Mostrando entradas con la etiqueta Escritores. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Escritores. Mostrar todas las entradas

martes, 22 de diciembre de 2020

2020, 150 años sin los hermanos Bécquer


 Este año 2020, hace 150 años, con sólo tres meses de diferencia (Valeriano el 23 de septiembre y Gustavo Adolfo el 22 de diciembre), morían los hermanos Bécquer con 36 y 34 años, respectivamente. Estos dos artistas románticos españoles, además de su obra por separado, conjuntamente escribieron e ilustraron gran cantidad de artículos en revistas y otras publicaciones de la época. 

https://gatropolis.com/literatura/entrevistas-lit/pilar-alcala-becquer-gustavo-valeriano/

http://www.vicentealvarez.com/becquer/articulos/ARTICULO2.pdf

atintadelpoema.com/proverso/2020/02/17/los-hermanos-becquer-150-anos-de-su-muerte/

http://www.vicentealvarez.com/becquer/articulos/ARTICULO2.pdf


lunes, 10 de agosto de 2020

Mi ilustre vecina, Emilia (Pardo Bazán)


A través de la biografía de Emilia Pardo Bazán, he descubierto que la escritora gallega, que conquistó espacios públicos vedados a las mujeres, vivió desde 1890 en el número 35 de la calle de San Bernardo donde creó una de las tertulias más afamadas del Madrid de su época, allí radicaron también sus aventuras editoriales, la Biblioteca de la Mujer (en la que editó su propia obra) y la revista literaria Nuevo Teatro Crítico.
Su relación con distintos espacios del barrio está bien documentada y comenzó incluso antes de ser vecina del mismo (la calle de San Bernardo, la plazuela de Santo Domingo, la calle del Pez, la Gran Vía… salen reflejadas en Morriña). Habitando ya en la zona, Pardo Bazán frecuenta la calle de los Libreros, la Universidad, el Teatro Lara, la redacción de El Imparcial, el Instituto Cardenal Cisneros –donde estudió su hija Blanca–, o la farmacia del D. Garrido (en la calle de la Luna, hoy Farmacia Cardona). Por su cercanía de la Universidad Central, el barrio era rico en librerías, cafés literarios e imprentas. En la misma calle San Bernardo estaba, por ejemplo, la imprenta de Agustín Avrial, donde se imprimió en 1899 la versión en papel la conferencia La España de ayer y la de hoy, que doña Emilia impartió con gran éxito en París. Pardo Bazán tiene estatua frente a los números 2 y 4 de la calle de las Negras, en su cruce ya con la calle Princesa, en los recientemente bautizados como Jardines de las Feministas.
Las tertulias de San Bernardo primero fueron semanales (los jueves), y luego quincenales y vespertinas. A su casa, de modesta fachada y de estancias lujosamente decoradas, en la que destacaban la biblioteca y el salón, asistían escritores, pero también políticos, artistas, aristócratas y, en definitiva, todo aquel que era alguien en Madrid.

El monólogo Emilia 



 Emilia de Noelia Adánez es un monólogo mezcla de alegato y biografía en el que la escritora se despacha a gusto contra la sociedad que quiere encorsetarla. Un discurso imaginario que ha servido para construir un monólogo de una gran fuerza histórica. La función comienza con la irrupción de Emilia Pardo Bazán en la Real Academia de la Lengua en 1889. Las eminencias del momento, Clarín, Valera, Zorrilla… se le echan encima desde sus sillones con abucheos y campanillas intentando frenar su discurso. Pero Emilia es una mujer adelantada a su tiempo que no está dispuesta a que la aparten del camino. Ni a callar. 

Empieza a leer pdf.



lunes, 3 de agosto de 2020

Ana Caro, la primera dramaturga profesional

 La dama del abanico (1635), Diego Velázquez
Ana Caro Mallén de Soto fue una dramaturga y poeta andaluza. Nació en 1590 posiblemente en Granada (aunque otros estudiosos afirman que es sevillana). Sabemos poco de su vida. Asistió a la Academia Literaria del Conde de Torre. Muy amiga de María de Zayas, fue conocida como la “décima musa andaluza”. Murió en 1650. Nos demuestra que el teatro fue también cosa de mujeres, a pesar de todos los impedimentos de la época. 
De su actividad literaria nos han quedado dos comedias: El conde Partinuplés, y Valor, agravio y mujer. También una Loa sacramental en la que juega con las distintas jergas que se podían escuchar en la ciudad. Parece ser que asumió ser la encargada de escribir los autos sacramentales para las fiestas del Corpus de Sevilla entre 1641 y 1645, pero sólo se han conservado los títulos: La cuesta de la Castilleja, La puerta de la Macarena y Coloquio entre dos.
Si nos fijamos en lo que se ha conservado de su teatro, vemos que construye con habilidad enredos y crea personajes femeninos de gran fuerza. El conde Partinuplés es una comedia caballeresca sobre las leyendas artúricas y carolingias, entreverada de historias mitológicas; destaca el papel de la maquinaria escénica para una comedia llena de encantamientos, lances y torneos. Valor, agravio y mujer es una comedia de enredo de ambiente palatino que desarrolla, invirtiéndolo, el mito de Don Juan, con alusiones a El burlador de Sevilla. Está construida sobre el tópico de la mujer vestida de hombre y maneja los convencionalismos con habilidad.
El hecho de recibir estos encargos y, seguramente, algunos otros de los que no hay constancia documental, muestra claramente que esta escritora fue apreciada y aceptada en su época. En la obra Varones insignes en letras naturales de la ilustrísima ciudad de Sevilla, Rodrigo Caro dice de ella que es “una insigne poeta, que ha hecho comedias representadas en Sevilla, Madrid y otras partes con grandioso aplauso, y ha hecho otras muchas y varias obras de poesía, entrando en muchas justas literarias, en las cuales, casi siempre, se le ha dado el primer premio”.

No se conserva de ella ni un retrato, la imagen que se asocia a Caro Mallén de Torres es el óleo La dama del abanico (1635) del pintor Diego Velázquez, por haber sido usado como ilustración de portada de su obra editada Valor, agravio y mujer.
https://www.mujeremprendedora.net/ana-caro-mallen-de-soto/

domingo, 26 de julio de 2020

Los problemas de visión de Galdós

Se ha dicho de Pérez Galdós que murió pobre, solo y ciego. La única verdad es la última. Lo de pobre y solo se ha exagerado como en el caso de otros escritores que vimos estampados en otros billetes de las antiguas pesetas: Bécquer y Rosalía de Castro, tal vez un sarcasmo que refleja las dificultades de muchos escritores si querían vivir solo de su pluma.  


