jueves, 11 de abril de 2024

Alberti y Óscar Esplá, La pájara pinta (7)

 

Benjamín Palencia y Rafael Alberti 1926

  
Rafael Alberti manejando dos marionetas

La Pájara Pinta (1926) es el primer texto teatral e inacabado de Alberti, uno de los proyectos más representativos de la vanguardia artística española, del que solo terminó el prólogo y un acto de los tres proyectados. Una obra que recogía la herencia de los titiriteros ambulantes, las canciones de coro y los juegos infantiles con la inclusión de palabras absurdas o carentes de sentido, en su mayor parte inventadas, de una gran sonoridad musical y de un fuerte componente lúdico.

 El autor la proyectaba como un espectáculo pictórico de marionetas. El prólogo es metateatral: “El gran Don Pipirigallo, danzarín titiritero, farsante y farandulero” explica la acción misma y el papel que los personajes desempeñan en ella. La estructura de esta ópera bufa infantil, destinada a ser interpretada con música y pantomima, se basa en la intervención del coro, con diálogos, bien conocidos por el público, que imitan refranes y coplas infantiles. Interesante resulta la aparición del bululú y su inseparable muñeco: el marido burlado y cornudo que persigue a la infiel adúltera para vengar su herida honra. En su elaboración además de Alberti, coincidieron creadores tan dispares como el compositor Óscar Esplá,  la creadora y escenógrafa Maruja Mallo y el pintor Benjamín Palencia. En 1928, Alejandro Casona, seducido por la palomita enamorada, bautizaba a su pequeña compañía de teatro escolar con el nombre de La pájara pinta.

Esta primera obra teatral cobró vida en varias ocasiones. El propio Alberti se animó a recitarla en una conferencia sobre «Lope de Vega y la poesía contemporánea», en La Habana, diez años después de que esta pieza teatral hubiese sido compuesta.  
En 1932, los alumnos del Instituto Escuela de Madrid la representaron por medio de marionetas. Y ese mismo año se estrenó una nueva versión musical a cargo de Federico Elizalde en la Salle Gaveau de París, con decorados realizados por el pintor sevillano Pablo Sebastián. En 1978, El Taller de Teatro de la Universidad de Málaga estrenó la obra en patio de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Málaga.

Texto completo aquí 

Oscar Esplá y La pájara pinta 

Del maestro Esplá te propongo escuchar La pájara pinta, la obra fue concebida inicialmente con texto de Rafael Alberti pero, tras momentos de crisis de ambos maestros, el músico  decidió continuar solo con la historia, componiendo una suite orquestal que estrenaría cerca de treinta años más tarde, en el Festival de Granada de 1955. La composición termina con La pájara pinta en el verde limón, una pieza en donde el músico vuelve a utilizar algunos elementos folclóricos, esta vez extraídos de la Jota del Postiguet, danza popular alicantina.

Para saber más 

Cristina Castillo La pájara pinta El guirigay bufo bailable de Alberti a la luz del siglo de Oro  

Javier Mateo Hidalgo "La pájara pinta: una puesta en escena de la vanguardia artística española.




lunes, 8 de abril de 2024

El retablo de Maese Pedro: Tradición y vanguardia (6)

El estreno de 'El retablo'. Abajo a la derecha, Falla. HERNANDO VIÑES (PARÍS).

La ópera  para marionetas «El retablo de maese Pedro» de Manuel de Falla empezó a componerse  en 1918, después de aceptar una invitación de Winaretta Singer-Polignac que tenía proyectado el estreno de la obra en el teatro privado de su residencia en París. Cinco años después, el 25 de junio1923, logró estrenarla. La espera mereció la pena. Inspirada en los capítulos 25 y 26 de la segunda parte de «El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha» de Miguel de Cervantes, constituye una obra maestra, nueva y original, de la música española del siglo XX con una mezcla de elementos vanguardistas, tradicionales y populares. Fue determinante en el arte de los títeres de nuestro país, teniendo, además, grandes repercusiones en la escena internacional.

