Playa del Postiguet un 24 de junio |
En toda la geografía española, especialmente en Levante, se sigue esta costumbre popular. Desde 1928, desde el 20 al 24 de junio, ‘Les Fogueres de Sant Joan‘ se convirtieron en la festa oficial de Alicante, beneficiando así económicamente a la ciudad. Estas fiestas nacieron a la sombra de las famosas Fallas* de Valencia con las que guardan gran similitud y alguna diferencia. La principal que las Fallas se celebran el 19 de marzo, día de san José patrón de los carpinteros, fecha cercana a la celebración del equinoccio de primavera. Las Fallas y las Hogueras van acompañadas también de un concurso de mascletás* menos conocido.
Este año, en la Plaza de los Luceros a las 14 horas, a la hora de más calor, desde la terraza del
restaurante Nou Palas, saboreando unos canelones Rossini como antaño y un trozo de coca amb tonyina (empanada de atún), por primera vez he
asistido más atónita que emocionada a una Mascletà en directo, un disparo pirotécnico que
conforma una composición muy ruidosa y rítmica. Cada mascletà tiene una
composición musical diferente que se origina a través de los ruidos de los
cañones de pólvora y de la sucesión de petardos. El disparo
empieza despacio y va aumentando gradualmente de sonoridad hasta llegar a lo que se conoce como
“terremoto”. Finalmente se disparan unas carcasas
muy potentes en forma de bombardeo.
Mascletá en la plaza de los Luceros |
Incluyo la primera parte del documental Historia de Les Fogueres de Sant Joan que recoge los primeros pasos de la creación en 1928 de la ‘festa més fermosa’ de Alicante. Las primeras Fogueres presentaban unos muñecos articulados de cera, cubiertos de tela y peluca, que fueron dando paso al cartón del ninot sin perder su capacidad satírica mientras que buscaban nuevos caminos estéticos en la abstracción y el simbolismo, con sus formas ascendentes y remates estilizados de tonalidades más claras. Los vestidos que llevan las falleras y las belleas son muy parecidos, clásicos y de ricas telas; se diferencian solo por el peinado, las valencianas llevan de uno a tres moños y tapan las orejas con unos rodetes como los de la Dama de Elche; las alicantinas sólo se cubren con un velo ondulado de novia. Hay más diferencias, pero por no cansar al lector, no las reproduzco. Eso sí, que no se te ocurra llamar Fallas a las Hogueras porque te caerá toda la ira del orgullo fogueril alicantino. Algo aturdida por el estruendo, cogí el ave para Madrid, contenta de que las fiestas en mi ciudad sean aburridas sin sobresaltos sonoros.
Por último, añado una rareza, un poema de Rafael Duyos: EL NINOT ENAMORADO
(Revista “Utielanías”, Utiel 2020)
Quisiera ser el hombre de madera
- sin arterias, sin nervios, sin memoria
que plantado en la falla giratoria
- pelea del amor- al fuego espera...
Quisiera preludiar la primavera,
llama viva de loca trayectoria,
rebasando la línea divisoria
donde la carne se convierte en cera...
Y derretirme inmóvil, lentamente,
frente a la muchedumbre indiferente,
sobre montones mágicos de leña.
Y “ninot” de mí mismo, ante tus ojos,
ser de ceniza y humo los despojos
de un corazón que hasta el final te sueña.
*La palabra valenciana falla deriva del latín facula, que significa "antorcha". Las antorchas que se colocaban en lo alto de las torres de vigilancia romanas.
*Recibe su denominación de los masclets (petardos
de una gran potencia sonora) ligados mediante una mecha conformando una línea o
traca.
Para saber más
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