Imágen del entierro de Galdós
Galdós siempre fue muy generoso, tuvo problemas económicos, es cierto, pero poseía bienes inmuebles y vivió al amparo de su familia a la que se le daban mejor los negocios que a él ("Mientras más libros vendo, menos dinero gano. Voy a ser el único editor que se haya arruinado a fuerza de vender muchas ediciones"). Tampoco le abandonaron sus amigos, tenía muchos, y cuando murió una multitud de madrileños asistió a su entierro.
La ceguera que padeció el autor aparece de forma reiterada en sus personajes, desde el principio de su obra literaria, pero sobre todo en su etapa final de modo autobiográfico ( Ver el enlace La ceguera y otras enfermedades oculares en las novelas de Galdós). Comenzó con problemas de visión antes de los cuarenta años. Más tarde padeció una iritis (diagnosticada por su amigo Marañón) y cataratas bilaterales, más acentuada en el ojo izquierdo, de las que fue operado en 1911 y 1912 por el Dr. M. Márquez y su mujer, Trinidad Arroyo, la primera oftalmóloga española. La descripción pormenorizada de las operaciones que le produjeron la ceguera están descritas con todo detalle en la biografía de Yolanda Arencibia que figura en la entrada anterior del blog. Todo indica que pudo perder la visión por una sífilis terciaria, una enfermedad de gran prevalencia en la época y que el autor describe en su novela Lo prohibido donde cuenta la vida licenciosa de un solterón.
 El 24 de agosto de 1907, don Benito escribe a su hija María de 16 años y le corrige con humor su ortografía: «No se escribe ‘hojo’, que es un gran disparate. Se escribe ‘ojo’. Esa ‘h’ es una catarata que le has puesto al ojo, y para cataratas bastante tengo con las mías.»
Galdós retratado por Alfonso Sánchez 1910
En el episodio nacional Cánovas (1912), el narrador-testigo,Tito Liviano (bautizado así en honor del historiador Tito Livio) cae enfermo y durante algún tiempo está ciego (como lo estaba Galdós mientras dictaba el episodio). Tito ve mejor lo no visible, quien no puede ver lo de fuera es quien mejor verá lo de dentro y en las alucinaciones de la temporal ceguera va decantándose su juicio, y agudizándose reflexión y presentimientos:
 " Después de Semana Santa empecé a notar que mi vista se nublaba; sentía como arenillas en los ojos, sin que de ello me aliviasen los cuidados de Casiana, que dos o tres veces al día bañaba con agua de rosas mis pupilas enfermas. Los patrones me recomendaron ejercicio y distracción. Conforme con este tratamiento elemental, mi compañera sacábame de paseo todas las tardes; pero mi vista mermaba tan rápidamente, que a los pocos días de estas divagaciones por el Botánico y Ronda de Atocha, tuve que agarrarme al brazo de mi leal Casianilla para no tropezar con los transeúntes. Al propio tiempo crecía la fotofobia, y ni aun amparando mis ojos con gafas negras érame posible resistir la viveza de la luz en plena calle. Fue menester reducir los paseos a la hora crepuscular, motivo mayor de tristeza y abatimiento. Siguieron a esto dolores en las sienes, vascularización en la córnea, que perdía su brillo, tomando según me dijeron un aspecto mate, sanguíneo (...).
Terminó el diagnóstico con el nombre científico y un tanto enrevesado de lo que yo padecía. No se me olvida aquel nombre, que fue como un rótulo, clavado por el médico en mi frente: Queratitis Parenquimatosa». Desde aquella tarde quedamos unidos con vínculo estrecho mi Queratitis y yo, cual un matrimonio doloroso que había de durar hasta que la ciencia del oculista nos divorciara. Fortalecido por mi paciencia, de la que hice acopio exuberante, cargaba mi cruz y con ella recorría el agrio camino de la vida hora tras hora, semana tras semana. Recluso en mi habitación, sumido en intensa obscuridad, yo no distinguía los días de las noches, ni un día de otro, ni apreciaba el principio y fin de cada semana. Era para mí el tiempo un concepto indiviso, una extensión sin grados ni dobleces. Las únicas interrupciones de la continuidad eran los momentos en que me hacían la cura de los ojos el doctor o su ayudante. Mi ceguera llegó a ser absoluta, mis ojos inflamados dábanme la sensación de dos ascuas mal contenidas dentro de las órbitas. Los fomentos calientes y las duchas de vapor, que me administraba el ayudante del oculista, aliviábanme a ratos. Casianilla me servía con puntual solicitud la medicación interna, mercuriales, antisépticos... Cuando a mis oídos llegaba el tintín de la cucharilla revolviendo las dosis terapéuticas en el vaso de agua, sentía yo cierto regocijo. Aquel rumor cristalino era mi único reloj, y por él tenía yo un vago conocimiento de las horas... En cierto modo imitaba el ritmo de la Queratitis, arrullándome en sus duros brazos... Mi existencia no era más que una sombra encerrada en ancha caverna, que ya me parecía roja, ya de un tinte violáceo surcado de ráfagas verdes"*.
En el verano de 1915, don Benito le confiesa a su amigo santanderino Barrio y Bravo: «No puedo, no puedo hacer apenas nada con estos dichosos ojos, que son mis tiranos. Lo que yo quisiera hacer he de aplazarlo forzosamente, no sé hasta cuándo. Ahora tengo que contentarme con dictar cosas cortas».
Entre 1913 y 1920 Galdós parece la figura de El abuelo, es un anciano alto, huesudo, pálido, un poco encorvado. Camina torpe y arrastrando los pies. El bigote amarillo de nicotina le cae sobre la boca. Le queda una pelambre canosa y lacia. Unas gafas negras le enternecen los ojos ya sin luz. Viste con descuido prendas sumamente holgadas: un abrigo largo, una bufanda arrollada al cuello, un flexible dejado de cualquier modo sobre la cabeza. Su mano derecha se apoya en un viejo bastón, su garrote. La izquierda se coge al brazo de quien le sirve de lazarillo. Falleció el 4 de enero de 1920 en su domicilio de la calle de Hilarión Eslava número 7 que poseía su sobrino José Hurtado de Mendoza.

 Todos estos datos los he conocido después de operarme de cataratas y me han puesto el vello de punta, menos mal que los tiempos avanzan que es una barbaridad, sobre todo en cirugía ocular. Han servido para acercarme a mi abuela Ángeles Caturla que, después de visitar a distintos oftalmólogos, incluido Barraquer, se quedó ciega por un glaucoma a mediados del siglo pasado. A mí no me llegó a conocer a través de la vista.

