domingo, 22 de marzo de 2015

Hasta pronto, ilustres vecinos de Malasaña

Ayer me levanté con la intención de disfrutar, como todas las mañanas, de la lectura de Moncho Alpuente en el diario Publico, cuando me encontré  con la inesperada noticia de su muerte como un rayo fulminante en un viaje a Canarias, no sé si de la tercera edad con descuentos. Le conocí en la obra de teatro Castañuela 70 y le llevo viendo toda la vida en su barrio y el mío, Malasaña, y concretamente en la calle del Pez. En sus breves columnas con humor satírico y fina ironía diseccionaba la vida de este Madrid que nos tocó vivir. Ha sido un  gran escritor que nunca fue lo suficientemente reconocido porque era particularmente incómodo para el poder.
Con su desaparición he recordado otras dos muertes de cantautores y vecinos del barrio que me impactaron. En primer lugar la de Enrique Urquijo, líder de Los Secretos, muerto en 1999 por sobredosis, que siempre estuvo sumido en un círculo vicioso que le llevaba de la depresión a las drogas y de las drogas a la depresión.  Lo encontraba por la mañana en el kiosko de prensa de la glorieta de san Bernardo y por las noches en la Vía Láctea.  La otra es la del cantautor, Hilario Camacho que, en agosto de 2006, buscando desesperadamente un algo, que sé yo qué misterioso (como decían los versos de Blas de Otero), se fue por voluntad propia. Lo encontraba comprando en el Día.
No me atreví nunca a saludarlos. Lo haré cuando nos encontremos en el otro barrio.
A los anteriores tengo que añadir a Javier Krahe que vivía también en la calle del Pez.
Malos tiempos para la lírica.





He encontrado el entrañable y divertido Blog de Antonio Gómez,  Memoria músico-festiva de un jubilado tocapelotas. que refleja con mucho sentido del humor lo que significo la música y el teatro en los últimos años del franquismo y en la transición:
http://aplomez.blogspot.com.es/search/label/A%20modo%20de%20biograf%C3%ADa
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viernes, 20 de marzo de 2015

El discurso, Manuel Rivas (patadas al diccionario)

Aunque el texto es un poco antiguo (2003), no está mal recordarlo en los tiempos que corren. Estaría muy bien utilizarlo para los alumnos de 2º de Bachillerato. Hay que fijarse en la foto que acompaña a esta entrada, en el logo de los juegos olímpicos que nunca se realizaron, en lugar de 2020, las chanclas señalan la fecha de 20020.

Antes de hablar, enfatizó el presidente, quiero decir unas palabras.Y lo que voy a decir es una verdad como un témpano. Hemos estado entre la espalda y la pared. Hemos ido de caspa caída. Hemos tenido el handicap en contra. Hemos pasado de castaño a oscuro. Nos hemos visto metidos en más de un membrete. De mí se ha dicho que soy un higocéntrico. Pero, recordad, siempre insistí en que todo era pataca minuta, que no había que confundir los churros con las merinas, ni agobiarse en un vaso de agua, ni hacer caso de las antenas paranoicas ni de la fiebre óptica. Yo siempre lo tuve herméticamente claro: Renaceremos de nuestras cenizas como el gato Félix, diga lo que diga el obstáculo de Delfos.
Bien sé que a todo Napoleón le llega su Water-polo, pero yo fui llamado a llenar el vacío de las ausencias y no me voy a salir por la tajante. Mis adversarios dicen que he colocado a España en un lugar antipático a los ojos del mundo. También en eso les ha salido el tiro por la horma del zapato. Me cuentan y no paran de chistes que circulan por Internet, en Portugal, sin ir más lejos. "¿En qué se parecen un presidente español humilde y Superman? En que ninguno de los dos existe". Je, je. Y otro: "¿Por qué cuando empatan a cero, Portugal mete cero goles y España cero golazos?". Muy simpáticos estos portugueses. Será por eso que en las Azores estábamos cuatro y sólo se habla del famoso trío. La verdad es que cuando nos presentaron al primer ministro portugués, le guiñé un ojo a Bush y le dije: "¿Sabías, George, que el nuevo puente de Lisboa sobre el Tajo es el más grande del mundo y uno de los más grandes de Portugal?" ¡Cómo nos reímos!
A mis presuntos sucesores, paciencia. Hay que saborear el éxito en pequeñas diócesis. No quiero que dividáis el partido en tres mitades ni que comiencen las hostialidades. Siempre me tendréis aquí, donde debe ser, a babor, a la derecha. Y ahora viene, lo fundamental. Como dice nuestro patrón fundador, marcando el paso de los tiempos, sin asombro de duda: llegado el momento, y si es menester, hay que sacar los votos hasta de debajo de los ladrillos. Porque, y esta es la gran cuestión, ¿qué futuro vamos a dejar a nuestros antepasados?

Procrastinación o síndrome de Escarlata O'Hara

"Tarditas et procrastinatio odiosa est". Cicerón 

Me gusta aprender palabras y más si estas designan comportamientos. La procrastinación (del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro) es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables. El término pertenece a la psicología, a mí me gusta más llamarlo síndrome de Escarlata O’Hara, la protagonista de la película Lo que el viento se llevó, cuya  incapacidad de enfrentarse con la realidad se plasma en la frase: “Ya lo pensaré mañana”, que, con diversas variantes, aparece en cerca de 40 ocasiones a lo largo de la novela y que se convierte en un rasgo inherente a la joven. La procrastinación como síndrome que evade el responsabilizarse posponiendo tareas a realizar puede llevar al individuo a refugiarse en actividades ajenas a su cometido. La costumbre de posponer genera dependencia de diversos elementos externos como navegar en Internet, leer libros, salir de compras, comer compulsivamente o dejarse absorber en exceso por la rutina laboral, entre otras, como pretexto para evadir alguna responsabilidad, acción o decisión. Un famoso refrán que combate la procrastinación es el que dice: «No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy». Ese era mi lema antes de jubilarme, ahora pretendo que las cosas sigan un ritmo más pausado y me gusta entretenerme en actividades que antes no podía realizar.
Para saber más:

