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sábado, 31 de marzo de 2018
lunes, 19 de marzo de 2018
Cuadros Docentes en twiter
Muy buena idea la de relacionar cuadros famosos con la vida diaria de los profesores. He escogido unos pocos como muestra, pinchad aquí para ver más.
P.D. Casualidad, El 21 de marzo en el diario EL Público viene desarrollada la noticia:
"El día a día de los profesores explicado de forma magistral con cuadros clásicos".
La noche de antes de la evaluación corrigiendo la última redacción. |
-Hay unos padres que quieren verte. |
" Maestro programando por competencias" |
De verdad, que sólo nos queda un trimestre y acabamos el curso. |
Cuando estás de guardia en la sala de profesores y te avisan de que hay que subir a "ese segundo" |
Los pasillos de mi insti en cada cambio de clas |
-¡Profe, pero si yo no estaba hablando! |
Después de la quinta sesión de evaluación |
“Vamos a mover las mesas despacio y sin hacer ruido” |
P.D. Casualidad, El 21 de marzo en el diario EL Público viene desarrollada la noticia:
"El día a día de los profesores explicado de forma magistral con cuadros clásicos".
Un descubrimiento: Flavita Banana
Todavía tengo el tic de ir todos los días a buscar la viñeta de Forges en El País. Así que tropezarme con Flavita ha sido toda una alegría. Flavia Álvarez, más conocida como Flavita Banana, es una ilustradora treinteañera residente en Barcelona. Sus viñetas, aparentemente simples con un estilo bastante burdo en blanco y negro, nos demuestran la realidad de las relaciones humanas repletas de contradicciones y sentimientos encontrados a base de mucho humor e ironía, que nos incitan a la reflexión. Ha publicado #Curvy y Las cosas del querer en Lumen y ha empezado a colaborar con S Moda (El País).
Aquí dejo algunas muestras de su estilo, encontraréis muchas más en https://www.instagram.com/flavitabanana/?hl=es
Monstruos de buenas esperanzas, una novela bizantina de Nicholas Mosley
Nicholas Mosley, Monstruos de buenas esperanzas, traducción
de Celia Montolío, Siruela, Madrid, 2000, 602 páginas.
Abandonados el ganchillo y las series, volví al remanso de los libros y
me dediqué a leer esta novela que me habían prestado aunque no recomendado. En primer lugar, debo
decir que el sugerente título no se corresponde con una novela de terror, un
"monstruo de buenas esperanzas" es un término inglés que alude a un
espécimen biológico nacido antes de tiempo, cuando las condiciones biológicas
del entorno no le son todavía plenamente propicias. Tampoco es un libro de
biología, es un totum revolutum con estructura de novela bizantina.
Mosley narra las vidas paralelas de Max, un estudiante
inglés de física y biología, y Eleanor, una chica judía alemana educada en los
círculos revolucionarios de Rosa de Luxemburgo, y sigue sus encuentros por los
escenarios de la Europa de entreguerras. A la vez, nos muestra el pensamiento
científico y filosófico de esas décadas, desde el furor por Freud hasta el
principio de incertidumbre de Heisenberg y las profundidades del átomo, desde
las teorías darwinistas hasta las paradojas lógicas, desde las clases
magistrales de Heidegger y los experimentos antropológicos hasta la argumentación
cientificista de la bomba atómica. Y como fondo histórico, registra los cambios
en la forma de vida y la ascensión del nazismo, el período estalinista de la
revolución soviética y el inicio de la Guerra Civil Española.
Para mí, la originalidad de la obra radica en que, a finales
del siglo XX, sigue algunos de los esquemas de la olvidada novela bizantina
renacentista: encuentros y separaciones de una pareja de enamorados que tras
diversas vicisitudes acaban juntos como premio a su constancia. Estos enamorados van recorriendo diversos
países y conocen remotas y exóticas culturas, el cautiverio, los sueños
premonitorios, las muertes simuladas, el regreso a la patria. No se dan, en
cambio, los principios de idealización y castidad, ni el narrador en tercera
persona. Los capítulos están alternativamente escritos por Max y Eleanor como
parte de sus diarios con un epílogo del conarrador que da al traste con un
final feliz: el mundo se derrumba irremediablemente y tal vez la humanidad sea
inviable. Desde el comienzo aparece una rara naturalidad para las relaciones
sexuales entre insufribles diálogos con incontables dijo-dije.
En resumen, una novela
que prometía mucho y que se va desinflando por el camino, peca de
superficialidad porque la ficción literaria no es la manera más eficaz de
explicar la ideología y los acontecimientos históricos y porque los personajes
son planos y poco creíbles y sus abundantes peripecias poco interesantes. A la
novela le falta vida y descripción de ambientes y personas. Ya se
sabe que el que mucho abarca poco aprieta,
viernes, 16 de marzo de 2018
Enganchada al ganchillo y a las series
Emparejé el aprendizaje del ganchillo con la afición a las
series de televisión, mala combinación porque, aunque la experiencia ha sido excitante, me ha
absorbido el seso. No hacía otra cosa que tejer y ver capítulos temporada tras temporada. Lo he tenido
que dejar porque me impedían leer, pensar y hacer una vida normal. Quien lo
probó lo sabe.
Antes había disfrutado a pequeños sorbos, sin anuncios, de las
míticas Breaking bad y Borgen,
en formato de una hora como máximo, con tramas entrelazadas, sorprendentes y
bien realizadas, muy parecidas a la novela por entregas del XIX. En estos meses de
borrachera gancheril, destaco dos series inglesas: Broken sobre un sacerdote que cura sus propias heridas aliviando el
dolor ajeno y Line of duty que muestra las
investigaciones de un grupo de policías de asuntos internos, y la inquietante Algo en que creer del mismo director danés que Borgen sobre la
crisis de las creencias religiosas en la familia de un pastor protestante. También
disfruté con la intrascendente serie francesa Candice
Renoir, inspectora divorciada con cuatro hijos que resuelve los casos más
complejos gracias a su sentido común. Me decepcionó Better Call Saul, una precuela de Breaking Bad.
No pude soportar, en cambio, dos series españolas que me
fueron recomendadas: La peste y Merlí. La peste me pareció confusa, lenta
y aburrida, mal interpretada y mal realizada a pesar de su buena ambientación y de su buen comienzo. Merlí, serie catalana
sobre un profesor, es insufrible (solo aguanté dos capítulos) porque su protagonista cincuentón es un niño mimado, machista
y manipulador que utiliza todos los trucos de un cínico embaucador.
Los cactus son una muestra de mi labor febril en estos meses.
domingo, 11 de marzo de 2018
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