En la concepción original, ningún personaje de la obra sería de carne y hueso, su amigo Hermenegildo Lanz creó los títeres originales y parte de los decorados fusionando estéticas, materiales e iconografías medievales y barrocas, inspirado además en la expresividad del arte africano o del art brut. Para Melisendra, don Gaiferos, su caballo y el rey moro, se emplearían pequeños títeres de mano. Para los personajes don Quijote, Sancho, Maese Pedro, el Trujamán y el público, Falla quería utilizar títeres de tamaño natural, finalmente tuvo que modificar por cuestiones prácticas este plan y se sirvió de actores.

Boceto para el teatrillo.
Manuel Ángeles Ortiz, 1923.
Falla saluda a Don Quijote tras la representación en Venecia (1932)

Argumento

Don Quijote y Sancho observan como espectadores el retablo que muestra en la venta el titiritero Maese Pedro, con la historia de Gaiferos y Melisendra, inspirada en los romances del ciclo carolingio. Mientras Maese Pedro maneja los muñecos, un muchacho, el Trujamán, narra la historia: la bella Melisendra se encuentra encerrada en una torre, prisionera de los moros en la ciudad de Sansueña. A su rescate llega desde París su esposo don Gaiferos, obligado a ello por el emperador Carlomagno. Don Quijote, buen conocedor del romancero, corrige dos errores en la narración del Trujamán, hasta que el Caballero de la Triste Figura, incapaz de separar la literatura de la vida, se levanta y destroza el teatrillo descabezando a los títeres.
El retablo sedujo a artistas como Manuel Ángeles Ortiz y Hernando Viñes, que colaboraron con Falla en el estreno. En 1926, fue Luis Buñuel quien, en Ámsterdam, dirigió la puesta en escena y dos años más tarde, Ignacio Zuloaga se encargó de los decorados y del diseño de los figurines para la representación de la Ópera de París. 


200 años del Teatro Real: Montaje de marionetas de Enrique Lanz  

En enero de 2016, con motivo de la celebración de los 200 años del Teatro Real, tuve la suerte de asistir a la ópera para marionetas de Manuel de Falla, inspiradas fielmente en las originales. El director de este montaje de la Compañía Etcétera con marionetas gigantes era Enrique Lanz, nieto de Hermenegildo Lanz. La puesta en escena utiliza el recurso del teatro dentro del teatro, en una propuesta única en la que marionetas, músicos y cantantes funden realidad y fantasía. Es una pena que el vídeo que acompaña estas líneas sea tan breve, pero no he encontrado otro.



Los títeres de cachiporra de Lorca (5)


Representación en la casa de Lorca 
En Granada resucita el guiñol

El 6 de enero de 1923, día de los Reyes Magos tuvo lugar en la casa de la familia García Lorca, en Granada, la representación de Títeres de cachiporra, que protagonizaron Federico García Lorca, Manuel de Falla y Hermenegildo Lanz. El espectáculo acogió tres obras breves: el entremés de Cervantes Los dos habladores, una versión del Misterio de los Reyes Magos del siglo XIII y el estreno de la pieza infantil para títeres, La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntónun viejo cuento andaluz dialogado y adaptado al teatro de muñecos. En un tono muy popular, con llamadas al folclore infantil, el poeta expresa una vez más la atracción que sentía por los títeres y por los niños, compañeros inseparables del juego, la magia y el pensamiento ilógico.

Los tres artistas establecieron la fundación de “Teatro Cachiporra Andaluz” para recuperar la vieja fórmula del teatro de cristobitas, obras cómicas basadas en la burla de cornudosEl proyecto fracasó, pero dio sus frutos en El Retablo de Maese Pedro que estrenaron en París Falla y Lanz. En las Obras Completas de Lorca encontramos otros dos textos: Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita Retablillo de don Cristóbal. Farsa para guiñol, al que habría que añadir otro recuperado del olvido de la representación de Buenos Aires en el Teatro de la Avenida (1934). TragicomediaRetablillo presentan dos versiones de la burla del cornudo, siendo la segunda marcadamente mucho más grotesca y menos lírica, más acorde con el tono del teatrillo popular. 

Ver Cuaderno pedagógico 

Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita 

Los títeres de cachiporra. Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita. Farsa guiñolesca en seis cuadros y una advertencia fue escrita en 1922, después revisada, pero no llegó a estrenarse en vida de Federico García Lorca. Como su título indica consta de seis cuadros y una advertencia puesta en boca de Mosquito y dirigida al público.