*Benito Pérez Galdós. Vida, obra y compromiso, del profesor, investigador e historiador Francisco Cánovas Sánchez (2019).

lunes, 10 de febrero de 2020

La noche en que Frankenstein leyó el Quijote, Santiago Posteguillo


Santiago Posteguillo, escritor y profesor de literatura inglesa, en La noche en que Frankenstein leyó el Quijote (Planeta, 2012), desvela secretos muy guardados sobre libros y autores esenciales que harán las delicias de los lectores curiosos. A modo de relatos cortos e independientes, el autor hace un repaso a algunos de los acontecimientos de la literatura más importantes y significativos, desvelando algunos de sus secretos mejor guardados: ¿Quién escribió realmente las obras de Shakespeare? ¿Quién descubrió realmente el potencial de Harry Potter? ¿Quién pensó por primera vez en el orden alfabético para ordenar los libros? ¿Qué escritor era capaz de escribir dos obras maestras al mismo tiempo? ¿Qué autor burló la lista de libros prohibidos de la Inquisición?



domingo, 15 de diciembre de 2019

Tres exposiciones de un tiro en la Biblioteca Nacional

Benito Pérez Galdós. La verdad humana
La exposición refleja todos los aspectos destacados de la vida y obra de Galdós que celebrará en 2020 el centenario de su muerte. Entre paneles explicativos encontramos fotos, esculturas, cuadros, carteles, libros, tanto del autor como de sus amigos. Un buen intento de acercar al autor al gran público. Afortunadamente no contenía gafas, bastones y otros enseres del autor como nos tienen acostumbrados los museos instalados en las casas de los escritores. Me ha extrañado que no hubiese ningún cuadro pintado por él porque era un excelente pintor, tal vez no lo haya visto. Los que sí me parecen imprescindibles, y una gran ayuda para las clases de Literatura, son los audiovisuales de la exposición donde varios escritores analizan las influencias en su obra y en la literatura española: Muñoz Molina, Elvira Lindo, Andrés Trapiello y Almudena Grandes, entre otros, que se pueden ver en Youtube sin necesidad de acercarse a la Biblioteca Nacional.



Guía del Madrid galdosiano, Miguel García-Posada (pdf)

Valentín Carderera, Dibujante, coleccionista y viajero romántico
No conocía la trayectoria vital de Valentín Carderera y Solano (Huesca, 1796 – Madrid, 1880) marcada por los esfuerzos dedicados a la salvaguarda del patrimonio histórico español, aunque sí algunas de sus pinturas que han ilustrado muchos libros de texto de la asignatura de Literatura y de Arte del antiguo Bachillerato. Menos mal que había pocos visitantes porque el espacio para transitar era mínimo. 


El libro de horas de Carlos V
Esta exposición es una oportunidad única para acercarse a la riqueza de imágenes de este libro de oración, más de 1.200, muchas de ellas de gran originalidad iconográfica. La restauración del Libro de horas de Carlos V, realizado en un taller parisino hacia 1.500, ha motivado que sea desencuadernado y que sus hojas puedan ser expuestas por separado. Uno de los aspectos más destacados es el calendario con que se abre el libro, sus doce páginas, con sus doce meses, van acompañadas por la historia de dos hermanos, uno bueno y uno malo, que mueren en diciembre, y mientras el primero sube a los cielos, el segundo baja al infierno. También podemos destacar sus magníficos dibujos en miniatura, dedicados a pasajes de la Biblia, como David venciendo a Goliat.
Me ha extrañado que las vitrinas donde están expuestas sus páginas estén a la altura de un niño de 7 años y no a la de la vista de los visitantes, casi todos de la tercera edad.


Estas tres exposiciones, dada su variedad, si se pueden ver un mismo día. 


jueves, 10 de octubre de 2019

Temerario Nobel doble de Literatura


Me ha hecho gracia la afirmacion de Alberto Olmos en El Confidencial sobre los premios Nobel de este año: demasiado pronto para Tokarezuk, autora polaca casi desconocida en España, y demasiado polémico para Handke que arrastra el estigma de haber apoyado a Milosevic." No me cansaré de repetirles que el Nobel no significa nada, es una decisión de doce suecos sin más valor que la que podríamos tomar doce segovianos con alguna afición por la lectura. Para que Segovia desbanque a Suecia en esto de consagrar escritores sólo nos hace falta un empresario armamentístico avergonzado y un millón de euros cada año" . Está claro que los premios siempre son polémicos, y la historia de la concesión de los Nobel es un ejemplo de ello.
Previamente, había leído entre carcajadas en el blog ULAD (Un libro al día) la entrada ¡NOOOO!BEL en la que explican quién NO debería ganar el Nobel, quién ni de coña debe alzarse con el honor, con el prestigio, CON LA PASTA, porque no nos gusta nada lo que hace, porque no aguantamos lo que escribe, por pura envidia. Motivos no nos faltan": AMÉLIE NOTHOMB, PAULO COELHO, J. K. ROWLING, KARL OVE KNAUSGARD, E.L. JAMES, JOHN BANVILLE, JAVIER MARÍAS. No me resisto a copiar aquí como muestra de su estilo el titulado:
CUALQUIER MIEMBRO O MIEMBRA DE LA RAE
Es obvio que candidatos/as para no merecer jamás de los jamases este premio sobran; mis compañeros han nombrado a varios (yo añadiría al franchute ése con pinta de clochard), pero, ante la imposibilidad de decidirme por nadie, me vais a permitir que haga un disparo por elevación: no se lo daría a ningún o ninguna baranda de los que calientan el sillón en la Real Academia Española de la Lengua. Mis razones (tengo más):
1.                        Porque aún me dura la vergüenza ajena de cuando se lo dieron a Cela. Además del espectáculo de él y su mujer bailando el vals, por la caterva de lameculos que salieron hasta de debajo de las piedras.
2.           Porque todos sabemos que los literatos (incluyo en esto a periodistos) que entran en tan venerable institución lo hacen por puro postureo, para figurar y disimular su mediocridad como autores. No me refiero a filólogos y lingüistas: fijo que José Antonio Pascual, director del Nuevo Diccionario Histórico del Español, curra más en un solo día que todos los CebrianesGoytisolosGimferreresMolinasAnsones en los muchos años que lleven allí.
3.           Que todos los escritores miembros de la Academia son un poco peñazo, para que nos vamos a engañar (sí, incluso PérezZzz-Reverte, que se supone escribe novelas de aventuras y acción): Soledad PuértolazZzz, Javier MaríazZzz, Felix de AzZzúa, Luis Mateo DíezZzz... El único con un poco de chispilla era Álvaro Pombo, pero desde que ya no da mítines de UPyD ha decaído bastante (a ver si le dejan en esta ¿nueva? campaña).
4.           Que mola pensar en la envidia que corroerá a todos éstos cuando se crucen en los pasillos con Vargas Llosa (quien, y dolerá más o menos, pero hay que reconocerlo, sí había hecho méritos para que le concedieran el Nobel). Y encima tendrán que ofrecerle la mejor de sus sonrisas, pues no sólo es uno de los suyos: es el puto macho alfa de la manada.

jueves, 3 de octubre de 2019

Más Bernays (3)