martes, 10 de marzo de 2015

Amistad rota

¿Cómo es posible que se pierda la amistad de más de treinta años en un instante? Pues se rompió en un segundo,como un jarrón. El cariño, forjado desde la adolescencia, se terminó en una tarde fría y lluviosa del mes de octubre en una cita por sus cumpleaños respectivos. Juntas, las dos amigas  habían vivido los acontecimientos más importantes de sus vidas: los  guateques,  el primer amor, la facultad, la primera borrachera,  la tesina, la boda, el nacimiento de un hijo, las oposiciones, las visitas al sanatorio, la muerte de los padres, viajes, el adulterio,  la muerte del marido. Al principio compartieron amistad y barrio, al final solo reproches. Habían quedado para comer ese día aciago y no se encontraron a la hora prevista. Una de ellas, de baja por depresión,  bañada en alcohol durante la espera, se puso fuera de sí como ya había hecho otras veces, y recibió a la otra chillando. Carente de toda lógica, la echó de su casa con cajas destempladas. El recuerdo del portazo en la entrada entre insultos, mientras el cachorro de perro adoptado se restregaba en su pierna, es una escena que se repite muchas veces en las pesadillas de ambas. Fue la gota que colmó el vaso, pensé mientras mis lágrimas se mezclaban con la lluvia que caía salvajemente sobre mi rostro y mis medias rotas; muerta de hambre y de rabia llegué a duras penas al metro, veinte minutos después. Fue imposible pegar los fragmentos de esa amistad rota. La llamada de la reconciliación no se produjo y el tiempo ha ido pasando inexorablemente sin que ninguna de las dos haya pedido perdón. 

domingo, 8 de marzo de 2015

Malas noticias

La taimada, mentirosa, incombustible y mala actriz,  ha sido designada para la alcaldía de Madrid. No tengo palabras. Solo  palabrotas. ¡Qué mala imagen para el día de la mujer trabajadora!

Paralelismos
Como cada vez que uso el transporte público urbano suele tocarme de compañera gente de pocos recursos y bajo nivel social, a veces extranjeros, que hacen que mi trayecto no me resulte lo cómodo que podría esperarme, voy a proponerle a mi alcalde que suprima alguna línea actual y en su lugar cree otra que, para el mismo trayecto, cueste algo más cara, lo suficiente como para que esa gente siga usando la línea antigua y en la nueva sólo vayamos los que disponemos de más medios. Total, a ellos les dará igual tenerme o no de compañero y yo, desde luego, iré más cómodo así. ¿Que soy un egoísta? ¿Que mis argumentos son despreciables? ¿Que ninguna Administración pública será tan irresponsable como para hacerme el juego? ¡Qué va! Cambiemos “transporte” por “educación” y… ¡ahí está!: ¿o qué es, si no, la enseñanza concertada?— Roberto García de la Calera.

sábado, 7 de marzo de 2015

Extraños compañeros de viaje

Fue un viaje a ciegas. No se sabe cómo, pero los dos fueron enrollados para pasar unos días con una pareja de amigos. No se conocían. A cada uno de ellos le dijeron que si no le importaba que fuese su amigo-a, muy majo-a, por cierto. Pues claro que no, contestaron. No hicieron preguntas, no se vieron antes de emprender la marcha. Los cuatro eran profesores jubilados. En el aeropuerto se miraron de reojo con gran susto. Ella pensó: qué tipo más extraño, delgado, inexpresivo, calvo con una estrella roja en la boina. Él pensó: qué mujer más estrafalaria, gordita, nerviosa, con una escarola pelirroja en la cabeza. Cuando se repartieron las habitaciones en el hotel, dijeron al unísono que ellos compartirían una. En el ascensor ella le comentó: tengo que avisarte que ronco, me lo han dicho mis sobrinos y un sobrino nunca miente. No importa, respondió. Ella no había dormido nunca en una habitación con un desconocido, se sentía insegura; el primer día durmió fatal, no sabía dónde cambiarse, qué hacer con la ropa, cómo apañárselas en el cuarto de baño. Él durmió a pierna suelta, acostumbrado a viajar a sitios exóticos con compañías de todo tipo. El segundo todo fue mejor. Los dos, callados, con un peculiar sentido del humor, están acostumbrados a estar solos. La convivencia fue muy fácil. Distantes y cercanos, nunca se contaron sus sentimientos. Pasados los cuatro días, se despidieron con una mezcla extraña de pena y liberación. Les resultó muy duro acostumbrarse a la vida cotidiana después de unos días tan intensos. 

jueves, 5 de marzo de 2015

Las cuatro estaciones

Hice estas cartulinas para ayudar a una compañera que estaba preparando las oposiciones de infantil. Solo se necesita un poco de paciencia y creatividad. Utilice elementos diversos que hay en todas las casas: cartulinas de distintas texturas, telas, algodón, rotuladores, fieltros... Las pongo aquí por si sirven para otras personas.









Peligrosa obra del futuro parque de bomberos de la zona centro




 Como se acercan las elecciones e interesa que la economía se reactive, se está empezando a crear  empleo en la construcción. Primero suprimieron todos los puestos de trabajo, echaron a la gente a la calle, para  luego volverlos a contratar con peores condiciones laborales y por el precio de uno, ahora tenemos hasta tres trabajadores. De esta manera es muy fácil conseguir más contratos y más cotizantes a la seguridad social que maquillen las estadísticas para hablar del milagro de la regeneración de la crisis.  La calle San Bernardo es un ejemplo de ello. Este mes, el Ayuntamiento ha empezado, en un solar abandonado hace más de 6 años, las obras de lo que será el nuevo parque de bomberos de la zona centro, después de muchos años de haberse olvidado del asunto. Ignoro de quién habrá sido la genial idea de poner un parque de bomberos en una de las calles más estrechas y con más tráfico de Madrid, donde es imposible descargar o bajarse de un coche sin formar un atasco desde la Gran Vía hasta los bulevares.  Pero, ahora mismo, lo que más me preocupa es que la empresa constructora se ha apoderado de toda las aceras circundantes instalando unas casetas gigantescas. De nada les valen a los alumnos del Lope de Vega los carteles prohibiendo el paso y advirtiendo del peligro, ellos siguen jugándose la vida en la calzada. Estoy convencida de que habrá un accidente. Me dicen que este tipo de instalación paga muchos impuestos y por eso no se suele hacer. No creo que  la empresa concesionaria del ayuntamiento pague ni un duro por esta invasión peligrosa. Una vez más, el depauperado casco viejo de Malasaña sale perdiendo. No me creo que no haya mejores solares en todo el centro de Madrid con mejores accesos para instalar estas dependencias. He llamado al ayuntamiento y a la policía municipal del peligro y no me han hecho ni caso.  ¿Qué podemos hacer los sufridos vecinos?
Dónde andará el  CPHC (Comando de Peatones hasta los Cojones) que allá por los noventa, para defender los derechos del viandante, realizaba ingeniosos actos sobre los vehículos mal aparcados, amenazando a sus conductores con tomar medidas drásticas. Lo necesitamos. 



