viernes, 26 de enero de 2018

A mi compañera Amparo Nieto


El mismo día que me enteré de la muerte de mi compañera de departamento Amparo Nieto, leí este artículo de Leonardo Padura en El País La insoportable levedad de la memoria, sobre la fugacidad del tiempo:
 "El mundo que habitamos está más poblado de muertos que de vivos. Sin embargo, esta evidencia se complica cuando uno va entrando en edades que suelen calificarse de “provectas” y se da cuenta de que conoce y ha convivido con más personas que han muerto que con personas que viven. Y no me refiero a los individuos más o menos memorables, por razones encomiables o espurias, de los cuales uno ha leído, ha visto, ha escuchado algo. No, hablo de personas que fueron reales con las cuales convivimos en un espacio y tiempo comunes y cuyas existencias forman parte de nuestra memoria, pues de algún modo fueron partes de nuestras vidas. Pero, como las vidas de esas gentes, la nuestra, con su memoria a cuestas, es dramáticamente breve en el tiempo de la Historia y puede ser el único reservorio de esas historias, sin derecho a la mayúscula, que se perderán con nosotros, para ir a desvanecerse en el mundo superpoblado de los muertos que, salvo en las historias de Juan Rulfo, no suelen ser dados a las evocaciones. Hasta que se demuestre lo contrario".

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