Isaac Bernays (1792-1849)
Al hilo de las anteriores entradas sobre Edward Bernays, sobrino de Freud, y sobre el filólogo helenista y latinista, Jacob Bernays, tío de Martha Freud, he encontrado más información sobre los Bernays, familia de judíos alemanes que mantuvo lazos afectivos con la familia Freud y fue considerada como perteneciente a la nobleza de la cultura alemana.  La familia se originó con los tres hijos de Jacob Gera Bernays: Isaac Bernays, rabino jefe de Hamburgo; Clemens Bernays, quien estuvo involucrado en el campo de la medicina en los Estados Unidos; y Adolphus Bernays, primer profesor de alemán en el King's College de Londres. Isaac Bernays (1792-1849) fue un hombre de amplia cultura y el primer rabino ortodoxo alemán en predicar en lengua vernácula; su hermano, Michael Bernays, historiador de la lengua alemana y un erudito distinguido.  
También cabe citar a Paul Isaac Bernays (1888-1977), matemático suizo nacido en Londres, bisnieto de Isaac Bernays, interesado por las lenguas clásicas, la filosofía y la música, que destacó por sus grandes contribuciones en campos como la lógica matemática, la teoría axiomática de conjuntos y la filosofía de las matemáticas. Las mujeres también ocupan un lugar propio en esta singular familia: Thekla M. Bernays (1856–1931), sufragista estadounidense, autora y profesora, hija de George J. Bernays; y Anne Bernays (1930), novelista estadounidense, hija de Edward Bernays.

miércoles, 2 de octubre de 2019

Jacob Bernays y su influencia en Freud (2)


En una entrada del 23 de septiembre sobre Edward Bernays, sobrino político de Freud y gran creador de la propaganda moderna, se sugería la aplicación de las teorías psicoanalíticas de su tío a los medios de persuasión de masas. No está de más recordar que a su vez el gran psiquiatra austríaco debía al menos parte de su pensamiento a otro Bernays, Jacob, hijo de Isaac y tío paterno de su esposa, Martha Bernays. Jacob Bernays (1824-1881) fue un filólogo clásico alemán que, entre otros muchos trabajos, publicó dos obras importantes sobre la tragedia griega, las interpretaciones aristotélicas y la catarsis; se da por seguro que influyeron decisivamente en el desarrollo del psicoanálisis freudiano (recuérdense aspectos como el complejo de Edipo, las pulsiones inconscientes, Eros y Tánatos, etc.). Pero Bernays había editado de joven al gran poeta romano Lucrecio, heredero y transmisor del materialismo epicúreo, que propugnaba el principio del placer como motor de la vida humana: y es justamente ese principio una de las grandes directrices de las teorías de Freud, frente al principio de realidad. La edición lucreciana de Jacob Bernays apareció en Leipzig en 1852 siguiendo la estela de Lachmann, creador de las ediciones críticas modernas, y se publicó en la colección Teubner, que sigue siendo una de las más importantes editoriales de textos clásicos griegos y latinos. El Lucrecio de Bernays se reeditó al menos ocho veces durante el siglo XIX, y es más que probable que el joven Freud lo manejara en sus años de formación humanística, que sabemos era muy amplia y sólida.

domingo, 8 de septiembre de 2019

Enid Blyton: ¿Sexismo, racismo y homofobia?


Creo que nos rodea un nuevo puritanismo en aras de lo políticamente correcto. Leo en el periódico que el Reino Unido acaba de negar un homenaje a Enid Blyton, la autora de la saga de Los cinco, por la incorrección de sus textos que presentan rasgos de sexismo, racismo y homofobia. No lo dudo, pero me enseñaron desde la juventud (Saussure tuvo la culpa) que cualquier fenómeno tenía que ser analizado desde dos puntos de vista, sincronía (lo que supuso en su momento) y diacronía (lo que ha ido cambiando con el paso del tiempo). Por lo tanto, no se debe juzgar el pasado solo desde las perspectivas de nuestro tiempo, pero se hace constantemente. No basta con saber que su obra sigue viva y apreciada por sus lectores, sino que además exigimos progresismo y modernidad a una mujer que nació en 1897 sin tener en cuenta el contexto histórico. 
En las interminables vacaciones de verano de tres meses de mi infancia, mi interés por la lectura para matar el aburrimiento comenzó con sus libros. Me gustaban porque esos niños tenían libertad y se pegaban unas merendolas estupendas, no tenían que ir a misa y les importaba un bledo lo que pensaran los mayores. En un país donde el sexismo, el racismo y la homofobia eran habituales, no éramos conscientes de esos términos. 



miércoles, 17 de octubre de 2018

La obscena llegada de la vejez

El capítulo I de La transparencia del tiempo de mi admirado Leonardo Padura supone una dura y realista reflexión sobre la llegada de la vejez, muy cercana al poema de Gil de Biedma* y muy distanciada del tratado clásico De Senectute (Acerca de la vejez) que supone un canto a la senectud. Cicerón muestra a Catón el Viejo, un vigoroso anciano de 84 años, conversando con dos jóvenes admiradores suyos. El longevo personaje atribuye los defectos achacados comúnmente a la edad al propio individuo y no a la vejez en sí misma.
No me queda más remedio, porque ya no volveré a ser joven y por la cuenta que me trae para afrontar esta edad de la vida, que quedarme con la equilibrada reflexión de mi amigo Manuel Casal que distingue entre el anciano, persona de mucha edad, y el viejo, un inútil de mente terca y cerrada. “Se puede ser viejo a cualquier edad. De hecho, la vida está llena de viejos de pocos años. Toparse con alguno de ellos es una desgracia”.

El capítulo entero se puede leer aquí, pero no me resisto a resaltar algunos párrafos para facilitar la tarea al lector ocupado:
“La evidencia de una cantidad tajante, incluso de sonoridad obscena (sesenta, sesenta, algo se desinfla y estalla, sse-sssen-ta), se le había presentado como una ratificación incontestable de lo que su físico (rodillas, cintura y hombros oxidados; hígado envuelto en grasa; pene cada vez más perezoso) y su espíritu (sueños, proyectos, deseos mitigados o para siempre extraviados) iban sintiendo desde hacía algún tiempo: la obscena llegada de la vejez...
Porque incluso en el mejor de los casos (que en el suyo apenas implicaba el hecho de seguir vivo, si su hígado y pulmones lo acompañaban) ante él se erguía la evidencia numérica de haber gastado ya las tres cuartas partes (quizás más, nadie lo sabe) del tiempo máximo que pasaría en la tierra y la firme convicción de que el último plazo probable no iba a ser para nada el mejor.
Lo jodido, reconoció ante sí mismo, era su estado de espíritu, cada vez más marcado por la tristeza y la melancolía, y no solo por el peso de su edad física o la temida cercanía de un aniversario de mal sonido y peores consecuencias, sino por la certeza de su exultante frustración vital. Al borde de los sesenta años, ¿qué tenía?, ¿qué legaría? Nada de nada. ¿Y qué le esperaba? La misma nada al cuadrado o algo peor. Esas eran las únicas respuestas a su alcance para cada una de tan simples y pegajosas interrogantes. Y, para mayor desasosiego, también las únicas que podía regalarse tanta gente, conocida o desconocida, ubicada en su edad y colocada en su tiempo y espacio”.