Acerca de un libro que trata de la rivalidad entre escritores

Este es un libro que preferiría no haber leído. Lo he hecho casi a hurtadillas, como temiendo a cada momento ser sorprendido en una práctica vergonzosa, a regañadientes, tomando el libro cada vez con cierta repugnancia y dejándolo ya francamente en la náusea, pero sin ser capaz de abandonarlo definitivamente y acechando pronto la ocasión de retomarlo, como uno de esos vicios que nos estragan pero nos retienen con su viscoso atractivo. Pero, como han dicho muchos, Cervantes entre otros, no hay libro, por malo que sea, que no contenga algo bueno.
      Algunas de las trifulcas recogidas en el volumen son muy conocidas, pero otras muchas no, al menos para un lector medio no especializado, como es el caso. La impresión general es profundamente desagradable, pero, por decir también de entrada algo positivo, nos hace bajar del pedestal a algunas de las grandes figuras de nuestras letras de ambas orillas, por si acaso alguien pensara que eran seres adánicos, angélicos y seráficos. Pero hay más problemas.
   El primero es el de la crítica de los textos en que se fundamenta el volumen. En general, el autor los documenta de modo genérico, pero no preciso (en general no se cita por página, párrafo, referencia bibliográfica exacta, es decir, si los textos provienen de consulta directa o de segunda o tercera mano… etc.). Es verdad que el volumen no parece pretender ser una obra de investigación rigurosa stricto sensu, sino más bien de carácter divulgativo. Pero en un terreno tan delicado como la imagen personal, literaria, ideológica, histórica de los autores tratados todo el cuidado es poco. Se precisaría una crítica textual depurada para asegurar en lo posible (siempre hay en esto un margen de duda e inseguridad) la fiabilidad de los documentos aducidos. El autor del libro, o los precedentes consultados, ¿han hecho ese trabajo crítico en todos los casos? ¿Cuántas erratas o errores (involuntarios o deliberados) se han podido deslizar en la larga cadena de transmisión textual hasta llegar al libro editado? No se trata, por supuesto, de las posibles malevolencias y tergiversaciones que entren en las opiniones vertidas por los personajes, sino de la limpieza básica de las fuentes. Por otra parte, ¿se han contrastado siempre las distintas y a menudo divergentes versiones de un mismo hecho o de las palabras pronunciadas? El autor del libro presenta en ocasiones algunas variantes de los hechos, pero otros muchos quedan en la duda. Estamos, pues, en un terreno peligrosamente resbaladizo entre la divulgación científica o cultural de carácter serio y la prensa amarilla y sensacionalista, lejos del buen periodismo (si este emparejamiento no es oximórico) que siempre contrasta fuentes, exige más de un informante, etc. Desde luego no quiero decir que el libro caiga siempre de ese lado malo, sino de la inseguridad que nos transmite en una lectura crítica.
   Otro aspecto, más de fondo, es la finalidad a que apunta la obra. ¿Qué nos aporta saber que un escritor haya dicho de otro que olía mal? Los insultos (y hasta golpes) que otros se cruzaron en un lance de acaloramiento ¿deben influir en nuestra consideración de sus respectivas obras? Recuerdo el desagrado que me produjo leer que una de nuestras cimas poéticas quedó horrorizado al ver en casa de otro gran autor un huevo frito olvidado en una silla (y luego lo contó), incidente omitido, por fortuna, en el presente libro, como tampoco aparece lo que vi, con crispación paroxísmica, hace muchos años en la crónica de un escritor de 2ª o 3ª fila donde relataba que, al ir a entrevistar a un gran prosista que vivía retirado, ya anciano, en su masía, este lo recibió “con la bragueta aparatosamente abierta”.
   Dicen los sabios que las especies carroñeras (buitres, hienas…) contribuyen eficazmente a mantener un buen nivel de salubridad en el medio ambiente, pero en el caso que nos ocupa no se trata de drenar y, por tanto, hacer desaparecer los detritus, sino de hacinarlos y depositarlos de modo permanente, como un gran muladar, ante el público, y además con la agravante de que, por las razones antes apuntadas, no hay seguridad sobre el fondo y la forma de los testimonios.
   Al dar fin a estas líneas me asaltan dos temores. Uno, que este tipo de asuntos y de obras no deberían ser comentados y aireados, como estoy haciendo ahora, sino velados en un prudente y avergonzado silencio; en definitiva, como dijo el Otro, peor es meneallo. Y el segundo, que me queda la impresión de haberme excedido en la crítica sobre un libro tan entretenido e incluso interesante, aunque sólo sea porque, como dijo Torres Villarroel, “oir mal del vecino nunca fue ingrato a la oreja”. Pero hay otro dicho, más antiguo y popular: todo se contagia menos la hermosura

