Entre los muchos testimonios que estos días circulan
sobre los horrores de Gaza, se ha visto un video de una mujer palestina lamentando
la muerte de su hijo abatido por las tropas israelíes, un joven llamado Musa.
Esto hace recordar los muchos nombres árabes que proceden del hebreo, al
pertenecer a personajes destacados de la Biblia que pasaron a la tradición
islámica. Ibrahim es Abraham, padre común de los dos linajes, árabes y hebreos,
según el Génesis. Yacub es Jacob, nieto de Abraham. Yusuf es Ioseph, hijo de
Jacob. Suleimán es Salomón, el rey sabio, hijo de David. Marién es el hebreo
Miriam, o Mariam, o sea, María. Susenna (español Azucena) viene del hebreo
Susan (Susana). Younes es Ionas (Jonás), o sea Ioannes (Juan). Algunos de estos
personajes son reconocidos por los musulmanes como grandes profetas que
precedieron a Mahoma.
Podríamos
seguir con otros, pero acabemos con el del joven Musa: este nombre árabe
frecuente (en España todavía es recordado el
moro Muza, uno de los primeros caudillos árabes que entraron en la
Península en tiempo de los godos), viene del hebreo Moshe, para nosotros Moisés,
el gran conductor de las tribus de Israel desde Egipto a la Tierra Prometida,
Canaán, más tarde llamada Israel… y Palestina. Por una de esas madejas de la
historia, esta víctima árabe del actual conflicto lleva el nombre del caudillo
que, por inspiración divina, llevó al pueblo hebreo, hace más de tres mil años,
a las puertas del territorio todavía ensangrentado ahora por el mismo
enfrentamiento.
(Para
acabar de rizar el rizo, el tal Moisés, suponiendo que fuera un personaje real,
con sus cuernecillos divinos, sus Tablas de la Ley con los diez mandamientos y
su majestuosa imagen profética, probablemente no era hebreo sino egipcio…)
En todo
caso, con unos entresijos tan implicados entre ambos pueblos, sería de esperar
algo más de entendimiento y no sólo la aplicación de la ley del más fuerte, y
con esta razón añadida: si Moisés mata a Moisés es una forma de suicidio simbólico del
pueblo judío.