 *De senectute
Y nada temí más que mis cuidados.
Góngora
No es el mío, este tiempo.
Y aunque tan mío sea ese latir de pájaros
afuera en el jardín,
su profusión en hojas pequeñas, removiéndome
igual que imitaciones,
————————-no dice ya lo mismo.
Me despierto
como quien oye una respiración
obscena. Es que amanece.
Amanece otro día en que no estaré invitado
ni a un momento feliz. Ni a un arrepentimiento
que, por no ser antiguo,
—ah, Seigneur, donnez-moi la force et le courage!—
invite de verdad a arrepentirme
con algún resto de sinceridad.
Ya nada temo más que mis cuidados.

lunes, 15 de octubre de 2018

15 de octubre



Hoy se celebra el Día de las escritoras "rebeldes y transgresoras", es la festividad de Santa Teresa de Jesús y el aniversario del nacimiento de Virgilio, Nietzsche, Jardiel Poncela, Italo Calvino y Agustín García Calvo. 

jueves, 27 de septiembre de 2018

El aforismo: sabiduría en cuentagotas


El aforismo es una sentencia breve y doctrinal que equivale a un epigrama, una composición poética muy breve que expresa un solo pensamiento ingenioso o satírico con gran precisión y agudeza. Son una muestra del arte del ingenio siempre fuera de contexto. Mucho sentido en pocas palabras. Frases cargadas de crítica, ironía, humor y desparpajo en pequeñas dosis, como dardos, centellas, instantes, luces. Y, sobre todo, con algo de moralina. Chupitos de elocuencia. Cuentagotas de sabiduría. Relámpagos de lucidez. Para mí, son los fuegos artificiales de la literatura nutridos de conceptos filosóficos, sabrosas perlas regaladas. En ellas la inteligencia se revela entre la libertad del egoísmo y la disciplina del orgullo. Emilio García Ruiz las llama musarañas: "Más que musas, son arañas las que habitan mi magín y me lo pican sin fin". A mí, este género me sabe a poco y me deja algo confusa, sin palabras y con expresión de admiración.

Todo esto viene a cuento de que me han prestado Sentencias e impresiones, una compilación de citas, cercanas a los aforismos, de Josep Pla realizada por Andrés Gómez-Flores. El prólogo es de Valentí Puig. Poco sabía yo de la vida de Pla, al que recuerdo con su boina calada y su eterno pitillo paseando por Palafrugell en las fotografías de la revista Destino que compraba mi padre. Me gustaba porque se parecía a mi abuelo, un hombre de derechas partidario del orden y de la libertad. Los dos buscaban los placeres sencillos, sensuales y gratificantes.
Con el libro, he descubierto al joven Pla, que nada tiene que ver con el viejo, que recorrió toda Europa como corresponsal y hasta ejerció de espía, y que no era un soltero recalcitrante porque en los años veinte convivió con Adi Emberg, una mujer divorciada, sin estar casado. Fue un lector exhaustivo de los clásicos, al corriente de las nuevas tendencias y descontento con lo que contemplaba a su alrededor. Tendría que hacer una entrada con el título de Escritores con boina para los que "todo lo que es sentimental es confuso", y que apostaron por una literatura inteligible para todo el mundo basada en la claridad y la sencillez, en el que incluiría también a Pío Baroja y León Felipe.

Aquí dejo algunas sentencias que comparto:
193- Como todos los tímidos, soy capaz de momentos de audacia. Estos momentos de audacia se producen, generalmente, cuando tengo la pluma en la mano.
390- Pero yo no puedo evitarlo: a mí me gustan la niebla y la lluvia. Creo que éstos son los de los pocos elementos de civilización natural y espontánea que contiene el país.
399- El mundo es fascinante, pero es horrible.
422- La juventud es la época más desgraciada de la vida porque es una época que pone el acento sobre el futuro.
429- Lo primero que es necesario para viajar es un buen estómago. Tener un buen estómago es la base de todos los ideales del ser humano.
452- El hombre es un animal melancólico y triste, dominado constantemente por el tedio: de aquí que el hombre sea por afán de cambiar -para matar el tiempo- un constante destructor de su propia obra y de su propia vida.
461- Vivir la historia es más difícil que leerla o escribirla.
513- Soy un individualista irreductible y un solitario total.  
563- No sabemos nada de nada y, aun así, somos pedantes.
665- Hay que tratar de conservar los amigos, porque son una especie muy rara, esporádica y positiva.
885- El hombre aspira a dejar el dinero a sus hijos porque cree que si éstos viven cómodamente se acordarán de él.
901- La guerra fue una pesadilla, llena de esperanzas. En la posguerra la pesadilla es considerable, y esperanza no queda ninguna.
914- La Historia es un inmenso esfuerzo por no dar solución a nada.
936- El olvido es la pasión humana más duradera.
968- Prefiero hacer favores que recibir de los demás. Recibir favores le obliga a uno a ser agradecido, lo que siempre resulta difícil. Me afecta menos la ingratitud de los demás respecto a mí que mi  ingratitud respecto a los demás. Ello suponiendo, claro está, que pueda hacer algún favor. 
990- El capitalismo es irreductible porque está basado en la avaricia.
995- El amor físico es la única defensa humana contra el aburrimiento vital.
1007- Nunca me ha gustado ir a la moda ni pasado de moda. Pasar inadvertido: éste ha sido mi ideal.
1017- Las fotografías -como la conversación- solo sirven para demostrar lo que uno no es.

martes, 4 de septiembre de 2018

Lo que esconde el blog, blog de Beatriz Olivenza

A Beatriz la he conocido a través de un amigo en común. Es profesora y escritora. Su blog es una delicia, nada que ver con el mío que es un cajón de sastre (más bien desastre). Admiro su capacidad descriptiva, la facilidad con la que fluye su prosa y el aura de misterio de sus narraciones, no me extraña que haya recibido varios premios. Recomiendo una visita.

 En su perfil explica muy bien lo que ha supuesto su blog: “En él he encontrado lugar no solo para los libros que leo y los escritores a los que admiro, sino también para la pintura que ilumina mi vida, la danza, la poesía, el cine, la fotografía, la música, los gatos y todas esas pequeñas cosas con las que me encuentro a diario y que prenden mi atención. Y es que una de las ventajas de crear un blog es que uno descubre lo que realmente le interesa en la vida”.
Me gusta sobre todo el acercamiento a la pintura que realiza en el cuadro de la semana o del mes. Incluyo aquí el de septiembre a modo de ejemplo:

 “Llega septiembre y esta sección acoge, como es costumbre desde hace seis años, un cuadro relacionado con el comienzo de curso. En esta ocasión, la obra elegida excluye la figura del enseñante y se centra en el papel del que aprende. Se trata de “Niña que escribe”, del pintor italiano Telemaco Signorini (1835-1901), miembro de los Macchiaioli, grupo de artistas que adoptaron una denominación en principio despectiva (no es el único caso en la historia del arte) para hacer bandera de su deseo de apartarse del academicismo. Alejados del encorsetamiento de la pintura oficial a través de una mirada realista sobre el mundo y de una mayor libertad técnica, consistente en construir la realidad por medio del contraste entre colores, como si “manchasen” el lienzo, estos pintores abren camino a la modernidad. La soltura de la pincelada de esta “Niña que escribe” y la elección de un tema cotidiano son un buen ejemplo de los postulados de este movimiento. Esta pequeña de encantador gesto de concentración se dibuja sobre un fondo abocetado en el que se eliminan los detalles. No hay un espacio concreto para esta aprendiza de la escritura: acompañada tan sólo por su pupitre, su pluma y su tintero, parece estar nadando en un ámbito indefinido que es el de su época y a la vez el de todas. Un hermoso homenaje a la paciente, hermosa y eterna tarea de aprender”.