martes, 24 de febrero de 2015

La memoria del olvido

 Me ha impresionado para bien la película Siempre Alice. Una profesora de Lingüística sufre al drama de la pérdida del lenguaje y del pensamiento cuando le detectan a los cincuenta años Alzheimer precoz. Esta enfermedad me asusta sobremanera porque la he visto asomar sin diagnóstico en mi abuela y en mi padre y yo me parezco mucho a ellos. Mis manos, que han entrelazado las suyas, son una réplica perfecta: el mismo tamaño, los mismos dedos, las mismas uñas. De pequeña tuve que luchar con una dislexia que me hacía cambiar las sílabas de orden. Con el paso del tiempo he ido trabucando los nombres de los autores o de las personas que conozco. Los últimos años he sido incapaz de aprenderme los nombres de los nuevos alumnos. A veces, me he quedado en blanco mientras explicaba y el nombre de los actores de las películas que me gustan se me enredan en la lengua para salir diez minutos después. No sé la de veces que pierdo objetos cotidianos o realizo acciones automáticamente. Tampoco sé qué contienen los cajones de los armarios que una vez al año me obligo a ordenar para tirar lo superfluo. A veces, por sitios poco habituales, me desoriento. Nunca me acordé del final de las películas y los libros, y ahora no retengo ni el título ni el autor; me digo para justificarme que la culpa la tiene el ebook que carece  de las solapas y solo marca la página en la que detuviste la lectura. Otras veces, me empeño en repetir una palabra que no es la correcta y, muchas veces, me callo por no meter la pata. También sufro y lucho con el mal humor que provocan estas pérdidas constantes y, hasta ahora, poco significativas. Internet me ayuda para salir de dudas y repasar lo que creía aprendido. Procuro reírme de mi misma y soltar la frase de todos los de nuestra edad: “¿Te acuerdas cuándo hablábamos de corrido?”. Antes lo achacaba al estrés y a la edad, consciente de que todavía tengo memoria de lo que olvido; ahora, que estoy jubilada, espero no tener que hacerlo a este mal incurable más duro que el cáncer.

Por fin te has decidido a poner algo más, y uno de esos algos es lo de Tánger, que está muy bien, y esperamos que sea el comienzo de una miniserie. Lo otro es más duro y no va a colar: no conseguirás que te tratemos como una prejubilada precozmente preenferma preferentemente preterida. Esa pretendida preentrada presumiblemente prepóstera predice predicaciones prematuras precedidas de prevalente preeminencia. Y los premonstratenses, en su precalentada prevención previsora de prelados, se prevalen de su presunta prefectura. 
               Premoniciones de preseas
                     

lunes, 23 de febrero de 2015

Cinco días perfectos en Tánger

Recomiendo viajar en el mes de febrero, fuera de temporada y a unos precios más bajos. Los cinco días pasados en Tánger, nublados, perfectos, intensos, sin aglomeraciones y sin calor,  me han distraído de mi rutina y me han hecho recordar los beneficios que la amistad ejerce sobre el sentido del humor. También han servido para darme cuenta de que mi francés es pésimo y de que debo mover más mi cuerpo porque desde el primer día, de tanto trotar por la medina, los zocos y la casba, me dolían hasta las pestañas.
Teatro Cervantes

Viajar en Ryanair tiene sus inconvenientes, en este caso para mi tenía unaventaja: como solo puedes llevar una maleta, eliminas todo lo superfluo y te evitas comprar recuerdos que pueden ser triturados en la infernal máquina de comprimir maletas-sapo  para que quepan en el avión.  De esta manera terminas con el regateo, tarea desigual y fatigosa, porque no hay nada que valga semejante pérdida de tiempo, sobre todo, cuando tú eres el único que no sabe lo que cuesta el producto.
Hacía más de treinta años que había realizado un viaje organizado por Marruecos y no recordaba nada de la ciudad. Tal vez porque es la más andaluza de todas y muchos rincones me recuerdan a Alicante. El puerto estaba en obras y la mayoría del casco viejo en remodelación o en ruinas como se puede observar en la foto del teatro Cervantes. Parece que mucho dinero del ladrillo de España ha ido a invertir allí.
Frente al desarrollo industrial, he notado un retroceso en las costumbres. Apenas hay mujeres en los cafés y en las tiendas, y la mayoría de las que pasean por la ciudad llevan velo. El deporte nacional de los varones es contemplar en los cafés los partidos de la liga española. Hablando con un taxista, que ha aprendido español gracias a Antena3, nos explicó que  la presencia del velo era porque es invierno y después nos aleccionó con que la civilización europea se lo debe todo al Islam que es la única religión verdadera. La foto del museo de la Kasbah nos muestran este extraño mapa invertido donde el norte de África está al boca abajo y Europa al sur.
Todas las guías te aseguraban que no hay robos, que hay mucha policía que vigila y  los castigos son desmesurados, pero tuvimos una refriega con un adolescente que intentó robar una cartera y que se saldó con  heridas sangrantes en las manos del único músico del grupo. Los policías, que patrullaban por la ciudad con metralletas al hombro, parecían Hernández y Fernández, recién sacados de las " Aventuras de Tintín" de Hergé, con sus bigotitos turcos. Los trámites a la entrada y a la salida de la aduana son impepinables, los taxistas tienen la obligación de entregar los papeles que marcan su ruta cada 50 kilómetros.  Nos alojamos en el hotel Rembrandt (reservando las habitaciones por internet es más barato) que recomiendo por su aire decadente y amplitud y, para beber alcohol, terminamos algunas noches "El corazón de Tánger", situado en la plaza de los perezosos, cerca del café Paris, custodiado por dos guardias jurado y con una clientela que recuerda a los cabarets americanos en plena ley seca.  
La vida del turista es barata, pero tiene sus contrapartidas, como pagar un impuesto revolucionario. Continuamente tienes que ir esquivando guías-moscones de todas las edades que te envuelven con su tela de araña. No hay manera de quitárselos de encima, entran de maneras muy diversas; unas veces, apelando a la antigua amistad entre el pueblo marroquí y español; otras pegándose porque quieren perfeccionar el español y ayudándote a desenvolverte por la medina porque les gusta. Al final, enfadados, te amenazan con un "te perderás" y acaban pidiéndote dinero. Vaya que si nos perdimos por no hacerles caso, por esquivarlos, por ir en libertad a nuestro aire. Lo mejor es ocultar el mapa y seguir tu intuición. Relajarte viendo pasar la vida como hicieron los escritores que habitaron y dieron fama de cosmopolita a la ciudad a mediados del siglo pasado, desde la posición privilegiada de la primera fila de un café, bebiendo un té moruno con poco azúcar.
Sorprende la cantidad de gatos bien nutridos, alimentados cuidadosamente por sus habitantes. En cambio, no se ve ni un solo  perro, porque Mahoma los prohibió, y los dejo relegados solo para el pastoreo y el cuidado de las casas rurales. Se entiende mejor cómo podía ser de perra la vida allí  de Juanita Narboni, novela de Ángel Vázquez Molina (1976). La comida deliciosa, el pescado achicharrado (hay que advertir que no le echen matojos de hierbas y que lo dejen medio crudo). El té y los pasteles tan empalagosos como los habitantes.
No creo que vuelva a la ciudad, hay muchos lugares que desconozco; pero estoy dispuesta a ir hasta el fin del mundo con los mismos compañeros de viaje.

