los murmuradores encargados de juzgar y condenar la vida de tales personas que antes piensan en dar contento a su voluntad desordenada que en conservar su fama.”]

16 de octubre, Día de las mujeres escritoras

Me he enterado de que el 16 de octubre se conmemora en España, por segundo año consecutivo, el Día de las escritoras. Se han seleccionado textos de treinta creadoras en castellano, catalán, euskera y gallego, que se leerán en el Auditorio de la Biblioteca Nacional. Los fragmentos seleccionados son de las escritoras: Isabel de Villena, Teresa de Jesús, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Carolina Coronado, Mercedes Cabello de Carbonera, Emilia Pardo Bazán, Víctor Català [Caterina Albert], Juana de Ibarbourou, Elena Fortún, Teresa de la Parra, María Etxabe, Julia de Burgos, Alfonsina Storni, Dolores Medio, Rosario Castellanos, Mercè Rodoreda, Elena Soriano, Elena Garro, Begoña Caamaño, Carmen Martín Gaite y Gloria Fuertes.
Bienvenida sea toda iniciativa que visibilice a las mujeres, que sirva para reivindicar su voz y para recordar a todas las escritoras que no aparecen en los libros de texto. Siempre me llamó la atención que en los comentarios que hacíamos en clase para preparar la selectividad, las pocas veces que pertenecía a una mujer escritora, los alumnos siempre se refirieran al autor, desacostumbrados como estaban a leer textos escritos por mujeres. Aunque el sexo del escritor no garantiza nunca una mirada feminista ante la realidad, ojalá llegue un día que no sea necesaria la discriminación positiva.
Octavio Salazar en Eldiario.es escribe un artículo con el atractivo título de Los hombres que no leen a mujeres son peligrosos: " Las mujeres que leen, las mujeres que escriben, no son peligrosas. Los que son peligrosos son los hombres que no las reconocen como humanas y que se construyen sin la mirada que ellas nos ofrecen sobre nuestra imperfecta naturaleza. A los hombres que no leen libros escritos por mujeres les falta la mitad del mapa que nos permite ubicarnos en los complicados paisajes del alma. Y eso es, me temo, una seria discapacidad".

lunes, 16 de octubre de 2017

Llámame Brooklyn, Eduardo Lago

.
Once años después, por fin, he leído el libro de mi colega Eduardo Lago que ganó el premio Nadal, un año después de que saliera una nueva edición con un prólogo que explica la gestación del libro. Llámame Brooklyn es un homenaje a nueva York, ciudad en la que el autor lleva viviendo desde 1987; una historia de historias que transcurren en diversos tiempos y en varios lugares; y una novela de un amor imposible, de amistad y de pasión por la literatura, donde se reflejan sus gustos literarios. Porque el libro es el reflejo de un lector voraz, un cuidadoso traductor, un entusiasta profesor de literatura y un gran escritor.
Como en Las mil y una noches o en El Decamerón, la trama, aquí excesivamente complicada, es lo menos importante; lo mejor son los relatos que el autor fue recopilando durante muchos años, porque, como el mismo afirma, las historias tienen vida propia: "Leyendo las noticias del Times me tropezaba inesperadamente con embriones de cuentos, historias cuyo contenido parecía pedir a gritos que alguien las convirtiera en relatos". La recreación del suicidio del pintor Rothko es una buena muestra de su estilo.
Un periodista del New York Post recibe la noticia de que su amigo Gal Ackerman, veinticinco años mayor que él, ha muerto. El suceso le obliga a cumplir un pacto tácito: rescatar de entre los centenares de cuadernos abandonados por Ackerman en un motel de Brooklyn, una novela a medio terminar. El frustrado anhelo de su autor era llegar a una sola lectora, Nadia Orlov, de quien hace años que nadie ha vuelto a saber nada. La novela supone la reconstrucción de la novela que lleva por título el nombre de la hija que siempre quiso tener con su antiguo amor: Brooklyn. Así pues, estamos ante una novela puzle, mosaico, collage, caleidoscopio, con estructura de matrioska. Lago destaca por su precisión estilística en los diálogos y en las descripciones tanto de lugares como de personajes.
A pesar de que el conjunto de la novela me parece algo confuso y desigual, he disfrutado de su lectura y la recomiendo. Original y diferente dentro del panorama español y más aún dentro de la tónica de las galardonadas con el premio Nadal.