jueves, 30 de agosto de 2018

Escritores que abandonaron a sus hijos

Siempre me ha llamado la atención que los padres no sientan amor o cariño por sus hijos pequeños y que lleguen a desentenderse del cuidado y de la manutención de los mismos. Entiendo que inicien una vida nueva y se olviden de su pareja, pero no de estos. También entiendo que les resulte difícil la paternidad porque nunca la desearon, porque tenían dudas o no estaban preparados para ella por egoísmo o por múltiples razones; pero huir de sus obligaciones sin dejar rastro me parece de canallas. Si encima el abandono se debe a alguna discapacidad del hijo, hay que añadirles rasgos de crueldad extrema. Hombres infelices que hacen infelices a la prolongación de ellos mismos: su familia. Hombres que no debieron tener hijos. Mi amigo Nacho sigue todavía hoy preguntándose por qué su padre les abandonó - a él y a sus tres hermanos-, después de decir que bajaba a la calle a comprar tabaco. Aunque pensándolo bien, tal vez sea mejor la huida que el maltrato psicológico o físico.
Por eso me sorprende que grandes escritores, que me han hecho pasar momentos deliciosos con sus obras y que están dotados de una gran sensibilidad, actúen de esta manera. Me temo que la vida es así, llena de miserias y de grandezas, que lo Cortés no quita lo Hernán. Como escritores pueden ser unos genios, pero como padres un desastre.


Este verano los periódicos se han hecho eco de dos ejemplos claros de literatos que no amaban a a sus hijos: Pablo Neruda y Ramón J. Sender. Eduardo Lago en un artículo del 2010 Hijos a la sombra de padres geniales ya había abordado el asunto incluyendo al escritor Arthur Miller que estuvo siempre del lado de los desfavorecidos, pero abandonó en un asilo a su hijo con síndrome de Dawn

La historia silenciada de la única hija del gran poeta chileno  Pablo Neruda ha salido a la luz con motivo de la publicación de Malva, primera novela de la escritora holandesa Hagar Peeters. Malva nació con hidrocefalia en un hospital de Madrid en 1934 y murió a los ocho años. Su padre pasó de la emoción a la ocultación para posteriormente borrarla de su vida. No me ha extrañado la actitud del escritor porque leí su biografía Confieso que he vivido donde aparecían estos rasgos de su personalidad.



La historia de la familia Sender ha aparecido de nuevo en la prensa con motivo de la reedición de Muerte en Zamora de 1990, escrita por Ramón Sender Barayón, libro que intenta indagar sobre el asesinato de su madre, Amparo Barayón, porque su padre nunca les permitió profundizar acerca de las razones y los detalles de su muerte, se sentía culpable. Los dos hermanos fueron adoptados por una familia norteamericana en 1939. Tuvieron relaciones a larga distancia con su padre y escasas visitas, lo que supuso un alivio para Ramón y un constante dolor para su hermana Concha. "Nuestro padre actuó como los famosos pájaros cuco que dejan caer sus huevos en el nido de otros pájaros y luego se van volando."  En 1943, Ramón J. Sender se casó con Florence Hall con la que tuvo otros dos hijos, el matrimonio no duro mucho debido a las constantes infidelidades del escritor. 

Otra forma de abandono es deshacerse del hijo problemático enviándolo a un reformatorio. Este es el caso de la hija rebelde de Alfonso Paso,
el dramaturgo favorito del franquismo (1926-1978), y nieta del genial escritor Enrique Jardiel Poncela (1901-1952). Rocío Paso Jardiel (Madrid, 1954) fue criada por sus criadas, apenas veía a sus padres que tenían un matrimonio de apariencia que aparecía en las revistas como un matrimonio ejemplar. Cuando su padre las abandonó para irse con otra mujer, los problemas con su madre se acentuaron. El escritor decidió enviar a su hija con 15 años, al reformatorio de las hermanas Oblatas del Santísimo Redentor en el antiguo Palacio de Eugenia de Montijo, en Carabanchel, uno de los centros de reeducación para jóvenes contestatarias, consideradas por la dictadura como chicas descarriadas. ¿Por qué me castigaron mis padres de aquella manera? --se pregunta--¿Qué es lo que yo había hecho tan mal? Es verdad que volvía tarde cuando salía con mis amigas; es verdad que contestaba a mi madre, pero eso no justifica que me metieran en un lugar como ese. Me arrancaron de la familia, quisieron deshacerse de mí, esa es la explicación y eso es algo muy duro de aceptar".


jueves, 30 de noviembre de 2017

Calendario literario (Diciembre 2017) de Juan Bautista

El año se acaba y con él este singular calendario, doce meses y 365 escritores. Ha sido lo que ha habido y lo que ha cabido porque algunos escritores muy conocidos se han quedado fuera porque no encajaban en las fechas. Su autor desea que haya divertido (“el que más se ha divertido he sido yo”). Gracias, Juan Bautista, por dejármelo incluir en el blog.

Como ya sabéis, hay que pinchar en el enlace y, después, debajo de cada escritor para acceder a la información escrita y audiovisual:

El documento de slideshare es solo para consultar o fotocopiar:


martes, 31 de octubre de 2017

Calendario literario (Noviembre 2017) de Juan Bautista

¡Cómo pasa el tiempo! El año literario camina a su fin... Y un detalle, a veces los vídeos tienen un clic para ver subtítulos, por ejemplo el del día 28, el de William Blake.