Texto completo aquí 

El Retablillo de don Cristobal 

Lorca con don Cristóbal, Argentina 1934
El retablillo de Don Cristóbal
 es una farsa para guiñol en un acto escrita en 1930. Don Cristóbal es un adinerado bruto, siempre con la cachiporra en mano, que busca una chica joven y guapa para desposarla. Sus deseos coinciden con los de la madre de Doña Rosita, que aspira a encontrar un buen pretendiente para su hija. Llegados a ese punto, ambos acuerdan llevar a término sus fines, para desgracia del resto de personajes. Sin embargo, la pizpireta Rosita logra engañar a su marido y tiene encuentros con sus amantes, hasta dar a luz a cinco hijos, que reclama que son de Don Cristóbal. Éste, enfurecido, la emprende a golpe de porra con madre e hija. 
 Aunque el espectáculo está pensado para todos los públicos.  el texto hace referencia constante a lo escatológico, lo sexual y la violencia connatural al teatro de títeres tradicional.

Leer texto completo aquí 


Otras Representaciones del Retablillo

En 1972, el grupo de teatro independiente Tábano estrenó en Madrid una versión del El retablillo de Don Cristóbal en clave de muñecos humanos o polichinelas, ​ se presentó en la Sala Magallanes, local del Teatro Experimental Independiente, llevándolo luego en giras por España y Europa y, animados por Pepe Monleón, director de la revista de teatro Primer Acto, asistieron al Festival de Manizales, en Colombia. Para mí fue todo un descubrimiento asistir a una de sus representaciones. El texto lo hemos leído en clase muchas veces para regocijo de los alumnos. 

 En 1988, José Luis Alonso y Gerardo Vera, antiguos miembros de Tábano, presentaron un nuevo montaje con actores de carne y hueso: Pepe Lara, Juan José Otegui, Alfonso del Real, Milagros Martín, Pedro del Río y Chari Moreno.



El vídeo anterior  recoge la representación realizada por el Gayo Vallecano y emitida por TVE. La dirección es de Juan Margallo, con Javier Blanco, Juanjo Perucho, Petra Martínez, Eva del Palacio, Chicho, Rafael Álvarez "el brujo", Jesús Alcaide, etc. 


Exposición centenario 

Con motivo del centenario de la representación de títeres del día de Reyes de 1923, en el Centro García de Granada, se inauguró la exposición Los títeres de Lorca, Lanz y Falla donde se muestra la historia de los tres artistas andaluces que se encontraron en Madrid y confluyeron en Granada en torno al teatro de marionetas. Allí pudieron verse los títeres originales: las cabezas las realizó Hermenegildo Lanz y los trajes la madre de Federico, Vicenta Lorca.


Los títeres de cachiporra del Mago, Don Cristóbal, el Rey, la Reina, el Príncipe, la Niña y Currito el del Puerto. 

lunes, 1 de abril de 2024

Jacinto Grau, El señor de Pigmalion (4)

Merece la pena acercarse a la figura del dramaturgo Jacinto Grau Delgado (Barcelona, 1877-Buenos Aires, 1958). Opuesto a las modas teatrales de su época, adoptó una postura crítica también hacia empresarios, actores, críticos y público, y adquirió fama de "autor maldito". Fue muy criticado pero también muy admirado, sobre todo en el extranjero. Grau gozó de un cierto reconocimiento en la Europa de los años 20, avalado por personalidades como Charles Dullin y Karel Capek. Introdujo en sus obras las propuestas de autores como L. Pirandello y M. Maeterlinck. 

Publicada en Madrid en 1921, El señor de Pigmalión fue estrenado en París por el "Théâtre de L'Atélier" de Charles Dulllin en 1923, en la que Antonin Artaud  interpretaba el papel de Pedro de Urdemalas, y posteriormente por el Teatro Nacional de Praga, bajo la dirección de Karel Capek, en 1925. Siete años después se estrenó en España.

El señor de Pigmalión

Un día cualquiera en cualesquiera de los teatros del mundo, un portero nos abre las puertas de tan magnífico lugar y nos invita a entrar. Y así comienza la magia:

Portero. —Pase, pase usted.