Más información Tánger,  un fin de semana a bajo coste http://elpais.com/diario/2008/03/01/viajero/1204408626_850215.html

Los mapas al revés http://verne.elpais.com/verne/2015/04/14/articulo/1429016086_681676.html

viernes, 20 de febrero de 2015

La sexalescencia

Me ha llegado por "guasa",  me ha parecido muy interesante y tranquilizador. La palabra es curiosa, mezcla de adolescencia y sesentena, con ecos de sexo. ¡Soy una sexalescente de libro!
SI miramos con cuidado podemos detectar la aparición de una franja social que antes no existía: la gente que hoy tiene alrededor de sesenta años:
LA SEXALESCENCIA. Es una generación que ha echado fuera del idioma la palabra "sexagenario", porque sencillamente no tiene entre sus planes actuales la posibilidad de envejecer. Se trata de una verdadera novedad demográfica parecida a la aparición en su momento, de la "adolescencia", que también fue una franja social nueva que surgió a mediados del S. XX para dar identidad a una masa de niños desbordados, en cuerpos creciditos, que no sabían hasta entonces dónde meterse, ni cómo vestirse.
Este nuevo grupo humano que hoy ronda los sesenta o setenta, ha llevado una vida razonablemente satisfactoria. Son hombres y mujeres independientes que trabajan desde hace mucho tiempo y han logrado cambiar el significado tétrico que tanta literatura latinoamericana le dio durante décadas al concepto del trabajo. Lejos de las tristes oficinas, muchos de ellos buscaron y encontraron hace mucho la actividad que más le gustaba y se ganan la vida con eso. Supuestamente debe ser por esto que se sienten plenos; algunos ni sueñan con jubilarse. Los que ya se han jubilado disfrutan con plenitud de cada uno de sus días sin temores al ocio o a la soledad, crecen desde adentro. Disfrutan el ocio, porque después de años de trabajo, crianza de hijos, carencias, desvelos y sucesos fortuitos bien vale mirar el mar con la mente vacía o ver volar una paloma desde el 5º piso del departamento.
Dentro de ese universo de personas saludables, curiosas y activas, la mujer tiene un papel rutilante. Ella trae décadas de experiencia de hacer su voluntad, cuando sus madres habían sido educadas a obedecer y ahora pueden ocupar lugares en la sociedad que sus madres ni habrían soñado en ocupar.
Esta mujer sexalescente pudo sobrevivir a la borrachera de poder que le dio el feminismo de los 60′, en aquellos momentos de su juventud en los que los cambios eran tantos, pudo detenerse a reflexionar qué quería en realidad. Algunas se fueron a vivir solas, otras estudiaron carreras que siempre habían sido exclusivamente masculinas, algunas estudiaron una carrera universitaria junto con la de sus hijos, otras eligieron tener hijos a temprana edad, fueron periodistas, atletas o crearon su propio "YO, S.A.". Este tipo de mujeres nacidas en los 50s. no son ni por equivocación las clásicas "suegras" que quieren que los hij/as les estén llamando todos los días, porque ellas tienen su propia vida y ya no viven a través de la vida de los hijos. Su camino no ha sido fácil y todavía lo van diseñando cotidianamente.
Pero algunas cosas ya pueden darse por sabidas, por ejemplo que no son personas detenidas en el tiempo; la gente de "sesenta o setenta"", hombres y mujeres, maneja la compu como si lo hubiera hecho toda la vida. Se escriben, y se ven, con los hijos que están lejos y hasta se olvidan del viejo teléfono para contactar a sus amigos y les escriben un e-mail con sus ideas y vivencias. Por lo general están satisfechos de su estado civil y si no lo están, no se conforman y procuran cambiarlo. Raramente se deshacen en un llanto sentimental. A diferencia de los jóvenes; los sexalescentes conocen y ponderan todos los riesgos. Nadie se pone a llorar cuando pierde: sólo reflexiona, toma nota, a lo sumo… y a otra cosa.
La gente mayor comparte la devoción por la juventud y sus formas superlativas, casi insolentes de belleza, pero no se sienten en retirada. Compiten de otra forma, cultivan su propio estilo… Ellos, los varones no envidian la apariencia de jóvenes astros del deporte, o de los que lucen un traje Armani, ni ellas, las mujeres, sueñan con tener la figura tuneada de una vedette. En lugar de eso saben de la importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la experiencia.
Hoy la gente de 60 o 70, como es su costumbre, está estrenando una edad que todavía NO TIENE NOMBRE, antes los de esa edad eran viejos y hoy ya no lo son, hoy están plenos física e intelectualmente, recuerdan la juventud, pero sin nostalgias, porque la juventud también está llena de caídas y nostalgias y ellos lo saben. La gente de 60 y 70 de hoy celebra el Sol cada mañana y sonríe para sí misma muy a menudo…hacen planes con su propia vida, no con la de los demás. Quizás por alguna razón secreta que sólo saben y sabrán los del siglo XXI.
Autor desconocido.

jueves, 5 de febrero de 2015

Las razones de la sinrazón

Revisando papeles, me he encontrado con un texto de hace unos años que escribí para desahogarme, como casi todos. Ahora que estoy fuera del sistema educativo, me doy cuenta, como nunca, que los profesores son los quijotes de nuestro tiempo: solitarios, infravalorados y luchando siempre contra lo imposible.