Como ya sabéis, hay que pinchar en el enlace y, después, debajo de cada escritor para acceder a la información escrita y audiovisual:

El documento de slideshare es solo para consultar o fotocopiar:


domingo, 22 de octubre de 2017

Los hermanos escritores Eduardo y José Antonio Lago



En otra entrada hacía referencia a los hermanos escritores y citaba a los Lago, porque he tenido la suerte de haberlos conocido hace muchos años. Parecían Zipi y Zape, aunque no son gemelos ni mellizos: tan iguales y tan complementarios. Hijos de militar, fueron adolescentes gamberros y anarquistas, como correspondía. El mayor, Eduardo (1954), introvertido, moreno, tranquilo y relajado, estudió Filosofía; el pequeño, José Antonio (1955), pelirrojo, extrovertido, nervioso y gesticulante, estudió Políticas. El menor, más simpático, llevaba la voz cantante y arropaba al mayor. Cuando coincidí con ellos, ambos trabajaban como profesores de inglés en el colegio Covadonga del Hogar del Empleado y hacían esporádicas traducciones. Muy involucrados en la movida madrileña, fundaron la revista literaria ilustrada de Lavapiés La Campana* (1980), donde publicaron sus primeros pinitos literarios: entrevistas, poemas y relatos. Dar clases en el nocturno tenía sus ventajas, las horas estaban más comprimidas y había tiempo para todo, y sobre todo, permitía trasnochar.
Primero conocí a Eduardo. Hacía poco que había llegado de la India, tenía una hija pequeña, y de vez en cuando nos regalaba, después de luchar contra la informática, sin darle importancia, pequeños relatos que nos revelaban su verdadera personalidad, escondida tras su seriedad: un ser extremadamente sensible que, con rostro de George Harrison y mirada de Buster Keaton, observaba la realidad para luego contarla mejorada y ampliada. Programó un ciclo de cine para los alumnos en la sala Cadarso, que funcionaba entonces como salón de actos, y, en 1980 cuando asesinaron a John Lennon, le hizo un homenaje en sus clases. Poco después decidió cambiar de vida y probar fortuna en Nueva York. Allí lo encontré en su primer año en la ciudad. Ejerció como un cicerone impecable y me regaló un día inolvidable, nunca le había visto tan hablador.
Me llevó a los lugares que el turista apresurado no puede disfrutar: Washington Square, un viaje en metro, un paseo por Brooklyn  y vuelta a pie por el puente con vistas al skyline de Manhattan, imantados por su luz de cristal. Acabamos en un tugurio oyendo música en directo. Cuando nos despedimos, lo vi feliz, arropado por la noche calurosa, casi como el niño que aparecería en la portada de su libro Llámame Brooklyn. Poco después ya estaba totalmente integrado dando clases de literatura en la universidad y colaborando en distintos periódicos. Posteriormente llegó su nombramiento como director del Instituto Cervantes y ganó el premio Nadal.
José Antonio, el Rojo, lo sustituyó en el Covadonga. Recuerdo que lo confundí con su hermano pensando que se había teñido el pelo. Fue el primero en saborear la fama porque era letrista de La Mode, uno de los grupos de la nueva ola madrileña. Abandonamos juntos el colegio en una regulación de empleo y aprobamos las oposiciones el mismo año. Me he cruzado con él fugazmente en Vallecas, en la cooperativa de viviendas que auspició el Hogar del Empleado. Como tenemos amigos en común, ellos me han puesto al día de sus aventuras literarias.
La vida nos ha separado, pero el paso de los años no ha cambiado la idea que tenía de ellos: geniales, polifacéticos, con una vasta cultura, irónicos, entusiastas. Lo único que me extraña es que nunca hayan colaborado, ni firmado una obra conjuntamente.

Reproduzco para los nostálgicos la portada y la primera página del primer número de la revista La Campana


* Solo conservo 5 ejemplares de la revista (1,3,4,5 y 6). En el número 6 de 1985, que no sé si es el último, se excusan de una prolongada ausencia por "las múltiples ocupaciones de los colaboradores habituales, lanzados a la conquista del arte, música, prensa, radio, televisión y lo que se ponga por delante".

sábado, 30 de septiembre de 2017

Calendario literario (Octubre 2017) de Juan Bautista

Fiel a la cita, aquí tenéis el calendario del mes de octubre.
Como ya sabéis, hay que pinchar en el enlace y, después, debajo de cada escritor para acceder a la información escrita y audiovisual:

El documento de slideshare es solo para consultar o fotocopiar:


miércoles, 27 de septiembre de 2017

Hermanos y escritores


Un hermano es un amigo dado por la naturaleza para toda la vida. Los hermanos no solo comparten genes, la cultura, la educación o la clase social, además comparten las experiencias que suceden dentro de la familia y viven los mismos acontecimientos, lo que les ayuda a adquirir aficiones o profesiones similares. Al repasar algunas biografías de autores descubrimos que son numerosos los hermanos que se dedican al oficio de la literatura, tanto trabajando conjuntamente como por separado y que, a veces, la profesión se hereda de padres a hijos. Pero las relaciones fraternas, como todas las relaciones sociales, no siempre son idílicas y pueden llegar a ser muy complicadas pasando del amor al odio, tanto en la infancia como en la edad adulta, generalmente por haber recibido un trato no equitativo por parte de los padres, por celos o por envidia. Incluso los hay que aprovechan la muerte del otro para airear los trapos sucios de la familia. Veamos algunos ejemplos:

1.- Los hermanos gemelos

Según las últimas investigaciones Juan y Alfonso de Valdés, representantes del pensamiento erasmista español en el s. XVI, eran hermanos gemelos. Juan es el autor del famoso Diálogo de la lengua y hasta finales del XIX a él se le atribuyeron las obras de  Alfonso por haber sido impresas de forma anónima (Diálogo de Mercurio y Carón y Diálogo de las cosas acaecidas en Roma).

La escritora Dulce Chacón (La voz dormida) siempre soñó con escribir una historia sobre una princesa azteca y un conquistador español, pero el cáncer se lo impidió. Fue su hermana gemela, Inma Chacón, quién escribiría la historia por ella ('La princesa india'). "Éramos complementarias en la vida desde que nacimos. Yo era su lectora, corregía todo y le ayudaba en la documentación. Así que para mí escribir esta novela ha sido la razón moral para haber sobrevivido a mi hermana, porque su muerte me pareció absurda. Si vinimos juntas, yo entendía que nos teníamos que ir juntas".

2.-Los hermanos que escribieron juntos

Entre los hermanos que firmaron conjuntamente sus obras y permanecieron juntos figuran: los hermanos Grimm, los Goncourt y los Álvarez Quintero.

Antes de llegar a los treinta años los hermanos Grimm ya habían llegado a la fama con su recopilación de cuentos tradicionales y diversos estudios lingüísticos. No solo trabajaron juntos, sino que vivieron siempre en la misma casa (aunque Wilhelm estaba casado) y están enterrados juntos en el cementerio de San Matías de BerlÍn. Inseparables también fueron los hermanos Goncourt (parece que se lo juraron a su madre), escritores de estilo naturalista. Después de la muerte de Jules, Edmond siguió escribiendo y en su testamento creó, en memoria de su hermano, el Premio Goncourt que se otorgó por primera vez en 1903. La unión entre los hermanos sevillanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero duró toda la vida, estrenaron innumerables sainetes, libretos de zarzuela, piezas cómicas y dramas. Ambos fueron miembros de la RAE, eso sí, en distintos sillones.

La colaboración entre los hermanos Machado se produjo a partir del momento en que Antonio Machado se trasladó a Madrid en 1931 y escribe con su hermano Manuel varias obras dramáticas. Manuel Machado era el primer firmante en libros y carteles por lo que debía de ser el principal responsable de la estructura dramática de las obras, pero en lo demás es muy difícil diferenciar el trabajo de ambos escritores, muy unidos hasta que la guerra civil los separó definitivamente: Antonio quedó en el bando republicano y Manuel, en el nacional. En realidad, los hermanos Machados fueron tres, porque otro hermano, Francisco, también hizo sus pinitos literarios y fue un destacado (y reformador)  miembro del cuerpo de funcionarios de prisiones. 