Así comienza El señor de Pigmalión de Jacinto Grau con el deseo de que el público se  acerque a la obra con ojos e imaginación de un niño que destaca por la modernidad de su montaje. La "farsa tragicómica de hombres y muñecos" nace del conocimiento del dramaturgo de los mitos clásicos. Es una historia de amor, la frustración de un sueño y la historia de un desencanto. Plantea la vieja y clásica situación del ser creado que se rebela en contra de su creador. Trata de un afamado ventrílocuo, Pigmalión, creador de una compañía de muñecos y empresario teatral que se enamora de una de sus muñecas. Después de que esta sea raptada por un duque, el resto de muñecos escapan para darle un escarmiento  y le dan muerte como venganza.

Estructurada en tres actos, por las tablas pasarán una serie de personajes muy variopintos: desde los fantoches empresarios a los que Grau despachará a gusto con mordaces críticas, hasta los muñecos, inspirados en las máscaras de la Commedia dell’Arte italiana y en personajes quijotescos. Especial atención a sus acotaciones, donde se describe la escenografía —recargada en el primer y tercer acto, minimalista y sobria en el segundo para dejar que sean los muñecos quienes destaquen—, el sonido de los engranajes de los muñecos o las cerraduras de sus cajas al abrir y cerrar meticulosamente descrito, y por supuesto, la diversidad de registros de cada uno de los personajes que intervienen en el teatro. Estrenada en 1928,  en el Teatro Cómico,  Bartolozzi demostró en el diseño de los decorados y figurines una perfecta lectura del texto y una cabal comprensión de las intenciones de Grau. La crítica, que coincidió en reconocer su escenografía como un acontecimiento excepcional en los escenarios.

La mala suerte de Grau 

Grau contaba con el respeto de los escritores, la crítica le trataba con admiración, pero tenía muchas dificultades para estrenar sus obras, su difícil carácter le granjeó más enemistades que amistades. En los círculos teatrales de Madrid se comentaba que Jacinto Grau daba mala suerte y traía la desgracia a sus empresarios y actores: “Estrena Grau, teatro Cerrau”.

El texto completo aquí 

Para saber más:




sábado, 30 de marzo de 2024

Teatro de Arte de Martínez Sierra. Modernidad y simbolismo (3)

El maleficio de la mariposa. Lorca.1920. Teatro Eslava, Madrid

El Teatro de Arte fue una empresa teatral que se desarrolló en el Teatro Eslava de Madrid 
entre los años 1916 y 1926, dirigida por el empresario Gregorio Martínez Sierra. Se caracterizó por aunar no solo una gran variedad de repertorio teatral, sino porque, a la manera de los teatros de arte europeos de principios de siglo, introducía las artes plásticas para realizar decorados y vestuario, multiplicando así las facetas artísticas, que iban mucho más allá del texto en un drama completamente «reteatralizado». En él se estrenaron tanto obras firmadas por el propio Gregorio (aunque escritas por su exmujer María Lejárraga), además de estrenos de obras extranjeras, como Pigmalión, Casa de muñecas o la vuelta a los clásicos extranjeros y españoles, Hamlet o el Don Juan de España.​ La unión de las artes se ampliaba en ocasiones con la inclusión ocasional de ilustraciones musicales de grandes compositores del momento, Manuel de Falla, Conrado del Campo, Pablo Luna, María Rodrigo o Jacinto Guerrero, entre otros. Un proyecto renovador que trataría de aproximar algunas de sus propuestas escénicas a lo que pudiera entenderse entonces por teatro moderno. Se trató de un modelo que siempre buscó la sintonía entre arte y negocio, empeño nada fácil en un sistema teatral como el español.


Viaje a la isla de los animales (1922)  Martínez Sierra


El vídeo nos muestra la exposición "Poética del Teatro de Arte. Modernidad y simbolismo en la escena española" realizada en el Museo Nacional del Teatro (2/12/2022 al 25/5/2023) sobre la Compañía cómico-dramática de Gregorio Martínez Sierra. Los libros, los bocetos de escenografías, figurines, música, vestidos, artículos de prensa y cada una de las piezas expuestas nos permite acercarnos a la anhelada renovación escénica que Martínez Sierra puso en marcha desde su proyecto de Teatro de Arte.


jueves, 28 de marzo de 2024

El precursor: Jacinto Benavente y su Teatro de los Niños (2)

 

Jacinto Benavente respondía así a un periodista:

"— ¿Cuáles eran sus juguetes predilectos?

—Los teatritos. Llegué a reunir no sé cuántos. Yo me inventaba las comedias y movía los monigotes con alambres, y hacía diabluras... Y me hacía éxitos y me pateaba yo mismo mis obras.

—Y las cajas de soldados y los nacimientos, ¿le gustaban también?

—Sí, por lo que tenían de teatral; y cuando no lo tenían, les obligaba a tenerlo. Soldados y figuras de nacimiento, en cuanto caían en mi poder, entraban a formar parte de las compañías de mis teatros... ¡Ah! También me gustaba mucho leer. Leía cuanto caía en mis manos: folletines, compendios de historia, cuentos fantásticos, periódicos..."

Benavente sentó un maravilloso ejemplo de renovación del teatro infantil con su Teatro de los Niños porque con su propuesta rechaza los propósitos moralizadores sobre los que se había sustentado este teatro (aunque no pierde de vista ciertas pretensiones educativas) y alienta su vinculación a la fantasía. El autor era hijo del notable médico pediatra Mariano Benavente, circunstancia que suele relacionarse por el interés que mostró por la infancia en su libro «Niños» (1917) y en sus obras de teatro infantil.

La obra más famosa del premio Nobel, Los intereses creados (1907), subtitulada «comedia de polichinelas en dos actos, tres cuadros y un prólogo», debe parte de su idea al mundo de los títeres y a la adopción del género teatral de la Commedia dell'Arte  por su naturaleza de farsa, sus personajes fijos, estereotipados y literaturizados, su ambientación en la Italia de principios del siglo XVII y por las situaciones lejanas en las que consiste la acción dramática. Así lo anuncia Crispín en el prólogo:

  "Es una farsa guiñolesca, de asunto disparatado, sin realidad alguna. Pronto veréis cómo cuanto en ella sucede no pudo suceder nunca, que sus personajes no son ni semejan hombres y mujeres, sino muñecos o fantoches de cartón y trapo, con groseros hilos, visibles a poca luz y al más corto de vista. Son las mismas grotescas máscaras de aquella Comedia del Arte italiano, no tan regocijadas como solían, porque han meditado mucho en tanto tiempo".

El Teatro de los Niños

 Benavente y los pequeños actores de El nietecito  

El objetivo del Teatro de los Niños era «que los niños se diviertan y que los grandes no se aburran», juntar en un teatro a adultos y pequeños. Otra de las ideas básicas del proyecto benaventino fue reforzar el prestigio del teatro infantil a través de la captación de autores de gran renombre. Así pues, consiguió que Valle-Inclán y Eduardo Marquina aportaran sendas obras infantiles para nutrir el repertorio, y en febrero de 1910 subió a las tablas del Teatro Príncipe Alfonso La muñeca irrompible de Marquina y, en marzo, La cabeza del dragón de Valle-Inclán, acompañadas ambas por otras obritas cortas de autores menos conocidos hoy. Pero ese público burgués de niños cultos y progenitores agradecidos que acudía a las representaciones, aunque fiel, era escaso. Parece ser que en las últimas representaciones no había más de un centenar de asistentes y la empresa teatral, a cuyo cargo estaba Fernando Porredón, no pudo asumir el coste de planteamientos altruistas como las entradas gratuitas para los niños de los barrios pobres de Madrid.

El teatro estaba situado  en la calle de Génova, esquina a la del General Castaños, muy cerca de donde a fines del siglo XIX se levantaba el teatro-circo del mismo nombre, más conocido sin embargo como Teatro Circo de Rivas, entre la plaza de Colón y la calle de Bárbara de Braganza hasta que a principios de febrero de 1910 la compañía se trasladó al Teatro de la Comedia.

A pesar del aparente fracaso de su propuesta, hoy recordamos a Benavente como el artífice de un cambio de óptica sobre el teatro infantil español. Anticipador de grandes propuestas renovadoras y precursor del Lorca que buscó desde muy pronto la complicidad de los niños.

El príncipe que todo lo aprendió en los libros

 La comedia El príncipe que todo lo aprendió en los libros  se estrenó en El Teatro de los niños el 20 de diciembre de 1909. 
Presenta la historia de un príncipe que ha leído muchos cuentos de hadas y que en su primer contacto con la realidad cree que todo es como en los cuentos. Esto le acarrea algunos contratiempos, pero todo termina bien y al final reconoce que la imaginación es una base necesaria y que en el fondo, los cuentos son un espejo de la realidad. Es una obra perfecta para ser representada en el teatro para niños o por niños. 

Texto completo aquí  

Para saber más

 -https://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/mayo_16/25052016_01.htm

-Javier Puerta Calvo, El teatro de los niños, de Benavente 

-Enrique Fuster Alcázar, Teatro para niños en España en el primer cuarto del siglo XX: de Benavente a Martínez Sierra. 

miércoles, 27 de marzo de 2024

Orígenes: El espíritu burlón de La Tía Norica (1)


La Tía Norica y Batillo
 La Compañía de títeres LaTía Norica tiene más de 200 años de historia y constituye un ejemplo de teatro popular más antiguo de España y Europa. S
us textos, estilos y técnicas de representación se han transmitido de generación en generación y han evolucionado a lo largo de la historia. La primera familia que lidera las representaciones es la de los Montenegro, algunos de sus títeres restaurados se pueden conocer en el Museo de Cádiz. Sus obras tenían la peculiaridad de concluir con un sainete protagonizado por títeres que reflejaban personajes populares. La compañía tuvo gran éxito hasta los años de la Guerra Civil española, momento en el que comenzó su decadencia para desaparecer en 1959. La Tía Norica volvería a actuar en 1974 y desde entonces diversas administraciones han intervenido para garantizar el mantenimiento de la tradición. Hoy la compañía sigue vigente, participa en diversos festivales y en la ciudad de Cádiz hay dos espacios escénicos que la homenajean con su nombre: la Sala Tía Norica del Baluarte de la Candelaria y el Teatro Cómico de la Tía Norica, inaugurado en 2012.

La Tía Norica era la voz oficial de lo que ocurría en Cádiz. Se hacían sátiras y críticas de la vida. Hoy en día se sigue improvisando e introduciendo comentarios de la actualidad para que la gente se ría y participe de la vida pública. Influyó de forma directa y clara en el Retablo de Maese Pedro de Falla y como afirmaba Lorca, La Tïa Norica es la cuñada de don Cristóbal, la abuela de toda la tradición teatral andaluza. Un espíritu burlón con muy poca vergüenza en el que se concentra la gracia del pueblo, una gran sensibilidad infantil y algunas tradiciones del teatro clásico español. 

La Tía Norica y el Batillo 

Los textos estaban basados en la improvisación, pero de 1836 a 1844 se incorporan textos de sainetes en el repertorio del espectáculo que estaba concebido para que asistiera toda la familia. Las figuras de la tía Norica y el Batillo, tía y sobrino, personajes principales, representan la idiosincrasia del pueblo llano. Mientras la tía Norica es la la típica mujer resabiada, el niño es el contrapunto: travieso, extrovertido y anárquico. El conjunto de piezas que han conformado el repertorio de La Tía Norica puede clasificarse en distintos grupos: obras vinculadas con el teatro español; sainetes costumbristas de carácter local; piezas musicales y juegos escénicos; pasillos cómicos protagonizados por D. Cristóbal; y obras de temática infantil.

 Las representaciones se caracterizaban por el lenguaje mordaz, directo y desenfadado. La obra más conocida y popular es el sainete denominado La Tía Norica va a los toros donde se cuenta la famosa escena en la que la tía Norica es embestida por un toro que siempre cerraba la función con la popular canción que entonaba Batillo: «A la buena moza le ha cogido el toro, le ha metido el cuerno por el escritorio. A la buena moza le ha vuelto a coger, le ha metido el cuerno por donde yo sé». Las demás obras de temas populares gaditanos desfilan estupendos retratos de personajes y cuadros de costumbres con procesiones, ventas ambulantes, camareros, etc., con los que el público de alguna manera podía identificarse.

 El sainete de la Tía Norica, texto completo  aquí