"Y ahora estaba esa clase insolente, veintisiete chavales de catorce años exaltados, indiferentes a la gramática, a la historia de los hombres, a la poesía italiana: versos que a ellos no les decían nada, tan solo eran sonidos, como tantos otros en la estridente cacofonía del mundo".
Un día perfectoMelania G. Gamuzzo


En el instituto algunos días hay enfrentamientos entre profesores y alumnos. Es normal, forma parte del aprendizaje, del crecimiento como personas.  Si son aislados, no tienen importancia. Unas veces se extralimitan los alumnos, son adolescentes, qué le vamos a hacer; y otras veces los profesores perdemos los papeles, porque esta profesión puede ser  la más bonita del mundo y a la vez la más dura. Todo se soluciona hablando y se queda en mera anécdota. Si estos enfrentamientos se repiten y siempre los protagonizan las mismas personas estamos ante un problema grave.  
Soy tutora de un curso problemático, un cuarto de la ESO donde han ido a parar todos los repetidores y los alumnos que han pasado por imperativo legal, o dicho con otras palabras, los alumnos que llevan sin dar un palo al agua desde que entraron en el instituto y que no se caracterizan precisamente por su buen comportamiento. La mayoría tiene 14 asignaturas que aprobar; este curso, si no lo consiguen, se irán sin titular después de seis años. Junto a ellos hay alumnos que quieren estudiar bachillerato, pero que contagiados por los primeros no están rindiendo lo que se esperaba. En las dos evaluaciones que llevamos solo uno ha aprobado todas las asignaturas. Algunos rechazaron ir a un PCPI o a diversificación “porque eso es para tontos”.  Un alumno cubano, recién llegado de su país, que apenas sabe leer y  escribir no quiso ir a diversificación de 3º porque según él (y su padre) su nivel era superior, ni que decir que solo ha aprobado una. Se les han dado mil consejos orientadores y todos los han rechazado. Los padres son conscientes de lo que pasa, pero no quieren ver la realidad, no saben qué hacer con sus hijos y echan balones fuera. Resumiendo: todos los alumnos se creen muy listos y la culpa de todo la tienen los profesores.
Ha sido un error que el equipo directivo los pusiera en la misma aula. Ante una clase así, enseñar es casi imposible: no atienden, hablan constantemente, si les mandas que hagan los ejercicios  en clase, no los hacen; si se lo pides para el día siguiente, no lo traen hecho. No llevan los estudios al día, cuando hay un examen aprovechan las clases anteriores para estudiar. O están dormidos o dando la lata. Son infantiles y maleducados, no consienten que se les llame la atención, se rebelan continuamente, defienden lo indefendible, son mentirosos, impredecibles, y llegan a acusarse los unos a los otros. Están prohibidos los móviles, pero los utilizan en clase; llegan tarde porque les da la gana y no lo justifican, no sienten ninguna empatía por nadie. Impasible al desaliento lo he intentado todo por ellos, les he dado mil y una oportunidades, he razonado con ellos todo lo que he podido. Les hago exámenes cada dos temas, les digo antes lo que va a entrar, pero ni por esas. Como tutora solo me falta llevarlos de la mano a los exámenes de recuperación de las asignaturas de los cursos anteriores. En compensación, casi todos los días tengo  muestras de comportamientos inaceptables. Cuando se los afeo, me tachan de intransigente y absurda. Encima me toca animar y reconfortar a las madres que desfilan desesperadas una vez a la semana.
En una actividad extraescolar, un grupo se coló en el autobús sin pagar y robó comida en un chino. La explicación inaceptable que me dieron es que todo el mundo lo hace. No hubo sanciones graves, porque. aunque una de ellos lo confesó públicamente, "es muy difícil de demostrar", según la dirección. Otro ha estado expulsado de una asignatura casi un mes porque casi se pega con un profesor. Se levantan cuando les da la gana y para demostrar la alegría que sienten cuando falta un profesor, dan un golpe en la pared. El vaso se colmó este viernes, lo que empezó como un juego en el que todos estaban participando en un clima relajado (hacíamos crucigramas) acabó en un insulto. Un alumno al que llevé la contraria, después de levantarse entre gritos y aspavientos, cuando se sentó, me llamó "puta". Cuando le puse una sanción grave, se armó el alboroto. Todos opinaban indignados que le tengo  manía, que he sido injusta. Que el insulto no iba contra mí, que es como cuando alguien dice: " me cago en Dios". Ha sido sancionado con un día sin venir al instituto. ¿Ocurriría esto mismo en la enseñanza privada?
Las razones de la sinrazón. Estamos creando monstruos. Miramos para otro lado.

domingo, 1 de febrero de 2015

El cuscús

Este viernes, en torno a un cuscús en casa de Evaristo,  he vuelto a encontrarme con los compañeros del comité del Hogar del Empleado.  Desde que nos disolvimos y abandonamos la enseñanza privada por la pública, han pasado más de veinticuatro años. Algunos ya no están en Madrid y otros, aunque siempre han estado cerca, no sé por qué razones, he dejado de verlos. Recordamos las películas canadienses de Denys Arcand "El declive del imperio americano" (1986) y “Las invasiones bárbaras” (2003), donde aparecen los mismos actores y los mismos personajes en un díptico temporal que abarca diecisiete años. Nuestra cena nos brindó el atractivo del reencuentro, el regusto de la nostalgia, el escozor de la melancolía y el placer de la amistad, Son mis señas de identidad. Parecía que el tiempo se había detenido, que veinte años no son nada. Los encontré igual de jóvenes, divertidos y entusiastas que entonces, aunque ya seamos abuelos, estemos jubilados y no sepamos qué hacer con las canas.

Sonrisas en enero

 Mi amigo Javier me ha pasado este escrito lleno de esperanza. Con su permiso lo publico. Yo no estaba allí, me aterran las multitudes, pero sonreí desde casa.

Al principio, mientras caminábamos por la Castellana hacia la plaza de la Cibeles, parecía que la cosa podía estar floja. Mas pronto, nos dimos cuenta de que, contra lo que habíamos creído en un principio, la manifestación no llenaba Cibeles para caminar hacia Sol, sino que ya la puerta del Sol estaba rebosante de gente. Eran las 11,45 del 31 de enero. La Marcha del Cambio. Caminamos y pronto,  la habitual y ruidosa parafernalia que suele acompañar los eventos relativos a la movilización popular,  se hicieron patentes; percusión, canciones, carteles simpáticos, eslóganes ocurrentes, incisivos, irónicos, desenfadados…poco que ver con el tonillo aburrido y monocorde de los mensajes de la  “casta”. Ay, la casta, un término afortunado, aunque ¿cuántos se libran de alguna forma de la “cosa”? Pasada un tiempo, sobre algo más de la una del mediodía, me volvía hacia el metro, subí hasta Retiro, y en el camino mi retina se convirtió en un negativo, en el sustrato de una película a cámara rápida de las personas que dejaba, de las que me despedía-una vez más antes de la hora-ante el nerviosismo que me domina cuando llevo un buen rato sin apenas moverme, de pie.
Digno de verse: ancianos asistidos, discapacitados ayudados y sin ayudar, apenas niños, adolescentes, jóvenes, medianos de la edad , hombres, mujeres, profesores jubilados, macarras de barrio con y sin pendiente, grupos de amigas, gente que apenas se conocía, viejas “glorias”, abrazos, encuentros…
Una vez más se encendía la llama de la solidaridad, una vez más obraba el milagro de “JUNTOS”,  y venciendo el miedo, la comodidad y la inercia que nos susurra “déjate de tonterías” se encendía la llama de la ilusión, con o sin motivo. De nuevo, la ilusión.
No me preocupa quién estaba allí para seguir el liderazgo reciente de Podemos, quién acudía por escuchar al lider o quién,  como yo, lleno de escepticismo, acudía porque quería estar allí, porque la Historia esta vez convocaba del lado de Pablo Iglesias.
 Yo, por ejemplo, tan solo seguía  el rastro luminoso de la esperanza invocada  de nuevo.
 Ah ¿pero todavía existe? Pues…

En el denominador común de todos los rostros anteriormente citados y también en el de los no referenciados, así como en el mío, un gesto común: LA SONRISA.

Queridos compañeros, una vez más: un verdadero placer.

Javier Rubio

miércoles, 21 de enero de 2015

Veinticinco lemas para una revolución

Estoy arreglando papeles del estudio y carpetas del ordenador. Por eso estoy incluyendo ahora en el blog escritos pasados que siguen vigentes. Siempre me llamaron la atención las frases de mayo del 68 y en las del 15-M también hay mucho ingenio. Aquí incluyo una selección de los lemas, las frases y las pancartas surgidas de las protestas que se iniciaron entonces:



1. "No somos antisistema, el sistema es anti-nosotros"

2. "Me sobra mes a final de sueldo"

3. "No hay pan para tanto chorizo"

4. "¿Dónde está la izquierda? al fondo, de la derecha".

5. "Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir".

6. "Se alquila esclavo económico"

7. "Se puede acampar para ver a Justin Bieber pero no para defender
nuestros derechos"

8. "Error 404: Democracia not found"

9. "Error de sistema. Reinicie, por favor"

10. "Esto no es una cuestión de izquierda contra derechas, es de los
de abajo contra los de arriba"

11. "Vivimos en un país donde licenciados están en paro, el presidente
de nuestro gobierno no sabe inglés...y la oposición tampoco"

12. "Mis sueños no caben en tus urnas"

13. "Políticos: somos vuestros jefes y os estamos haciendo un ERE"

14. "Nos mean y dicen que llueve! "

15. "No falta el dinero. Sobran ladrones"

16. "¿Qué tal os va por España"?- Pues no nos podemos quejar. O sea,
que bien ¿no?- no, que no nos podemos quejar."

17. "No es una crisis, es una estafa"

18. "No apagues la televisión... Podrías pensar"

19. "!!Tengo una carrera y como mortadela!!"

20. "Manos arriba, esto es un contrato"

21. "Ni cara A, ni cara B, queremos cambiar de disco"

22. "Rebeldes sin casa"

23. "Democracia, me gustas porque estás como ausente"

24. "Nosotros buscamos razones, ellos victorias"

25. "Cuando los de abajo se mueven, los de arriba se tambalean"

lunes, 19 de enero de 2015

Conflictos generacionales


Cortina de lluvia

Cortina de lluvia


                 gris

                 tul de niebla

                 blanquecina

                 telas de nieve

                 transparente

                 dudosos visillos

                 cristales traslúcidos

                 rizos de espuma

                 marina

                                           lejanía

                                 ay

                                 hay

                                 ahí

                 azules cenizas

                 mojadas

                 empañado espejo

                 apenas permite atisbar

                 al otro lado


                 pero siempre más allá

                 hay que ir



                                    Marzo 07

sábado, 17 de enero de 2015

Mi jardín secreto


 Me he dado cuenta de que mi patio interior se parece mucho al de mi abuela Ángeles en Villena. He conseguido tener un patio alicantino en el centro de Madrid con azulejos árabes y aspidistras, hasta tengo un níspero que alguna vez ha dado frutos, pequeños pero sabrosos. Todo jardinería en macetas. El patio no es mío, es de la comunidad de vecinos y no puedo poner nada que cambie su estructura. Si me dejarán, pondría hasta una fuente. Mi jardín secreto es la plaza de la alegría, una vista alegre.






viernes, 16 de enero de 2015

¿Te gusta lo negro?




Si te interesa la novela negra o el cine negro pincha en esta página  de dos amigas. Está totalmente al día. No falta ni el último sueco. www.bibliotecanegra.com

jueves, 15 de enero de 2015

El tema amoroso en la poesía española

 El tema amoroso en la poesía española a través de los siglos y en un relato:

- Jarchas, cantigas de amigo y otras canciones anteriores a 1450
-     Hita, Libro de Buen Amor ("Aquí fabla de la pelea que ovo el Arcipreste con don Amor y la respuesta que don Amor dió al Arçipreste")
    Poesía popular y cancioneros: " No me habléis, conde,/de amor en la calle"; "Vine de lejos";" ¡Quedito, no me toquéis"; "¿Qué me queréis, caballero?". "De niña me casaron"; "Soy casada y vivo en pena"; "Parióme mi madre".
 -   Garcilaso soneto V,XXIII, XXXI. "¡Oh, mas dura que el mármol a mis quejas".
 -   Juan del Enzina: " Ojos garzos".
 -   Quevedo: " Que un corazón lastimado"; "Amante agradecido a las lisonjas mentirosas de un sueño; soneto amoroso"; "Amor constante más allá de la muerte"; "Desea, para descansar, el morir"  .
   Lope de Vega: "Desmayarse, atreverse, estar furioso"; "Ya no quiero más bien que solo amaros".       "Serenata"(Delio a las rejas de Elisa).
 -   Góngora: " La dulce boca que a gustar convida".
 -    Bécquer Rimas XIV,XVII,XXIX, XXXI,XXXIX,XLIV
 -    A. Machado: "Hoy te escribo en mi celda de viajero"; "Todo amor es fantasía".
 -     Pedro Salinas: " No debía bastar"; "la forma de querer tú"; "No quiero que te vayas".
 -    Luis Cernuda: "Qué ruido mas triste"; "Sombra de mí". "El amor todavía". "Lo que el amor basta".
 -   Felix Grande “Ytú me lo preguntas!”; " No hay amores malditos"; "Elogio de lo irreparable". "Los    yertos moradores de la ausencia"; "Casida en la alta madrugada".
 -  Alfonsina Storni: "Ahora quiero amar algo lejano".
 -  Amado Nervo: " El dia que me quieras"; "Si tú me dices ven, lo dejo todo…"
 -     Lorca: "Sonetos del amor oscuro."
- Alberto González Ovies: "Tanto te quiero"; "A veces te quiero mucho".
- Ángel González: "Me basta así".
- Vicente Aleixandre: "Cuerpo feliz que fluye entre mis manos".
- Luis G. Montero: "Confesiones"; "El amor"; "Dedicatoria".
- Mario Benedetti: "Antes del fax y del móvil".
- Luis Alberto de Cuenca: "DNA".

Antología de poesia amorosa
http://www.lenguayliteratura.net/index.php?option=com_content&task=view&id=35&Itemid=60


No tires las cartas de amor

Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esa flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.Transcurrirán los años. Te cansarás de libros.
Descenderás aún más
y perderás, también, la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que hayas guardado
serán tu última literatura.

Traducción del catalán del propio autor.

(Joan Margarit. Aguafuertes. Renacimiento.1998)

Jaime Sabines  Espero curarme de ti

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de
fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible.
Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me
receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana?
No es mucho, mi es poco, es bastante. En una
semana se pueden reunir todas las palabras de amor
que se han pronunciado sobre la tierra y se les
puede prender fuego. Te voy a calentar con esa
hoguera del amor quemado. Y también el silencio.
Porque las mejores palabras del amor están están entre dos
gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y
subversivo del que ama. (Tú saber cómo te digo que
te quiero cuando digo: "qué calor hace", "dame
agua", "¿sabes manejar?,"se hizo de noche"... Entre
las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he
dicho "ya es tarde", y tú sabías que decía "te
quiero".)

Una semana más para reunir todo el amor del
tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú
quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No
sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para
entender las cosas. Porque esto es muy parecido a
estar saliendo de un manicomio para entrar a un
panteón.

miércoles, 14 de enero de 2015

Imagen en el verso: visita virtual

Exposición El rostro de las letras




La exposición «El rostro de las letras. Escritores y fotógrafos en España desde el Romanticismo hasta la Generación de 1914» es el resultado de más de veinte años de búsqueda de imágenes por archivos públicos y privados, españoles y extranjeros, y constituye un ambicioso estudio del retrato fotográfico español, desde los días del daguerrotipo y el calotipo, hasta la primera mitad del siglo XX.

Ejercicios de estilo, Raimond Quenau

En Ejercicios de estilo (1947) Raymond Queneau narra un incidente trivial de 99 maneras distintas. Es uno de esos libros de imposible clasificación, una obra literaria con un fuerte componente metaliterario o tal vez “paraliterario”, como indica Antonio Fernández Ferrer en el prólogo de su excelente traducción (Ed. Cátedra, 1993).
http://www.doctorojiplatico.com/2013/02/raymond-queneau-ejercicios-de-estilo.html

Me gusta el término ojiplático para esta obra, que dará mucho juego en la clase de teatro,  para referirse al acto de estar asombrado por algún motivo, haciendo una referencia metafórica a ‘tener los ojos como platos o muy abiertos a causa de una sorpresa o asombro’ y como sinónimo de atónito, sorprendido, asombrado, pasmado, boquiabierto, patidifuso o alucinado.

Las 100 mejores adaptaciones de la literatura al cine

Desconfiad, hermanos, de las listas de los mejores libros, de las mejores películas, de los mejores actores, de los mejores escritores; pero para tener una referencia cinematográfica de algunas adaptaciones de novelas al séptimo arte, aquí os dejo el siguiente enlace:

http://decine21.com/listas-de-cine/lista/Las-100-mejores-adaptaciones-literarias-93431

Y pongo como un ejemplo de mala adaptación al cine La Regenta de Gonzalo Suárez (1974) y una muy buena adaptación a la televisión de la novela de Thomas Mann:  Los Buddenbrook. Decadencia de una familia. La primera novela del escritor, publicada en 1901, cuando su autor tenía solo veinticinco años que narra el auge y la decadencia de una familia de comerciantes, entre los años 1835 y 1877, miembros de la aristocracia de Lübeck, en su lucha y sacrificio para poder sobrevivir económicamente y su búsqueda de la felicidad y del amor imposible. 

:Cine y valores http://cineyvalores.fad.es/
El siglo XX a través del cine