Los hermanos y artistas románticos Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer, además de su obra por separado, conjuntamente escribieron e ilustraron gran cantidad de artículos en revistas y otras publicaciones de la época. Así, se les atribuye incluso un libro satírico, inédito hasta 1990, denominado «Los Borbones en pelota».


3.- Sagas literarias
La saga literaria española más famosa es la de los Panero, que conocemos la mayoría gracias a las  películas El desencanto (Jaime Chávarri, 1976) Después de tantos años (Ricardo Franco, 1994). El desencanto causó gran escándalo porque su tema fundamental era el arte de matar al padre y sacar la basura acumulada durante tantos años, justamente lo que estaba haciendo la sociedad del momento con la figura de Franco. Panero, poeta del régimen franquista y hermano asimismo de otro poeta, Juan, se casó con la también escritora Felicidad Blanc con quien tuvo tres hijos que acabaron siendo escritores: Juan Luis, Michi y Leopoldo María.

4. Hermanos que cambiaron de apellido y no lo parecen.

Magda Donato y Margarita Nelken, muy conocidas en la España de los años 20 y 30 por su feminismo. Margarita Nelken era la que tenía una carrera literaria más importante; fue la primera traductora de Kafka al español y escribió ensayo (era una mujer de fuerte conciencia política) y varias novelas. Su hermana, Carmen Eva, actriz y autora de obras de teatro para niños, firmaba con el seudónimo de Magda Donato, ya que desde niña se sintió eclipsada por su hermana mayor y no quería que las confundieran. Las dos murieron exiliadas en México. 
También eran hermanas Luisa-María Linares y Concha Linares-Becerra, hijas del dramaturgo Luis Linares Becerra. En la posguerra publicaron por separado populares novelas rosas, alguna de ellas adaptada al cine. 
 Margaret Drabble y A.S. Byatt (Antonia Susan Drabble), hijas de un conocido novelista. Ambas son dos de las escritoras más populares de finales del siglo XX en Reino Unido y estuvieron enfrentadas durante años. Parece ser que una hermana acusó a la otra de apropiarse de un juego de té familiar como motivo literario, cuando sabía que la otra lo quería utilizar.

Javier Reverte y Jorge Martínez Reverte son hermanos, periodistas y escritores, hijos del también periodista Jesús Martínez Tessier.

5.- Hermanos que siguieron caminos diferentes.

La mayoría de los escritores siguieron caminos distintos a los de sus hermanos. En el siglo XIX, Anne, Emily y Charlotte Brontë son las hermanas literarias por excelencia. También tenían un hermano, Branwell, que además de escritor era pintor. Pero Branwell ha sido olvidado ante el genio de sus hermanas. Y También está la familia James, aunque hoy solo es recordado Henry James, su padre y dos de sus hermanos también eran escritores notables, así como la hermana pequeña, Alice James, que escribió unos diarios para escándalo de los hermanos.

 En el siglo XX, las seis hermanas Mitford no solo fueron escritoras, sino que además se convirtieron en personajes literarios con vidas plagadas de escándalos que acabaron impresas, empezando por la que se casó con un rico industrial y abandonó a su marido, hasta la revolucionaria comunista y la hermana nazi y suicida, Unity Mitford.
 
A los hermanos Durrell, aunque de estilos, temáticas e intereses muy diferentes, les unía el talento extraordinario. Gerald Durrell en su divertidísima autobiografía Mi familia y otros animales describe a su hermano mayor Lawrence (Larry) con la precisión de un científico, ofreciendo un retrato tan humorístico como lleno de admiración. Encerrado siempre en su cuarto, perdido en un mar de folios, empecinado en sembrar los cimientos de la que será su obra futura, convencido de llegar a formar parte del Olimpo de los grandes.

Los hermanos Camba que incluso tienen un museo en Villanueva de Arosa, su ciudad natal, Francisco fue novelista y Julio destacó como periodista.

Jorge y Carlos Semprún, nietos del político conservador Antonio Maura fueron comunistas y escritores.  Jorge Semprún era frío e íntegro. Carlos era lo contrario: expansivo y transparente. Durante décadas se adoraron, pero al final de sus vidas razones personales y políticas hicieron que se separaran, tal vez tuvo que ver que Jorge empezara a ganar premios como literato e incluso una candidatura al Oscar como mejor guionista.

El detonante de la poética de la familia Goytisolo (José Agustín, Juan y Luis) es la muerte de la madre, Julia Gay, en 1938 durante uno de los bombardeos franquistas a Barcelona. Ello explica el exilio voluntario de Juan en París y Marraquech y el enfoque de la realidad española que realiza en Señas de identidad Reivindicación del conde don Julián. Los tres se caracterizan por haber llevado una vida de excesos y desventuras, de desarraigos, de amores imposibles y de aburguesamiento vergonzoso.

Otra gran familia literaria de nuestras letras lleva el apellido Casariego. Pedro, Martín y Nicolás fueron tres de los hijos del pintor asturiano Pedro Casariego Hernández-Vaquero. El 8 de enero de 1993, el poeta Pedro Casariego (Madrid, 1955) se arrojaba a un tren en la estación de Aravaca. Su hermano Martín Casariego en  La primavera corta, el largo invierno (Espasa, 1999) rinde un homenaje humano y literario a la figura de su hermano Pedro.

En Argentina las hermanas Ocampo ejercieron una importante influencia en el desarrollo de los movimientos culturales en su país. Victoria desde su puesto de directora de la revista Sur, fundada por ella misma en 1931; fue la primera mujer miembro de la Academia Argentina de la Lengua. Su hermana Silvina Ocampo, esposa del escritor Adolfo Bioy Casares, formó parte de la llamada generación de 1940; su producción incluye poesía, ensayo, teatro y relatos, pero son estos últimos los que le han valido un mayor reconocimiento de la crítica y el público.

Los hermanos Posadas: Carmen acaba de publicar La hija de la Duquesa de Alba y Gervasio, El mentalista de Hitler. 

Ángela Labordeta ha escrito mucho del núcleo familiar en libros como ‘Bombones de licor’ y ‘Tacones y muñecas’, donde explora dos mundos familiares muy complementarios: la historia de su padre José Antonio Labordeta y sus hermanos, entre ellos el poeta Miguel Labordeta, pero también aparecen Manuel Labordeta, creador de cine y profesor, o el tío Luis, enfermo, en la primera, y el mundo de una familia en los años 80, en la segunda. Pero es el cuento ‘El novio de mi madre’, que da título a un conjunto de doce piezas, donde aborda este asunto de manera más explícita.

Y, por último, cito a mis compañeros Eduardo y José Antonio Lago de los que hablaré más adelante.

Para saber más: